AIR
Próximos estrenos España 5 de abril
Título original
- AIR
- Año
- 2023
- Duración
- 112 min.
- País
- Estados Unidos
- Dirección
- Guion
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Alex Convery, Ben Affleck, Matt Damon
- Fotografía
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Robert Richardson
- Reparto
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Matt Damon, Ben Affleck, Viola Davis, Chris Messina, Marlon Wayans, Chris Tucker, Jason Bateman, Gustaf Skarsgård, Matthew Maher, Julius Tennon,
- Compañías
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Amazon Studios, Skydance Productions, Mandalay Pictures. Distribuidora: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), Warner Bros., Amazon Studios
- Género
- Drama | Biográfico
- Sinopsis
- Narra la increíble y revolucionaria asociación entre Michael Jordan -un novato en ese momento- y la incipiente sección de baloncesto de Nike que revolucionó el mundo del deporte y la cultura contemporánea con la marca Air Jordan. Cuenta la atrevida apuesta que definió la carrera de un equipo poco convencional, la visión implacable de una madre que conoce el valor del inmenso talento de su hijo y el fenómeno del baloncesto que se convertiría en el más grande de todos los tiempos.
- CRÍTICA DE CINE
A través del cine de negocios y el deportivo se puede pintar un fresco del carácter estadounidense al contener dos de los pilares fundamentales que rigen los valores de esta sociedad: el espíritu de superación y el dinero. Constituyentes del mítico y amplio “sueño americano”, estos dos elementos son bien presentes en la nueva obra de un cineasta que entiende la idiosincrasia de su país y, a la vez, logra distanciarse para dejar espacio a una crítica refinadamente elaborada.
Desde la oscarizada Argo (2012) que, además, Ben Affleck tiene una voluntad de cronista de hazañas insólitas en la América del siglo XX, la cual reafirma esa intención de estudioso del espíritu patrio y, siete años después de retratar la ley seca en la irregular Vivir de noche (2016), vuelve a tomar la batuta de director con la historia tras el lanzamiento de las zapatillas Air Jordan en la década de los 80, que marcaron el inicio de la fructífera colaboración entre Nike y el célebre baloncestista Michael Jordan.
Careciendo de la densidad y complejidad de un maestro en este tipo de historias como Aaron Sorkin –mente tras los libretos de otros movimientos empresariales como La red social (David Fincher, 2010), Steve Jobs (Danny Boyle, 2015) o deportivos cerebrales como Moneyball: Rompiendo las reglas (Benett Miller, 2011)-, AIR rebaja el vuelo frente a sus competidoras conscientemente, aligerando su paso, pero no por ello sin brindar una carrera con pulso firme y respiración controlada.
Ben Affleck se sitúa más cerca de la seriedad del Oliver Stone corporativo que de la gracieta de Adam McKay, narrando con notable pasión y diálogos agudos una asociación conocida, aunque poniendo alguna marcha menor en cuanto a nervio, que culmina con momentos de halo humanista que bien remiten al mencionado Sorkin. Lo cierto es que AIR es equilibrada en su balance entre solemnidad y comedia, encontrando un punto justo para no resultar una glorificación desorbitada del “sueño americano”, permitiendo múltiples modos de lectura.
Evidentemente, puede entenderse al pie de la letra como auge y triunfo ante la adversidad, pero también deja muchos momentos para una descodificación irónica con la que mirar escépticamente a la naturaleza ambiciosa y explotadora del sistema capitalista, así como a la figura reverenciada del hombre hecho a sí mismo.
Igualmente, este tipo de secuencias, tales como iradas llamadas de teléfono con los humos de Jerry Maguire (Cameron Crowe, 1996) o CEOs egocéntricos que se dan protagonismo, operan como un compendio de tópicos del cine de este género con las que reforzar sutilmente la sátira y poder tener argumentos para desmarcarse de interpretaciones literales que lleven a adulaciones a sus protagonistas a manos de los Incel y los bros turbocapitalistas de turno, como ha ocurrido con los enaltecimientos de Jordan Belfort de El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013) o Patrick Bateman de American Psycho (Mary Harron, 2000).
Estos dos títulos eran sátiras completamente destapadas, pero representaban unas actitudes más extremas y deslavazadas que AIR, cuyo mayor comedimiento puede ocasionar compresiones más sosegadas y menos viscerales que en aquellas, ejemplificando su correcto balance de tonos.
AIR deviene también un entrañable ejercicio de nostalgia gracias a su recreación de los 80 y a un montaje rítmico que encuentra en sus imágenes de archivo un buen apoyo narrativo que, en una escena clave, ejecuta una jugada conmovedora y limpia con la que resuelve la presentación de una estrella como Jordan, quien para nada es el protagonista del film, es una hitchcockiana excusa argumental para mover el engranaje.
La cohesión del reparto rema a favor constantemente hacia la victoria, con un Matt Damon como ideólogo de la estrategia al frente que regala un monólogo para recordar –y que esperemos que no se convierta en una citación recurrente-; Ben Affleck reservándose el rol tentador de director excéntrico obsesionado por igual con la mística budista y los lujos materiales, cuyo retrato es desacralizado gracias a ciertos momentos de ridiculez en los que se destapan sus contradicciones -; o los verdaderos MVPs que son Chris Messina, irresistible en la línea caricaturesca de Affleck como agente de la familia del jugador, o Viola Davis encarnando a la matriarca Jordan, Deloris, que se lleva las secuencias de mayor intensidad emocional.
La llamada que protagoniza junto a Damon es un recordatorio de esa Davis más íntima y sin grandilocuencias gestuales con las que irrumpió en el panorama cinematográfico y nos conquistó a todos por su magnetismo en los pocos minutos que ocupaba la pantalla. No sería descabellado verla luchar en la carrera del Oscar por este papel que exprime todo su potencial, adaptado a las necesidades dramáticas, en cada plano.
A diferencia de lo que cuenta, AIR no es una propuesta revolucionaria como la campaña de las zapatillas en cuestión, pero se desarrolla en todos sus tiempos de modo sólido y seguro ganando el partido con más de un triple anotado, en buena parte debido a la labor de un director/entrenador táctico y eficiente que vuelve a estar en plena forma, realizando un film huidizo del agobio de la acción desenfrenada y el efecto visual en cada fotograma, pero para nada desfasado ni añejo, que da gusto de ver correr.