CRÍTICA DE CINE

Hasta el cielo: Como siempre a ras de suelo

Hasta el cielo

Próximos estrenos España 18 de diciembre

Título original

Hasta el cielo
Año
Duración
121 min.
País
 España
Dirección

Daniel Calparsoro

Guion

Jorge Guerricaechevarría

Fotografía

Josu Inchaustegui

Reparto

Miguel HerránLuis TosarCarolina YusteAsia OrtegaPatricia VicoFernando CayoCésar MateoRichard HolmesMarina CamposDollar Selmouni

Productora

Vaca Films, Televisión Española (TVE), Movistar+, Telemadrid, ICAA

Género
Thriller | Robos & Atracos
Sinopsis
El día que Ángel habló con Estrella en aquella discoteca, su vida cambió para siempre. Tras una pelea con Poli, el posesivo novio de la chica, éste le anima a unirse a una banda de atracadores que tiene en jaque a toda la policía de Madrid. Ángel comienza a escalar rápidamente en una pirámide de atracos, dinero negro, negocios turbios y abogados corruptos que le llevarán a ser acorralado por Duque, un incansable detective. Desoyendo los consejos de su gente, Ángel consigue ascender hasta convertirse en el protegido de Rogelio, uno de los tipos que controla el mercado negro de la ciudad. Con éste y Sole, hija del capo, Ángel descubrirá que el precio del poder es alto y que pronto tendrá que decidir entre su futuro como atracador y el amor de su vida, Estrella. Un viaje que empezó en el más sucio de los suburbios y que tiene como principal objetivo lo más alto: el cielo.
Premios

2020: Festival de Málaga: Sección oficial

Distribuidora: Universal Pictures Spain

CRÍTICA 

No cabe duda que Daniel Calparsoro es de los directores españoles que más conecta con el imaginario hollywoodiense a la hora de facturar sus películas. Con una trayectoria muy productiva en la que prácticamente cada año entrega alguna obra en cualquier formato, podríamos identificarlo no como un “autor” al uso, sino como un artesano del entretenimiento, cuyo solvente dominio del aspecto técnico le permite ofrecer esos espectáculos de acción y thriller al más puro estilo americano –emulando a figuras como Michael Mann-, con los que ha llegado a forjar su identidad en el cine español. En Hasta el cielo no se separa de los parámetros en los que camina cómodo y vuelve a filmar persecuciones por doquier, visiones aéreas con drones y escenas de alunizajes tensas al ritmo del beat de Carlos Jean, contextualizadas todas ellas en una historia a la que se le ha atribuido una revisión del cine quinqui debido a la naturaleza de sus protagonistas: jóvenes sumidos en la delincuencia con el fin de sobrevivir en la vida.

Esta asociación tan generalizada con este subgénero patrio tan popular en los años 70 y 80 resulta cuestionable, ya que, por un lado, las motivaciones del protagonista, Ángel, se mueven por el ansia voraz del ascenso social alimentada por el capitalismo, en lugar de la mera necesidad de supervivencia de los héroes quinquis por, precisamente, un agujero de marginalidad que barra cualquier atisbo de transición de clase. Por otro lado, la película de Calparsoro no posee ese look sucio típico del cine quinqui, sino que está toda ella pasada por el filtro visual estándar de Hollywood, donde la delincuencia se glamouriza, hecho que establece más distancia con el referente parcialmente impostado.

Calparsoro ha querido darle una pátina social a esta escalada de poder al hacer de sus personajes hijos de la crisis de 2008, cuyos jóvenes solamente han conocido la precariedad y la inestabilidad vital, mientras que en el otro extremo cada vez había una creciente concentración de riqueza en un menor número de manos. Pero esta pretendida crítica resulta débil porque el guión de Jorge Guerricaechevarría trata a sus personajes en forma de arquetipo, sin un desarrollo que se desvíe de la plantilla canónica, generando un vínculo con el espectador francamente muy flojo. Es únicamente el carisma de Miguel Herrán y, especialmente, Carolina Yuste lo que aviva de la planicie unos roles fabricados a su medida. Tanto el cineasta como el guionista pecan de querer sorprender al público con cada exhibición de aparato cinematográfico de acción o maestría narrativa en forma de efectistas giros de guión que, al final, ahogan el film en una acumulación agotadora y eterna de secuencias resolutivas pero carentes de toda alma.

Hasta el cielo podría haber despuntado de haberse preocupado más de su fondo humano y menos del textual seguimiento de manual de guión, con lo cual tal vez devendría una obra digna de su tiempo –reflexiva y empoderada a la vez que terrenal-, en lugar de una cinta más propia de la acción de hace 15 años, es decir, cargadísima de testosterona y bajo una “mirada masculina” descarada, con un tratamiento de la mujer tibiamente disfrazado de actual que, en su esencia, se rige por el mismo machismo de siempre. Hasta el cielo no deja de ser la misma película de Calparsoro, no exclusivamente por la similitud temática y de planificación visual, sino también por la habitual tónica del cineasta en no rematar sus obras ambiciosas, en conformarse con la diversión pasajera en lugar de incidir en una impronta psicológica que las pinte con más de una capa, y las llegue a elevar por encima de la medianía más absoluta.