Acerca de la directora: María Alché
Nació en Buenos Aires en 1983. Se formó como actriz y debutó en cine con Lucrecia Martel en “La Niña Santa”. También trabajo en teatro junto a reconocidos directores Pompeyo Audivert, Luis Garay, Ariel Farace entre otros y en tv protagonizó Tratame bien y El Donante junto a Julio Chavez, Cecilia Roth y Rafael Ferro.
Dirigió los cortometrajes Invierno 3025 (2016), Gulliver (2015), Noelia (2012), Quién se metió con Mayra? (2008) y el proyecto fotográfio Fallas (2011), Con varios de ellos participó y recibió premios en los festivales de Nueva York, Roterdam, Locarno, Mar del Plata, La Habanna, Milán y Bafici. Fue invitada de honor del festival de Valdivia, donde hicieron una retrospectiva de todos sus cortometrajes.
Es egresada de la Enerc, y cursó estudios de filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Dicta clases de actuación y Dirección de Actores.
Entre el 2008 y el 2013, colaboró en la investigación de un proyecto documental, junto a Lucrecia Martel. Fue directora de casting de El Rey Del Once de Daniel Burman y fue coach de actores en La Helada Negra de Maximiliano Schonfeld; Nosilatiaj de Daniel Seggiaro y Las Herederas de Marcelo Martinessi.
Participó en en taller Typa, Tres Puertos Cine-Australab, Toronto lab y Berlinale talents.
Familia Sumergida es su primer largometraje.
Pablo Ernesto Arahuete: – Para la introducción de la muestra fotográfica Fallas, en 2012, escribiste que la memoria de lo familiar es inventada. ¿Buscaste en tu película la idea delrelato de otros para reconstruir la historia familiar desde la endeble y acuática superficie de los recuerdos de la protagonista?
María Alché: –Las fotografías que forman parte de la serie Fallas, fueron un puntapié inicial para pensar Familia Sumergida, siento una continuidad entre uno y otro trabajo. Por un lado pensar la idea de lo alienígena, cómo uno visita los recuerdos del pasado y convive con ellos, a través de distintos elementos: frases recordadas, anécdotas, imágenes, objetos, gestos heredados, canciones, y lo arbitrario que hace la memoria en la combinación y reconfiguración de todos esos elementos. Convivimos connuestro pasado, y con un montón de personas que están en diálogo con nosotros, sobre esos pensamientos, intenté construir la emocionalidad de la protagonista.
P.E.A.: – En términos cualitativos: ¿Te parece equiparable el determinismo de una foto y su anclaje con un tiempo o época definidos frente al complejo y poderoso universo de un relato transmitido entre personas con rasgos comunes?
María Alché: –No sé si entiendo bien la pregunta…me gustan mucho las fotografías, me parece que vistas en el tiempo revelan muchas más cosas que en el momento en que fueron producidas: un gesto, una combinación de colores, una pose, un espacio determinado, la relación entre dos personas. Observo en las fotografías familiares una gran cualidad fantasmática, de traer al presente algo del aura de ese instante. Mientras tanto, un relato transmitido tiene otras cualidades: en principio que se sucede en el tiempo, y también su posibilidad de ser siempre reconfigurado en función de quién lo escucha: a diferencia de la fotografía precisa un oyente y tiene algo de la oralidad y del interlocutor y sus reacciones, que lo van modificando. Creo que son cualitativamente diferentes, pero también funcionan combinados y son elementos de nuestra memoria. Me llama la atención cuando alguien vuelve a contar una historia que ya conozco, el hecho de que siempre tiene un tinte diferente o hace un hincapié en otro detalle, que la vuelve tan distinta.
P.E.A.: – Tu película plantea desde el comienzo un despojo tanto del naturalismo como de la solemnidad que implica atravesar un duelo por la reciente pérdida de alguien muy cercano. El personaje interpretado por Mercedes Morán parece por momentos vivir en un tiempo suspendido, ¿A qué se debe el corte manifiesto con lo mundano?
María Alché: –Me parece que en su deriva se combina lo mundano con algo mas metafísico por así decirlo. La posibilidad de estar en el aquí del día a día, de los quehaceres de la vida diaria y al mismo tiempo, la cabeza que se va a un lugar mucho más superpuesto y confuso, atravesado por la emocionalidad de la pérdida. Quise tratar de narrar desde esa sensación, desde esa confusión, queincluye tantos sentimientos como la certeza de lo que duele de veras, la alegría, la euforia, la necesidad de resolver cosas prácticas, el presente y sus conflictos, los muertos y sus asuntos. Sin decir que una cosa es más importante que la otra, sino dar cuenta de esa superposición, de ese sentir de varias cosas a la vez.
P.E.A.: – Es irremediable que te asocien con tu participación en la segunda película de Lucrecia Martel, La niña Santa, donde también compartías cartel con Mercedes Morán. ¿Qué te genera ella para ofrecerle el rol de Marcela, protagonista de Familia Sumergida?
María Alché: –Mercedes me parece una actriz fabulosa, versátil, inteligente y generosa. Antes de filmar, sentía con ella una situación de suficiente distancia y nervios, como para tener mucha adrenalina para filmar, y una admiración en el sentido de sentirme en riesgo frente a una actriz de su naturaleza. Mercedes es sensible e inteligente, sabe ver en los guiones lo que no está escrito, y sabe ponerlo en palabras y traducirlo a un lenguaje muy físico de la actuación. Fue muy abundante la colaboración mediante charlas y complicidades, y también muy entregada al momento de filmar. Me sorprendía su capacidad de estar en el set con actores tan jóvenes, casi sin experiencia en cine, y ponerse a jugar con ellas en el sentido feroz de la palabra, entrando en una profunda sintonía y abierta a lo que tenían paraproponerle.
P.E.A.: – ¿Qué te dejó como enseñanza Lucrecia, no en tu carácter de actriz sino como directora de cine?
María Alché: –Muchas cosas! Si tuviera que destacar una, diría algo relacionado con la idea de tomar decisiones sobre todos los elementos que entran en juego en la construcción audiovisual.
P.E.A. :- ¿Te permitís explorar ideas durante el rodaje en función a la puesta en escena? En ese caso, ¿qué es para vos lo más importante de una escena donde hay diálogos, actuación, detalles e imagen?
María Alché: –Sí, en el caso de este rodaje hubo mucha premeditación de muchos elementos. Es decir que pensamos muchas ideas conceptuales antes de comenzar a filmar, y cómo jugarían algunos elementos en la totalidad. Conocimos las locaciones previamente, hicimos pruebas, ensayos con los actores, y teníamos una idea de cómo se iban a desenvolver las escenas. De todos modos, el momento en que se conjuga todo verdaderamente es el rodaje: luz, arte, actores, vestuario y también nos pudimos manejar con esa flexibilidad del aquí y ahora, para improvisar algunas cosas y modificar otras si lo planeado no funcionaba. Me importa mucho que la escena se sienta orgánica a nivel de la actuación, que los movimientos y los sonidos encajen de forma fluida. Por suerte al contar con un equipo muy creativo e inquieto, eso iba en paralelo con la fluidez de los objetos en la imagen, la cámara, la luz.
P.E.A.: – Un juego libre con el titulo Familia Sumergida genera la sensación de dos elementos contrastantes, por un lado lo superficial y por otro lo sumergido ¿Cuándo emerge entonces el recuerdo de una familia?
María Alché: –No sé cuándo emerge el recuerdo de una familia… Creo que es algo personal, pero sin duda una muerte de alguien importante genera un vacío que obliga a los que quedan vivos a pensarse a sí mismos, pensar los muertos y reconfigurarse nuevamente, de incorporación y absorción de aquellos que ya no están. La muerte es un corte muy puntual, un momento muy preciso, al igual que un nacimiento, pero la partida y la llegada de una persona, en la percepción individual se va sucediendo en el tiempo.
Ese proceso a veces es muy individual, y no tiene el mismo impacto en todos los integrantes de la familia, porque las muertes no significan lo mismo para todos. Por eso pienso que hay una parte del proceso que es colectiva y otra una percepción totalmente individual.
P.E.A.: – Al mundo interior de Marcela lo atraviesan diferentes velos y capas, algunas dolorosas y otras menos ¿Cuáles considerás que son los velos de la memoria y cuáles tus propios velos a la hora de tomar el desafío de narrar con una cámara?
María Alché: –El mayor desafío al momento de narrar con una cámara, tiene que ver con lograr transmitir algo que en un principio es intangible: una emoción, una sensación, algo doloroso o que nos provoca una alegría eufórica y aparece la intuición de que puede ser compartido por una comunidad. Creo que lo mas difícil es entender cómo traducir eso que quizás se encuentre detrás de un velo, que uno intuye que puede tener una resonancia con un grupo de personas, a un lenguaje lleno de elementos, que se desarrolla en el tiempo y se va retraduciendo desde un guión, a una charla con un colaborador, a un rodaje, a un montaje. El desafío es que al final algo de todo eso se siga manteniendo, de ese impulso original que causó el deseo de crear una pieza audiovisual. Cine Freaks