La Función que sale mal es una de esas obras/eventos que se convierten en todo un fenómeno de crítica y público. Los números son una muestra claro de ello: desde su estreno en 2012 en el West End de Londres la obra ha sido vista por más de 8 millones de espectadores en cerca de 30 países. Durante su paso por Broadway en 2015 fue la comedia más vista y aplaudida de la cartelera. Solo en España la obra lleva más de 500 representaciones y 300 mil entradas vendidas.
¿Cómo podemos explicar este fenómeno? Muy sencillo. La Función que sale mal es una de esas comedias pensadas al milímetro para llevar al espectador hasta una catarsis permanente de carcajadas y buen rollo. Se trata de una mezcla muy divertida entre los Monty Python, Sherlock Holmes y las clásicas comedias físicas de golpes y tortazos al más puro estilo Buster Keaton o charles Chaplin.
La obra que actualmente puede verse en el Teatro Marquina nos presenta a un grupo de teatro aficionado en el estreno de una obra de misterios y asesinatos que bien podría ser de Agatha Christie. Desde que el espectador entra en el patio de butacas se encontrará con un montón de técnicos y actores (entre gritos y nervios) intentando dar los últimos retoques al escenario y a la puesta en escena. No nos hemos sentado aun y ya tendremos claro que nada bueno puede salir de ese montaje lleno de precipitación.
No obstante, el argumento de La Función que sale mal es lo de menos. Pasan tantas cosas y tan rápido que es casi imposible enterarse de los acontecimientos que estamos viendo en escena, siendo los golpes y la caída de partes del decorado un personaje más. Es toda una inmensa locura llena de grandes momentos, algo que estaba muy bien pensando en la obra original que ideo el dramaturgo Mark Bell y que en la versión española adaptada por Sean Turner se potencia hasta límites insospechados.
El reparto encabezado por Adrià Olay, Víctor de las Heras, Carla Postigo, Agustín Otón, Aránzazu Zarate, Ángel Saavedra, David Ávila, Felipe Ansola, Avelino Piedad y Luciana De Nicola busca estar pasado y sobreactuado desde el primer momento, siendo frecuente que olviden sus textos, se repitan o que gesticulen de manera muy ridícula y forzada. Una horrible (y muy divertida) actuación que dará un montón de momentos surrealistas que llevarán la obra hasta la parodia más absoluta. Sí, hay cierta improvisación, pero como decía al comienzo se trata de una obra muy medida y estudiada para busca la carcajada. Si la obra funciona tan bien es gracias a un gran reparto que sabe muy bien hacer comedia y adaptarse a un texto lleno de gamberradas. Su mala actuación es una gran actuación.
La Función que sale mal debe ser entendida como una comedia familiar llena de golpes y absurdos. Hay un montón de elementos divertidos como actores que deben estar muertos, pero se mueven constantemente, trozos del decorado que se caen sin parar, puertas que no se abren o actores que no se saben sus textos. Todo lo que puede salir mal saldrá.
Aunque es una obra diseñada para reír y pasarlo bien, sí debo reconocer que durante sus casi dos horas de duración algunas bromas me resultaron excesivamente previsibles y simplonas, con ciertos gags y golpes que se ven venir a kilómetros. En cualquier caso, son bromas tontorronas que no enturbian para nada el resultado final de una obra que potencia caer en la autoparodia y absurdo. Será imposible salir de la función sin reír. Sin duda una de las obras más divertidas de la cartelera madrileña.
