Libélulas
Filmin (últ. incorporaciones) 9 de diciembre
Título original
- Libélulas
- Año
- 2022
- Duración
- 102 min.
- País
- España
- Dirección
- Guion
-
Luc Knowles
- Fotografía
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Iván Sánchez Alonso
- Reparto
-
Milena Smit, Olivia Baglivi, Marina Esteve, Pol Hermoso, Javier Collado, Gonzalo Herrero, Noemí Climent, Aramis Baglivi, Rakel Brel, Victor Pajares
- Compañías
-
Clapham Films
- Género
- Drama | Drama social. Amistad. Drogas
- Sinopsis
- Sin trabajo ni futuro, Álex y Cata han soñado toda la vida con irse del barrio juntas. Las dos saben que se tienen la una a la otra, lo que les ayuda a sobrellevar su realidad. Mientras planean su huida, cada noche la disfrutan como si fuese la última. Son frágiles, como el vuelo de las libélulas, suspendidas en equilibrio.
- CRÍTICA
En la pasada edición del Festival de Cine de Málaga, Libélulas, ópera prima de Luc Knowles, se hacía con la Biznaga de Plata Premio del Público y la Biznaga de Plata a la Mejor Interpretación Femenina para el dúo protagonista formado por Milena Smit (Madres paralelas) y Olivia Baglivi (Las niñas de cristal). Tras su paso por algunos festivales y, posteriormente, por salas de cine de toda España de la mano de Begin Again Films, la película llega a la plataforma de Filmin el 9 de diciembre.
Libélulas es un retrato visualmente desolador del extrarradio madrileño que bien podría extrapolarse a cualquier barrio periférico de cualquier ciudad de cualquier país, pero cuyo tono y personajes tienden al costumbrismo español. Esta decisión, muy acertada e inteligente por parte de la dirección de fotografía, se desarrolla con eficacia en pantalla, consiguiendo uno de los objetivos principales del filme: llegar a una generación a la que le resulta imposible no empatizar o sentirse identificada con Cata y Álex, las dos amigas que aparecen en este largometraje. Una generación frustrada y cansada de mirar hacia delante sin ver realmente nada.
La historia que aquí cuenta Knowles no le es desconocida a su público, ni mucho menos; hay cientos de películas protagonizadas por otras Catas y otras Álex de todo el mundo, jóvenes sin oportunidades que se han visto abocadas al exilio social y buscan a toda costa escapar del sitio que las ha visto crecer. Sin embargo, es la forma de narrar del director lo que marca la diferencia entre esta y el resto de películas que abordan este tema y lo que consigue esquivar la sensación de déjà vu.
Lejos de romantizar la vida que se desarrolla dentro del entorno marginal, hay cierta reivindicación de esta y una explícita denuncia a la precariedad intrínseca al estrato social al que pertenecen Cata y Álex. Las suyas no son vidas fáciles: mientras la primera afronta completamente sola el cuidado de su padre enfermo, la segunda sigue lidiando con el suicidio de su madre. Ninguna tiene trabajo y su único sueño, el de huir de allí, parece alejarse cada vez más. Los días se suceden uno detrás de otro, nunca pasa nada que altere el orden natural de las cosas, la rutina impuesta. Así, entre drogas y fiestas que se alargan hasta el amanecer, ambas tienen que vivir la vida que les ha tocado vivir.
La complejidad de estos dos personajes, llenos de matices y dualidades, es el punto fuerte de la trama; puede parecer que se niegan a madurar y que viven aferradas a una adolescencia que les queda ya algo lejana, pero lo cierto es que tuvieron que enfrentarse a ella antes de tiempo y por eso buscan constantemente volver atrás. Saben que las decisiones que tomen van a determinar su futuro inmediato, así que deciden alargar el momento de la verdad porque de ellas mismas depende acabar bien o acabar de vuelta al lugar donde empezaron, a la casilla de salida. No podemos culparlas por eso porque ¿quién no ha estado en su lugar alguna vez? ¿Quién es capaz de asumir tanta responsabilidad siendo tan joven?
Gracias al magnífico trabajo de Milena Smit y Olivia Baglivi, los personajes viscerales de Cata y Álex pueden exprimirse al máximo. La química que desprenden las actrices es arrolladora y estimulante, se contagia al resto del joven elenco que cuenta con nombres como el de Marina Esteve, Pol Hermoso o Gonzalo Herrero, entre otros. Todas las interpretaciones añaden verdad a la historia, que fluye con naturalidad durante la hora y cuarenta que dura la película. A través de una mirada melancólica nos asomamos al borde de ese microcosmos que representan Cata y Álex, donde la desesperanza y el hastío son dos protagonistas más junto al asfixiante espacio.
En Libélulas se emplea un tono intimista y ácido que no es apto para todos. A partir de una trama y una puesta en escena sencillas, sin pretensiones ni grandilocuencias, Knowles crea un lenguaje propio que casa a la perfección con la historia narrada. El abrupto giro final de guion esconde un mensaje desolador que se ha venido gestando desde el principio de la película: la vida es tan frágil como el vuelo suspendido en equilibrio de las libélulas.