Fantástico | 118 min. | USA | 2019
Título: Maléfica: Maestra del mal.
Título original: Maleficent: Mistress of Evil.
Dirección: Joachim Rønning.
Guión: Linda Woolverton, Micah Fitzerman-Blue, Noah Harpster.
Intérpretes: Angelina Jolie, Michelle Pfeiffer, Elle Fanning, Ed Skrein.
Estreno: 18/10/2019
Productora: Walt Disney Pictures / Roth Films
Distribuidora: Disney Spain.
Sinopsis
Una nueva aventura de fantasía. Varios años después, continúa la relación entre la villana Maléfica y la princesa Aurora. El complejo vínculo entre la malvada hada de grandes cuernos y la joven que será la futura reina evoluciona, mientras ambas hacen nuevas alianzas y se enfrentan a diferentes adversarios, sin olvidarse de proteger a las criaturas mágicas que residen en su reino.
Crítica de Jesús Muñiz-Rimada:
La nostalgia se puede explotar de dos maneras bien diferenciadas; apelando al homenaje más complaciente y respetuoso, o reinterpretando el material para obtener un producto nuevo. Aunque durante los últimos años Disney ha optado siempre por apegarse a la primera opción, en su haber tenía una joya dormida. Una saga que ya había funcionado bien en su primer intento, pero que por razones desconocidas, había quedado relegada en favor de las conservadoras cintas supeditadas al paraguas de la corriente live-action. Cinco años después de aquel experimento en el que Angelina Jolie sorprendía al mundo, la factoría de Burbank recupera la fantasía de "La Bella Durmiente" para seguir expandiendo su propia versión de la historia. Esta vez ya, sin ningún tipo de ataduras creativas ensombrecidas por el legado del clásico.
“Vuelve la villana de gran corazón, la princesa naíf, y príncipe aguerrido manipulado por una humanidad tan torpe como destructiva".
Vuelve la villana de gran corazón, la princesa naíf, y príncipe aguerrido manipulado por una humanidad tan torpe como destructiva. "Maléfica: Maestra del Mal" no es un salto lateral hacia otros derroteros narrativos, sino una secuela que se muestra continuista en el desarrollo de sus personajes, pero que aboga por una trama mucho más ambiciosa y compleja. Resulta sorprendente que para esta tarea de notable dificultad, el estudio apostara por un cineasta con menos experiencia que el elegido para labrar la primera entrega. Y sin embargo, el resultado no podía ser más satisfactorio y efectista. El noruego Joachim Rønning viene a sustituir al veterano Robert Stomberg ("Master & Commander", "Alicia en el País de las Maravillas") en la que resulta ser su primera gran superproducción. Cierto es, que su predecesor solo contaba con recorrido en departamentos visuales cuando dirigió la cinta de 2015, pero el novato viene a debutar con la dudosa "Piratas del Caribe: La venganza de Salazar" en su haber.
La vena más explícita de cineasta, se traduce en una cinta menos avocada a lo visual y más volcada a lo narrativo. Es ahí donde la secuela gana enteros con respecto a su homóloga. El guion maniqueo y predecible de entonces, viene a ser continuado con un libreto repleto de matices, subtramas, y trazas políticas que dibujan un producto mucho más versátil. Sin la obligación de introducir a nadie ni nada, Ronning tiene las manos libres para cocinar un producto con dos naturalezas distintas pero bien complementadas. Mientras Linda Woolverton ("La bella y la bestia", "El Rey León") repite en su posición de guionista aportando coherencia y continuidad, el cineasta se arroja hacia senderos de corte más adulto con la ayuda de Micah Fitzeman-Blue y Noah Harpster. Aquí los nombres son más importantes de lo que parece. Y es que, "Maléfica: Maestra del Mal" consigue ser una experiencia transversal gracias a la unión de todas sus voces.
Salimos de esa reconstrucción de la fábula animada que ponía en el centro del escenario a la villana, a un escenario gris, donde es complicado juzgar las acciones de los personajes sin tener en cuenta el contexto. Una justificación barata sirve para que el personaje de Jolie vuelva a la casilla de salida, ocupando su papel de antagonista a ojos de los seres humanos. No importa que salvara a Aurora (Elle Fanning) ni que mostrara bondad, porque en esta ocasión quien se encargará de sembrar el odio y el terror no es ella. Michelle Pfeiffer, quien interpreta a la Reina Ingrith, se come tanto al reparto de principales como al de secundarios, con un personaje arrollador y deslumbrante. Su veteranía se deja saborear en cada uno de las escenas, pero esto no podría lograrlo de no ser por la nueva deriva de la trama principal.
Han pasado cinco años desde que Maléfica despertara a Aurora de su letargo, y durante ese tiempo las leyendas y las informaciones sesgadas han ido dibujando la imagen de monstruo que parecía haber dejado atrás. Mientras ella vive en paz sobrevolando la Ciénaga, Aurora se encarga de gobernar la zona desde tierra. Su relación, pese a ser algo disfuncional, se mantiene apegada a una maternofilial abierta a la empatía de los espectadores. De hecho, es la humanidad que transpira esa unión la que termina desembocando en el nudo principal de la secuela. La villana volverá una vez más a sacrificar sus convicciones para demostrarle cariño a su “hija”, aceptando su matrimonio con el príncipe Phillip (Harris Dickinson). Una unión, que pese a nacer del sentimiento más honesto, carga también consecuencias políticas. ¿Dos reinos en uno?
Pese a que la primera mitad del metraje está protagonizado por un elegante pastiche de tramas palaciegas y conspiraciones familiares, Ronning nunca termina de desprenderse del binomio clásico bien-mal. La Ciénaga y todas sus criaturas siguen representando las fuerzas positivas, las figuras hacia las que el espectador puede acercarse sin cuestionarse sus propios valores éticos. Los humanos continúan ejerciendo ese papel manipulador y egoísta con el que tanto se le ha representado en los materiales de historia. Ese maniqueísmo está presente también en la danza maquiavélica que dispone la reina. En una máxima constante de “tu o yo”, donde no caben matices ni posiciones intermedias, y de la que termina naciendo una gran guerra entre razas. Esta sigue siendo una película dirigida a toda la familia, claro, y tanto su violencia como sus mensajes están masticados hasta la saciedad. Cosa que no impide toparse con alguna que otra sorpresa.
Empezando por una nueva raza que no mencionaré para evitar spoilers, y siguiendo por una gran escena bélica en la que se suceden todo tipo de estrategias militares bañadas por grandiosos efectos especiales. A pesar de contar con una duración notablemente superior a la de la primera entrega, "Maléfica: Maestra del Mal" nunca cae en el tedio ni la reiteración. Su ritmo es irregular pero nunca supone un obstáculo para el desarrollo de la historia. Es lenta y dramática cuando busca arrancar, pomposa y elegante cuando presume de escenarios, y grandilocuente a la hora de hacer ruido. No destaca de manera especial en ninguno de esos apartados, pero todos los factura con una gran soltura y fluidez, haciendo de la experiencia una montaña rusa de emociones muy interesante. Quizás sea por Pfeiffer, o por la escala de los acontecimientos, pero en esta ocasión la secuela sí cumple con su obligación de superación y aporte.
¿Es todo perfecto? No exactamente. La secuela tiene alguna que otra arista que le impide alcanzar la excelencia. Arrastra todavía un reparto de secundarios demasiado extenso que impide repartir el tiempo en pantalla de manera equitativa. Las escenas encabezadas por las criaturas de la Ciénaga, o por el cuervo Diaval (Sam Riley) no aportan realmente nada al conjunto, y suponen más un tedio que una oportunidad para respirar ante tanta tensión contenida. La banda sonora, en la línea con otras producciones de Disney, sigue navegando mares de intrascendencia; ocupando un mero papel funcional que no alberga ni grandes fanfarrias ni melodías memorables. Y el baile que Jolie emprende entre tanto traje y efecto especial no siempre alcanza un resultado creíble frente al conjunto. Ahora bien, todo ello no son más que pequeños defectos en una película increíblemente entretenida.
"Maléfica: Maestra del Mal" sigue sin igualar el magnetismo de los clásicos de la factoría, ni logra canalizar la maldad que pretende desprender con su protagonista, pero camina por senderos de éxitos asegurados. Caminos alejados del fanservice de otras producciones más apegadas a la nostalgia, que invitan a pensar en soluciones más creativas para otros proyectos. Angelina Jolie no siempre volará alto, y no terminará nunca de ser la madre perfecta, pero es el claro ejemplo de que otro tipo de acercamientos a los clásicos son posibles.