El precio de la venganza
Título original
- The Price We Pay
- Año
- 2022
- Duración
- 85 min.
- País
- Estados Unidos
- Dirección
- Guion
-
Christopher Jolley
- Música
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Aldo Shllaku
- Fotografía
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Matthias Schubert
- Reparto
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Stephen Dorff, Sabina Mach, Erika Ervin, Emile Hirsch, Jesse Kinser, Tyler Sanders, Vernon Wells, Tanner Zagarino, Gigi Zumbado
- Compañías
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828 Productions, Buffalo 8 Productions, VMI Worldwide
- Género
- Acción. Thriller
- Sinopsis
- Tras realizar un accidentado robo en una casa de empeños, dos delincuentes toman la decisión de refugiarse en una remota granja para escapar de la policía. Ellos creen estar seguros en ese escondite, pero pronto descubrirán una amenaza mucho más grande que la de las fuerzas del orden.
- CRÍTICA
La historia nos traslada a las grandes extensiones rurales americanas donde nadie puede oír tus gritos de auxilio ni tampoco tienes donde esconderte. Una trama de terror rural básico al rebufo de sagas como Wolf Creek o Wrong Turn, que hace tiempo que han desaparecido de las carteleras (por algo será).
Solo por esto, ya sabemos que nos vamos a encontrar antes de sentarnos en la butaca: un grupo de inocentes de viaje a algún lugar que no es importante, se detiene en medio de la nada por un motivo irrelevante, ya sea que no tienen gasolina o que les pincha una rueda, para finalmente llamar a la puerta de alguna granja apartada o similar donde sus habitantes se dedican al fino arte de la matanza de humanos.
En este caso, con un inicio algo vacío, que apunta más a una excusa improvisada en el último momento por el guionista que a algo premeditado, tres atracadores y una rehén huyen de la policía por las famosas carreteras interminables que vemos de los anuncios de coches americanos. Cuando cae la noche, se quedan sin gasolina, todo un clásico, y se acercan a pedir refugio a la granja más cercana. Y ¡oh!, casualidades de la vida, los que allí viven se dedican a pasar por el cuchillo a todo el que encuentran. No digo más que no quiero hacer spoilers, pero es fácil de imaginar cómo termina.
A la cabeza de este revolucionario guion que desafía los límites de la credulidad del espectador se encuentra Christopher Jolley, co-escritor de títulos como Once Upon a Time at Christmas (2017) y Whisper (2020), dos títulos que rozan justo el mínimo para ser considerados serie B. The Price we pay está dirigida por Ryûhei Kitamura, quién en 2014 nos trajo el nada despreciable live action de Lupin the 3rd. El resultado final es un director solvente haciendo lo que puede con la historia que le han dado.
Donde mejora sustancialmente el film es en las actuaciones. Stephen Dorff, posiblemente uno de los mejores vampiros de toda la trilogía de Blade, interpreta al líder de los atracadores.
Un exmilitar con un sentido del bien poco definido, pero que podemos anticipar desde el inicio que será el héroe de la historia. La película también cuenta con Emile Hirsch, al que vimos hace unos años en Érase una vez en Hollywood y con el que pasamos puro terror en La autopsia de Jane Doe, en este caso, en el papel cliché del atracador violento de gatillo fácil. Aun con el talento del actor, esta vez no tiene espacio para brillar y, por el personaje que encarna, poco más podemos hacer que esperar a que lo maten de forma violenta lo antes posible.
Pero incluso con un guion facilón, con unos personajes odiosos del primero al último, una dirección más que aceptable, pero sin esencia y con unas interpretaciones a la altura del resto del producto que es esta película, aun con todo eso, es entretenida.
A simple vista parece poco conformarse con eso, pero de hace años el cine de terror y horror está de capa caída y todo suena a refrito, secuela, spinoff o remake. Se agradece encontrar títulos que, sin inventar nada nuevo, plantan cara a superproducciones y consiguen mantenerte en la atmosfera toda la proyección.
En definitiva, The Price we pay es justamente lo que uno espera encontrarse en la pantalla tras ver el tráiler. Sin sorpresas, ni buenas ni malas, la película nos da lo que promete de principio a fin. Una trama simple, sin muchas vueltas de tuerca, que va a lo que va. Aunque simple en sus propósitos, la sensación final deja un buen sabor de boca y uno sale saciado de la sala. Una buena muestra más de la ya sudada hicksploitation que parece no tener nada con que reinventarse.