El coreógrafo burkinés-belga Serge Aimé Coulibaly, fiel al compromiso social que cree que debe tener la danza, reflexiona sobre un presente marcado por el “miedo al otro” en Wakatt, el espectáculo que presenta con su compañía Faso Danse Théâtre en el Festival Madrid en Danza los días 8 y 9 de junio en la Sala Verde de Teatros del Canal.
Aimé Coulibaly, nacido en 1972 en Bobo Dioulasso (Burkina Faso), ha desarrollado su trabajo en Europa y el resto del mundo especialmente desde 2002, cuando creó Faso Danse Théâtre en Bélgica. Su creación está arraigada en la cultura africana y su arte comprometido con una danza contemporánea, potente, anclada en la emoción, pero portadora de reflexión y esperanza, con una voluntad de llegar a todo tipo de públicos.
En espectáculos anteriores a Wakatt ya había manifestado este compromiso con la realidad, como en Nuit blanche a Ouagadougou (2014), en el que investigó un levantamiento popular; o en Nalakuta Republik (2016), una exploración sobre lo que el compromiso por un mundo mejor requiere del individuo, o en Kirina (2018), en el que escudriñó en la actitud despectiva de las personas frente a la historia de los pueblos migratorios a través de mitos de origen africano occidental.
En Wakatt, una producción estrenada en 2020, Aimé Coulibaly aborda la realidad del tiempo presente, marcado por el auge del nacionalismo y la expansión del sentimiento del “miedo al otro”, un fenómeno que convive con otros argumentos que permiten cuestionar el mundo presente: el terrorismo, la revolución ecológica y la defensa del clima promovida por los jóvenes, la situación y la voz de las minorías...
En el espectáculo que presenta en Madrid en Danza, el coreógrafo burkinés-belga alerta de ese auge nacionalista y de cómo se nos dice que los “otros” ocuparán nuestro lugar, nuestro trabajo o nuestra casa.
Wakatt cuenta con música en directo, compuesta y dirigida por el flautista francés Magic Malik, al que acompañan en escena Maxime Zampieri (batería) y Jean-Luc Lehr (bajo).
Los orígenes de Aimé Coulibaly
Los primeros trabajos de Serge Aimé Coulibaly datan de los años 90 en su país africano de origen. A finales de aquella década coreografió la ceremonia de apertura de la Copa Africana de Naciones de fútbol. En 2001, se mudó a Europa, primero a Nantes, en Francia, y posteriormente a Bélgica.
Serge Aimé Coulibaly cuestiona a través de la danza la realidad cotidiana y la evolución de la sociedad, y comparte esta reflexión con el público. En su obra examina la relación entre personalidad e implicación, la tensión entre lo que el individuo experimenta o quiere decir, y lo que le impone el compromiso por un mundo mejor. A partir de su compromiso, ha desarrollado un proceso creativo que parte del principio de dualidad. Según su idea, cada movimiento del cuerpo desencadena un movimiento opuesto. Cada forma de energía va acompañada de una segunda forma. Esto lleva al cuerpo y a la mente a un estado en el que la intuición y la urgencia toman el control.
