El suplente
Próximos estrenos España 13 de enero
Título original
- El suplente
- Año
- 2022
- Duración
- 110 min.
- País
- Argentina
- Dirección
- Guion
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Luciana De Mello, Diego Lerman, María Meira. Historia: Diego Lerman, Juan Vera
- Música
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José Villalobos
- Fotografía
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Wojciech Staron
- Reparto
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Juan Minujín, Alfredo Castro, Bárbara Lennie, Rita Cortese, María Merlino, Lucas Arrua, Renata Lerman, Brian Montiel
- Compañías
- Coproducción Argentina-España-Italia-México-Francia;
Arcadia Motion Pictures, Bord Cadre Films, Campo Cine, Esperanto Kino, Pimienta Films, Vivo Film, Sovereign Films
- Género
- Drama | Enseñanza. Colegios & Universidad
- Sinopsis
- Lucio es profesor en la carrera de Letras de la prestigiosa Universidad de Buenos Aires. La vida académica, sin embargo, ya no lo motiva: quiere llevar su conocimiento donde pueda hacer una diferencia, como enseñar literatura en un barrio de la periferia de una zona marginal del conurbano bonaerense. Lucio deberá apelar a todo su ingenio para sacar adelante sus clases y al mismo tiempo, cruzará todo tipo de límites morales y prejuicios sociales para intentar salvar a Dylan, su alumno favorito, quien es perseguido por un grupo narco en busca de venganza.
- CRÍTICA
En una de sus clases, Lucio, el profesor de literatura suplente del título, explica que en una historia de intriga o policial tiene que haber un misterio a resolver y que la narración vaya dejando pistas para llegar a esa resolución coherentemente para ser atractiva. El suplente no es propiamente un thriller –aunque coquetea con ello en algunas secuencias- y su trama incide en materiales conocidos siguiendo la línea de “docente enseña a alumnos marginales”, pero realmente no necesita más para sostenerse y andar con vida propia al contar con la singularidad de un contexto (Isla Maciel, barrio de la conurbación sud de Buenos Aires) y una ejecución honesta.
Lo que podría parecer una versión porteña de El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989) o Mentes peligrosas (John N. Smith, 1995), se aleja de toda condescendencia propia de la mirada privilegiada frente a los desfavorecidos de esta última y abraza un cariz más realista como el de aquella La clase (Laurent Cantet, 2008) para describir un lugar y una gente carente de grandes esperanzas sin sentencias morales ni sentimentalismos baratos.
No obstante, aun fundamentándose en cimientos veraces, Diego Lerman tiene claro que él quiere inscribirse en el terreno de la ficción y logra una puesta en escena híbrida que recoge la cercanía con la cámara a sus personajes o situaciones y, a la vez, se dedica a enmarcarlos en ventanas, espejos o puertas de un modo manierista, sutilmente realzando la belleza de los espacios y objetos sin chocar en ningún momento con la llaneza de la cotidianidad expuesta y evidenciando la capacidad de Lerman para estimular visualmente con el encuadre sin traicionar la raíz del tema. Esto forma parte de esos detalles que otorgan entidad a El suplente.
Pero principalmente, además de la solvencia de Lerman tras la cámara, es en el aprovechamiento del emplazamiento y el retrato de personajes donde reside el corazón de El suplente. Poniendo sobre la mesa cuestiones como lo imprescindible de un acceso plural a la educación, la valía del docente, los estragos de la criminalidad o la tensión entre los despachos y el trabajo de campo, se abre el debate donde nada es de un color claro y se aceptan todo tipo de matices. Con tantas posibilidades y capas como su protagonista, un personaje que, desde una humanidad perfectamente reconocible, no es para nada un ser de luz, sino alguien que bascula entre la vocación, la frustración y su propia reorientación en cada una de sus múltiples facetas: profesor, padre, expareja, hijo, etc.
En contraposición con su vertiente profesional y la creciente conexión con sus alumnos, la subtrama familiar opera de forma paradójica, donde el vínculo con su hija se tambalea, precisamente, por querer imponerle un futuro académico en un instituto de categoría en el que ella no tiene interés, a través de la cual Lerman y sus coguonistas Luciana de Mello y María Meira refuerzan el conjunto. Donde el film sí que flaquea más es en la trama criminal y su desenlace, pero esta tampoco es el objetivo principal de la película, que compensa por otras vías y asuntos como, por ejemplo, mostrar una escuela intervenida por el estado, a causa del trapicheo con drogas llevado a cabo por los estudiantes.
Si los matices de los personajes son transmitidos es en buena parte gracias a la notable labor del reparto, donde brilla Juan Minujín, llevando la carga protagonista con mucha solvencia y evitando afectaciones innecesarias. Lo taciturno, desubicado y pasional de Lucio, caracterizado desde el guion, vuela con el trabajo de Minujín, que se hace completamente suyo el rol y, simultáneamente, lo deja nadar en ese mar de docentes que pueblan las aulas, tan llenos de momentos grises como coloridos.
En esta franca encarnación también radica la identidad de un film ágilmente desarrollado, claro en su elocuencia, desvinculado de pretenciosidad y que alcanza dejar un cierto poso al saber jugar con los convencionalismos y potenciar sus bazas. Una bonita película, exento de idealizaciones, espectacularidades antinaturales y lágrimas de saldo.