A Song Called Hate: Haciendo caer la venda por un segundo
A Song Called Hate
Filmin (últ. incorporaciones) 20 de mayo
Título original
- A Song Called Hate
- Año
- 2020
- Duración
- 90 min.
- País
- Islandia
- Dirección
- Guion
-
Iain Forsyth, Skarphéðinn Guðmundsson, Anna Hildur Hildibrandsdottir, Jane Pollard
- Reparto
- Documental
- Productora
-
Tattarrattat
- Género
- Documental | Música
- Sinopsis
- Análisis en profundidad del momento en el que la banda islandesa, Hatari, cuestionó al mundo entero en el concurso televisivo más visto de todo el globo: Eurovisión. El documental relata el episodio de la banda en Israel, cuando cuestionaron la ideología del país que iba a ser sede del certamen.
- CRÍTICA
Estos días en los que se vuelven a producir bombardeos indiscriminados en Palestina a manos de Israel, la llegada a nuestras pantallas de A song called hate no puede resultar más oportuna. El documental de Anna Hildur Hildibrandsdottir aborda la problemática árabe-israelí y denuncia ciertas prácticas en el territorio que rehúyen de los Derechos Humanos, pero no lo pone en el centro. Porque la cuestión de fondo del documental gira entorno al arte y a su naturaleza. ¿Es o debe ser político? Esto es lo que creen los protagonistas, el grupo islandés Hatari, que representó a Islandia en Eurovision 2019 en Tel Aviv con su canción Hatrið mun sigra. La banda se presentó a la selección nacional para elegir al representante al Festival con el fin de vehicular su mensaje de apoyo a la causa Palestina y rechazo al gobierno israelí. Este acto forma parte de su objetivo: destruir a un capitalismo nocivo que sostiene élites a costa de la dignidad de las personas.
El film resigue su periplo desde su elección como embajadores islandeses en el certamen hasta los efectos de su acto de rebeldía en pleno directo, mostrando una bandera palestina -prohibidísima- ante los millones de espectadores que se reunieron ese 18 de mayo. No se trata tampoco de una hagiografía del grupo, en tanto que abre vedas para el debate y la contradicción a la que se exponen al denunciar los maltratos de Israel o el capitalismo en un acto producido mayoritariamente por los medios del Estado de Israel que mueve millones y supone un derroche de recursos. ¿Hipocresía o reventar el sistema desde dentro?
A song called hate puede remitir en su estructura a otros documentales de misiones casi imposibles como Man on wire (James Marsh, 2008), aunque con unas formas más televisivas que no terminan de sostener la tensión como hacía aquella. Con un uso fluido del material de archivo, es capaz de cubrir su objeto de estudio con suficiente detalle, a la par que resulta didáctica en tanto a los procesos eurovisivos o a la actualidad en la ocupación de Israel. Tras un año de ausencia de Festival, este año veremos si en Rotterdam alguien también iza la bandera a tenor los hechos recientes. De momento, la presente edición se ha saldado con la retirada de Armenia del concurso por la guerra de Nagoro-Karabakh y la puesta de perfil a nivel internacional.
De hecho, en 2016 la representante armenia Iveta Mukuchyan también mostró una bandera de la región ocupada por Azerbaiyán en las semifinales a modo de protesta, cosa que fue objeto de duras críticas, especialmente motivadas por la presión azerí. El incidente se saldó con una sanción a la televisión pública armenia, alegando que promueve una mala imagen del certamen. Para que luego haya quien diga que Eurovision y el arte no acarrea una dimensión política. Estaremos atentos a nuevas disrupciones.