CRÍTICA DE CINE

Boris sin Béatrice: De Boris sin Beatrice a Boris por Béatrice

El interesante film de Côté destaca por su simbolismo y su lección moral, al describirnos una moderna forma de egoísmo en las relaciones de pareja. El matrimonio de Boris y Béatrice se ve agitado por la profunda melancolía que sufre la esposa. La distante actitud de Boris y su carácter nos llevan a una inquietante y diferente reflexión.

Drama | 93 min. | Canadá 2016

Título: Boris sin Béatrice.
Título original: Boris sans Béatrice.
Director: Denis Côté.
Guión: Denis Côté..
Intérpretes: James Hyndman, Simone-Élise Girard, Denis Lavant, Isolda.

Estreno en España: 19/05/2017 
Productora: Metafilms,

Distribuidora: Paco Poch Cinema

Sinopsis

La cómoda vida de Boris (James Hyndman), un empresario acostumbrado al éxito, es agitada cuando su mujer Béatrice (Simone Elise-Gerard), ministra del gobierno canadiense, cae en una profunda depresión. Sin resignarse a reconocer la melancolía de su esposa, Boris se evade a través de sus affaires, su colega Helga y la joven cuidadora de Béatrice, Klara, mientras ésta permanece en silencio absoluto en la cama. Todo cambiará con una inesperada e inquietante visita que le obligará a plantearse su propia existencia y cómo se enfrenta al mundo 

Crítica

El interesante film de Côté destaca por su simbolismo y su lección moral, al describirnos una moderna forma de egoísmo en las relaciones de pareja. El matrimonio de Boris y Béatrice se ve agitado por la profunda melancolía que sufre la esposa. La distante actitud de Boris y su carácter nos llevan a una inquietante y diferente reflexión. 

Las intenciones del film son saboreadas desde el primer instante.

Las intenciones del film son saboreadas desde el primer instante. Empezando por el título y ya en la primera escena, con el arrogante Boris, prepotente, altivo e inquebrantable, observando con cierto desdén todo su alrededor. Demasiado orgulloso y a la vez habituado al éxito, Boris es incapaz de reconocer ningún tipo de fracaso, incluyendo la enfermedad de su esposa. La presentación del tema, con tintes a lección moral, es firmemente declarada con la aparición del turbador personaje interpretado por Denis Lavant (que parece hacer referencia a los fantasmas dickesianos) y confirmada a lo largo del film. Tanto el espectador como el propio protagonista sospechan que la causa de la depresión de Béatrice es la ausencia de Boris. 

Denis Côté, mucho más narrativo de lo que hasta ahora nos tiene acostumbrados, vuelve a utilizar una casa de campo como refugio para la pareja protagonista, como ya hizo en Vic + Flo ont vu un ours (2013). Su experiencia en documentales parece ejercer influencia en la distancia de la perspectiva. Marcado por un estilo pasivo en la mayoría de las escenas y la tranquilidad en las pausas de los planos, el relato es destacable por su alta carga de simbolismo.

Detrás de la no siempre agradable calma al explicar el relato, se esconde una advertencia con aires conservadores. El deleite de la entretenida película solo puede ser realmente apreciado cuando se acepta entrar en el juego con el director, con sus propios traviesos detalles, como la sugerente burla a la presencia incoherente del arpa en una tienda de ropa, un guiño a uno de sus últimos documentales, Bestiaire (2012), con unos insistentes planos de animales marchitados o con los recuerdos de Boris en forma de vídeos caseros, con Béatrice radiante y feliz. Entre estos detalles, destaca el cameo del también director y escritor Bruce LaBruce como primer ministro canadiense.

El antihéroe de nuestra historia comparte pecados con el conjunto de la película, que puede parecer en ocasiones soberbiamente superficial. Cualquier redención lleva inevitablemente a la visita de los seres queridos, donde los clichés se aprecian con más claridad: la esposa siempre tolerante, la amante vengativa, la típica hija rebelde, la madre demasiado orgullosa… Los personajes son llevados con destacables interpretaciones, aunque sus roles y relaciones carezcan de espontaneidad. En el reparto destacan la pareja protagonista James Hyndman y Simone Elise-Gerard, a quienes les basta con una sola mirada para describir las dos maneras de afrontar la debilidad.​

La falta de calor humano y la distancia permiten minorar la empatía por la que suelen destacar las historias que descomponen las crisis matrimoniales, donde la prioridad es exhibir las emociones y los sentimientos. Cabe resaltar que mostrar estas figuras intangibles suele resultar muy difícil de analizar sin recurrir a ningún cliché. Caer en la tentación de los anteriormente descritos estereotipos parece intencionado, para manifestar una narración más amena. 

La ilustrada vanidad es la culpable de esta moderna forma de egoísmo, blanco del juicio de Côté, quien nos invita, con un nada sutil golpe de codo, a reflexionar sobre nuestras relaciones personales.