CRÍTICA DE CINE

Criminal: Tengo la cabeza loca

A Kevin Costner, siempre con ese estilo parco muy en la línea de su admirado Steve McQueen, es preferible tenerlo en un filme menor que no tenerlo en absoluto. Mente implacable ofrece una historia con una premisa un tanto traída de los pelos donde se aúna sin mucho criterio espionaje con una pizca de ciencia ficción.

Drama | 102 min | USA 2015

Título: Criminal. 
Título original: Criminal.
Director: Ariel Vromen.
Guión: Douglas Cook, David Weisberg.
Actores: Kevin Costner, Gary Oldman, Ryan Reynolds, Scott Adkins.
Estreno en España: 02/09/2016 
Productora: Campbell Grobman Films / Lionsgate

Distribuidora: TriPictures

 

Sinopsis

La historia del hombre adecuado en el cuerpo equivocado. En un último esfuerzo para detener una conspiración diabólica, implantan los recuerdos, secretos y habilidades de un agente de la CIA fallecido en un impredecible y peligroso convicto con la esperanza de que completará la misión.

Crítica

A Kevin Costner, siempre con ese estilo parco muy en la línea de su admirado Steve McQueen, es preferible tenerlo en un filme menor que no tenerlo en absoluto. Mente implacable ofrece una historia con una premisa un tanto traída de los pelos donde se aúna sin mucho criterio espionaje con una pizca de ciencia ficción. Con sus debilidades a la vista la película no carece de interés y de una buena cuota de acción pero sin lugar a dudas su mayor peso recae en un elenco soñado. Miren que nenes, señores: Gary Oldman, Ryan Reynolds y Tommy Lee Jones.

Habría que hacer un estudio sobre cuántas veces le han practicado en sus películas al bueno de Ryan Reynolds operaciones extrañas a lo largo de toda su filmografía: tanto en In/mortal, como en Deadpool y ahora en Mente implacable Reynolds acude a la sala de operaciones para que le hurguen de mala manera y le cambien el cerebro o le metan superpoderes. En esta ocasión da vida a un agente de la CIA que es abatido en una operación encubierta. Antes de que sus recuerdos y vivencias profesionales pasen a mejor vida los Víctor Frankenstein de turno deciden extraerle todos sus recuerdos y traspasarlos a la cabeza de un exconvicto peligroso, uno de esos criminales en potencia a los que soplas y ya te están arreando.

Habría que hacer un estudio sobre cuántas veces le han practicado a Ryan Reynolds operaciones en sus películas.

El cartel de actores que aparecen en la película es de los que quitan el hipo por su perfil alto: el citado Ryan Reynolds, Kevin Costner, Gary Oldman, Tommy Lee Jones, Alice Eve… incluso aparece por allí nuestro Jordi Mollá como villano de la función, un malvado que no pasará precisamente a la historia de los antihéroes dado su propensión al histrionismo y a la exageración.

Quien lleva la batuta en el desarrollo argumental es Kevin Costner, recién salido de su participación en la megataquillera Batman Vs. Superman: el origen de la justicia. Se pasa media película con la mano en la nuca tocándose la cicatriz fruto de la laboriosa operación, y la otra media dando mamporros y huyendo de la injusticia en una serie de continuas persecuciones a pie o en vehículo más o menos afortunadas.

El guion no admite una segunda lectura donde quedarían claras todas sus fisuras, 

Aunque lo que nos propone el guión (firmado a cuatro manos por los veteranos Douglas Cook y David Weisberg, responsables entre otras de Doble riesgoLa roca) no sea precisamente algo muy original (esta historia la hemos visto mil y una veces y la seguiremos viendo hasta que Hollywood desparezca) la acción entretiene y el ritmo no decae en ningún instante. Otra cosa es que a uno le guste otro tipo de cine más reflexivo o que al menos tenga cierta base empírica.

Aquí ni lo uno ni lo otro. El libreto no admite una segunda lectura donde quedarían claras todas sus fisuras, y además la sinrazón de su planteamiento (a lo loco y con la mente de otro) se acentúa en un desarrollo convulso donde nada tiene ni pies ni cabeza. El protagonista, como si del Doctor Jeckyll y Mr. Hyde se tratase, a ratos se comporta de manera educada y en otros momentos se le cruzan los cables y se vuelve violento e inestable.

El director del film, el israelita Ariel Vromen, ya ha demostrado con creces en sus anteriores trabajos tener al menos buen pulso a la hora de inyectar adrenalina a sus rocambolescas narraciones. En Iceman, por ejemplo, nos explicó a base de peleas y explosiones la doble vida de un padre que por la mañana era padre de familia y por la noche un temible asesino a sueldo.

Pero poco más se le puede pedir. Mente implacable se ve de un plumazo y se olvida más rápido de lo que tarda Jericho Stewart, el héroe de la función, en dejar atrás su turbulento pasado a base de pastillas milagrosas.

En definitiva nos hallamos ante un curioso híbrido que se mueve de manera solvente entre géneros aunque seguramente no acabe de contentar ni a los amantes de la ciencia ficción ni a los seguidores de los thrillers de acción al uso., ya que no se toma en serio ni a unos ni a otros. Pero algo de bueno tendrá el asunto cuando sus casi dos horas de metraje se pasan como un suspiro.