La Desvida

Título original

Non-Living

Año

2020

Duración

87 min.

País

 España

Dirección

Agustín Rubio Alcover

Guion

Agustín Rubio Alcover

Música

Josué Vergara Blanco

Fotografía

Carlos Cebrián

Reparto

Tábata Cerezo, Julio Perillán, Telmo Yago

Productora

EOC Producciones Cinematográficas

Género

Terror

Sinopsis

Un grupo de escritores dedicados a contar historias infantiles regresan a la casa en la que perdieron a su hijo. La idea es recolectar lo básico para volver a casa separados. Todo cambia cuando encuentran un mensaje del niño invitándolos a participar en un juego de pistas. 

 

CRÍTICA

"Y una cosa hay que tener que no se pueda romper" En mi interpretación, esta equívoca adivinanza recitada en uno de los diálogos a mitad de metraje funciona como enunciado postextual de una historia que juega a la continua perplejidad. El film ideado por Agustin Rubio se desenvuelve en dos dimensiones narrativas marcadamente diferenciadas a la hora de llegar al punto común de sus dos protagonistas, su visible desunión hasta llegar al límite de su interrelación.

En el prólogo, el ambiente constituido a partir del manejo premeditado en la puesta en escena invita a una experiencia reflexiva y tortuosa sobre el desamor y la pérdida del objeto de deseo (en este caso el hijo) como desquebrajamiento completo del mismo. De manera sumamente talentosa, el director dibuja un escenario espacio-temporal en la que el montaje se fundamenta de forma imprescindible en pos de una cámara indiscreta continuamente en movimiento.

El recuerdo, adaptándose a nuestro lenguaje, sería el perfecto simil de un plano secuencia dinámico que se siente embotellado en un hogar con vida propia que necesita airearse como única vía de escape. Alex y Natalia, la suma de un vacío irreparable del que solo queda rememorar viejos tiempos, vuelven a un lugar donde todo se mantiene insonoro excepto el piar de los pájaros. Ese selectivo entendimiento de la banda sonora música refleja magistralmente la obvia distancia entre el pasado y el presente, en la que solo el acorde de la guitarra es capaz de edulcorar un recuerdo actualmente perturbador.

Aunque continuando con la misma idea, la trama empieza a adosarse en un thriller psicológico y de manera casi simbólicamente burlona en el terreno de lo paranormal, transformándose el recurso musical en un énfasis redundante y funcional para cada momento de tensión, frente a un planteamiento audiovisual en un comienzo original e imaginativo.