Doce: Entre el gozo y el frenesí
Dirección: Juan Carlos Lérida.
Doce es una de esas experiencias que buscan sorprender incluso antes de su comienzo: según entramos al teatro nos encontraremos con un grupo de actores moviéndose muy lentamente en el escenario, casi estáticos, con unas misteriosas tablas de madera sobre la cabeza en las que reposa unos botines. ¿Ha comenzado ya la obra? En principio no, ya que los espectadores continúan sentándose e incluso alguno revisa tímidamente el teléfono. Los minutos pasan y los actores continúan moviéndose lentamente, manteniendo el difícil equilibro de sostener una tabla con unos zapatos sobre sus cabezas. Poco a poco los doce se sientan y se calzan. Están listos para el frenesí.
Así comienza la última propuesta de coreógrafo sevillano Juan Carlos Lérida. Una obra que busca ser un encuentro de celebración y extasis en el que doce artistas se dejarán llevar al ritmo del flamenco y la música electrónica. De entrada, Doce forma parte de la Liturgia de las horas, un conjunto de obras en las que el coreógrafo reflexiona sobre las últimas horas de Jesucristo, desde la celebración de la Santa Cena, hasta la Resurrección.
No obstante, en mi opinión, resulta muy difícil catalogar Doce dentro de un género o una temática concreta, ya que estamos ante una performance que antes todo busca impactar y emocionar, convirtiéndose por momentos en una orgia de sentimientos y sonidos difícilmente describible. De esta manera en Doce hay tiempo para el baile y el frenesí, pero también para la música electrónica, el flamenco experimental y para la video creación. Doce es una obra para ser vivida y experimentada, escribir sobre ella es un ejercicio casi imposible.
No obstante, sí me gustaría destacar el formidable trabajo que hacen en escena Juan Carlos Lérida, François Ceccaldi, El Pirata, Adrián Vega, Karen Mora, Vincent Colomes, Raúl Lorenzo, Carmen Muñoz, Chantal Soler, Teresa Garzón, Andrea Antó, Valeria Stucki y Marc Lleixa. Actores al servicio de un trabajo escénico que busca experimentar (y en ocasiones provocar) y en el que Juan Carlos Lérida pone en práctica sus ideas metodológicas sobre el flamenco empírico, consistentes en la búsqueda de la repetición y deconstrucción de las bases técnicas y expresivas del flamenco. En palabras de Juan Carlos Lérida, Doce es una pieza de danza y música que evoca el sacrificio como una ceremonia de expiación. Y sí, es eso y muchas cosas más.
Finalmente, Doce es una de las propuestas más creativas e innovadoras que hemos podido ver este año en la Sala Negra de los Teatros del Canal. Espacio que bajo la dirección de Blanca Li se está convirtiendo en un referente del teatro alternativo.