Adrien tiene 35 años, es neurótico e hipocondríaco y está estancado en una crisis de madurez. Durante una cena con su extensa familia, su novia no contesta sus mensajes y su estúpido cuñado le pide que se encargue de hacer el discurso de su boda. ¿Qué podría ir peor?.
CRÍTICA
“El brindis” nos cuenta la historia de Adrien, un hombre de 35 años que se encuentra estancado en plena crisis de madurez y al que le acaba de dejar la novia. Es una persona profundamente neurótica e hipocondriaca que es incapaz de afrontar las distintas situaciones de la vida con calma y visión serena.
La película se desarrolla durante el intervalo de una cena familiar en la que Adrien estará continuamente esperando a que su ausente novia le conteste un mensaje de texto. Por si fuera poco, su cuñado le pedirá que prepare un elaborado discurso para el día en el que se casen, ya que es el mejor regalo que le puede hacer a su hermana. No hace falta añadir que Adrien tiene un profundo miedo escénico
Todas estas situaciones cómicas son el motor de una comedia que se desarrolla de una manera muy ágil y con una clara vocación teatral. Laurent Tirant (“Astérix y Obélix: Al servicio de Su Majestad”) desarrolla la acción en pequeños cuadros escénicos en los que el protagonista está continuamente dirigiéndose e interpelando al espectador. El escenario principal es una cena sobre la que se irán añadiendo recuerdos y emociones que buscan dar una imagen global de un protagonista profundamente hipocondriaco y neurasténico que no ha sabido llevar bien su vida.
El objetivo final es ir proponiendo reflexiones y sensaciones con las que el espectador se sienta emocionado y reflejado, pues esta es una película en la que se habla mucho sobre el amor, el miedo a la soledad y sobre los errores tontos que vamos cometiendo en nuestra juventud.
“El brindis” está llena de momentos teatrales en los que Laurent Tirant rompe los conceptos clásicos de la cuarta pared. No olvidemos que la película está basada en un libro de Fabrian Caro, conocido dibujante de cómics francés con lo que se establecen muchas conexiones estéticas.
La película busca el lucimiento de Benjamin Lavernhe (“Delicioso”), que intenta componer, de forma bastante forzada, un personaje de inspiración directa con Larry David y Woody Allen. El resultado final es divertido pero su desarrollo me resulta fatigoso y excesivamente repetitivo. Todo es tan tal falso y artificioso que me resulta imposible empatizar con un personaje que además propone unas reflexiones sobre la vida que están profundamente mal enfocadas.
Porque el mensaje final de “El brindis” es que solo podemos ser felices si dependemos emocional e intelectualmene de otra persona. No importa que esa persona juegue con nuestros sentimientos, o que nuestra vida sea un profundo desastre lleno de errores y traumas. Lo único importante es estar acompañados y casarnos cuanto antes mejor. Lo más grave es que no hay un atisbo de ironía en la resolución final de “El brindis”.