El Joven Ahmed: La amenaza vulnerable
Título: El joven Ahmed.
Título original: Le Jeune Ahmed.
Dirección: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne.
Guión: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne.
Intérpretes: Idir Ben Addi, Olivier Bonnaud, Myriem Akheddiou, Victoria Bluck.
Estreno: 05/12/2019
Productora: Centre du Cinéma et de l'Audiovisuel de la Fédération Wallonie-Bruxelles / Les Films Du Fleuve.
Distribuidora: Wanda Vision.
Sinopsis
Esta adaptación cinematográfica de la novela de Dolores Redondo nos sitúa un año después de resolver los crímenes que aterrorizaron al pueblo de Baztán. La inspectora Amaia Salazar (Marta Etura) acude embarazada al juicio contra el hombre acusado de violar, mutilar y asesinar a una joven, imitando el modus operandi del basajaun. Pero, tras el suicidio del acusado, el juicio debe cancelarse. Entonces Amaia es reclamada por la policía porque se ha hallado una nota suicida dirigida a la inspectora, una nota que contiene un escueto e inquietante mensaje: "Tarttalo". Esa sola palabra destapará una trama terrorífica tras la búsqueda de la verdad.
Crítica:
Un par de meses antes del estreno en Cannes 2016 de su anterior película, la decepcionante La chica desconocida, tenían lugar en el aeropuerto y metro de Bruselas un seguido de explosiones perpetradas por el yihadismo y saldadas con 32 víctimas civiles. Era previsible, pues, que unos espectadores de la realidad social como Jean-Pierre y Luc Dardenne abordaran una de las grandes lacras de la sociedad moderna tarde o temprano.
“La pareja belga, como exponente de la ficción realista observacional, se ciñe a una sobria exposición del presente de los hechos y no indaga en las motivaciones para la radicalización del chico".
Una compleja problemática en la que se podría caer en el peor de los sensacionalismos y maniqueísmos, pero a la que, gracias a Dios, los hermanos prestan su habitual mirada desnuda y desprovista de artificios con la que evitan todo juicio a terroristas en potencia que, al mismo tiempo, son víctimas. Porque aunque el Ahmed del título llegue a cometer atrocidades, no se encuentra lejos de otros jóvenes dardennianos: desafecto, desorientado y criado en un ambiente familiar convulso. En su percibida insignificante existencia, encuentra en el fundamentalismo religioso un sentido para su vida, pero este toma una deriva exacerbada alimentada por las posiciones radicales del imán de su mezquita, las cuales guían a Ahmed hacia la violencia. La pareja belga, como exponente de la ficción realista observacional, se ciñe a una sobria exposición del presente de los hechos y no indaga en las motivaciones para la radicalización del chico con el fin de evitar el más mínimo estigma y, también, para poner sobre la mesa que en la mayoría de ocasiones estos ataques son fruto de la irracionalidad a la que puede someter una interpretación errónea de algo tan devoto como es el culto.
Enmarcando al protagonista en una puesta en escena cerrada y asfixiante, los Dardenne hierven el caldo de lo que terminará explotando en el momento culminante del film (la agresión), para luego retratar el proceso de reinserción del joven de un modo más esperanzador, pero igualmente inestable, dirigiéndose hacia un desenlace que no termina de estar a la altura de su estremecedora primera parte.
Menos redonda que otras disecciones suyas, pero con las señas de calidad a la que nos tienen acostumbrados –nunca fallan con los intépretes-, los Dardenne han tocado un tema controvertido con pulcritud, crudeza y delicadeza a partes iguales, tal vez con poco riesgo en su fórmula, pero con indudable solvencia a la hora de cuestionar al espectador
Una ventana transparente a la radicalización islámica extrapolable al fanatismo más intransigente que puede desprender cualquier religión.