Normalmente las novelas suelen reflejar una realidad dentro de mundos imaginarios. Así nos sirven como agentes principales para dejar volar la imaginación y también para conectar con una serie de personajes que, de otra manera, nunca los hubiéramos podido conocer. Por ese motivo una novela gráfica realista que trata sobre una joven autista y sus aventuras y desventuras en su día a día es la mejor manera de introducirse en un universo que al menos, para quien esto suscribe, es absolutamente desconocido.
Frankie, de once años, que vive en Irlanda, lucha contra una sociedad que parece no acabar de comprenderla. Por un lado, la gente le dice que habla demasiado y, a menudo, reaccionan como si hubiera dicho algo equivocado en el momento equivocado. Hay muchas otras cosas que la hacen sentir diferente en su entorno: su gusto por la música, su tamaño pequeño, su sensibilidad, por lo que se siente tan rara como dicen los acosadores de la clase. Sin embargo, la familia de Frankie (su madre, su padrastro y su metomentodo hermana pequeña es bastante buena, especialmente su madre que le apoya a muerte.
Todo se precipita cuando debido a un trabajo que le ponen en clase de arte, la materia escolar favorita de Frankie, se enfoca en el tema de tu verdadero yo. Entonces la heroína de nuestra historia se pregunta si ella podría ser más parecida a su padre ausente que a la familia con la que vive. Para saber más, ella y sus amigos comienzan una búsqueda para localizar a su padre. Con finales positivos para las diversas historias que se van entremezclando en la peripecia, la narración demuestra cuán validador puede ser un diagnóstico de autismo.
Frankie pasa de sentirse como una extraterrestre a comprender y apreciar cómo funciona su cerebro. Aoife Dooley, quien también es autista, usa un arte en el comic donde predominan los colores negro, azul y naranja. Las ilustraciones son divertidas, juguetonas y entrañables, igual que nuestra protagonista. Frankie y su familia son blancos; la diversidad en salud, capacidad y raza se entreteje naturalmente en la historia, ya que por ejemplo una de sus mejores amigas es negra y la otra va en silla de ruedas. La autora ha confesado en más de una ocasión que cuando era pequeña no encontraba personajes como ella en los libros, por lo que se decidió a escribir esta novela gráfica.
Es digno de destacar el hecho de que no se trate realmente un libro que gire tan solo sobre el autismo y sus vicisitudes, sino que la idea es más la de que la protagonista se enorgullezca de su rareza y por ende celebrar las cosas que hacen diferentes a los chavales... y además versa sobre las aventuras de la infancia, porque este es un libro divertido para niños, no un sermón que quiera aleccionar a nadie.
El libro concluye con una suerte de epílogo post-agradecimientos en los que se nos explica brevemente lo que es el autismo y las verdades y mitos que circulan sobre este tipo de trastorno, acompañado de un mínimo tratado sobre como ser buena amiga y un divertido juego donde tienes que adivinar tu nombre de superheroína.
Recomendado para cualquier persona mayor de 8 años y especialmente para los jóvenes que acaban de descubrir que son autistas.