Estamos Hechos Para Entendernos: No cuaja
Estamos hechos para entendernos
Título original
- On est fait pour s'entendre
- Año
- 2021
- Duración
- 93 min.
- País
- Francia
- Dirección
- Guion
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Pascal Elbé
- Música
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Christophe Minck
- Fotografía
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Rémy Chevrin
- Reparto
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Sandrine Kiberlain, Pascal Elbé, Valérie Donzelli, Emmanuelle Devos, François Berléand, Marthe Villalonga, Claudia Tagbo, Manon Lemoine, Anne Azoulay, Antoine Gouy, Michel Boujenah
- Productora
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Jerico, Pere Films, France 3 Cinéma, Canal+, Ciné+, C8
- Género
- Romance. Comedia | Comedia romántica. Discapacidad. Discapacidad auditiva
- Sinopsis
- Antoine, un profesor de historia de cincuenta años, descubre que está perdiendo la audición. Su nueva vecina Claire, que ha venido a vivir temporalmente con su hermana y su hija tras la pérdida de su marido, sueña con la paz y la tranquilidad. No es lo ideal tener de vecino al ruidoso Antoine, con su música estridente y su despertador que suena sin parar. Y sin embargo, Claire y Antoine están hechos el uno para el otro.
- CRÍTICA
La comedia francesa tiene un inconfundible sello distintivo que la convierte ya prácticamente en un género propio. Esa conjunción de la historia popular, los buenos sentimientos, un punto irónico y una atmosfera sofisticada –independientemente de si se desarrolla en la grandilocuente París o un pueblito- resulta fácilmente reconocible para cualquier ojo y muy asequible de digerir por un público amplio.
Prueba de su éxito son las incontables películas del estilo que no solo se producen en Francia, sino que cruzan las fronteras y llegan a nuestras pantallas, con resultados variables. Frente a esta proliferación, es evidente que no todo estará al mismo nivel y que un buen puñado de ellas pasan a engrosar “el montón”. Justamente, esto es lo que sucede a Estamos hechos para entendernos, primera incursión pura en la comedia romántica del actor y director Pascal Elbé, después de jugar al drama y al thriller en Cabeza de turco (2015) y Je compte sur vous (2015), respectivamente.
El film parte de una atractiva premisa –un hombre maduro que sufre una progresiva pérdida de audición y la relación que establece con una niña con problemas de comunicación y su tía-, que se enfunda en los esquemas clásicos de la romcom, es decir, de la transición del odio al amor. Sin embargo, el esqueleto no gana músculo en ningún momento al no trabajar ni en el humor ni en un desarrollo emocional subyugante.
Los tímidos gags no aportan ninguna dosis de inspiración, ni tampoco los diálogos son vivos ni chispeantes; pero es que la vertiente sentimental, que Elbé prioriza algo más, tampoco ofrece ningún trazo destacable en su predecible y aletargado tratamiento, consiguiendo la pesadilla de este tipo de cine que es no conmover y, sobre todo, que los personajes no generen interés ni implicación en el espectador.
Medianamente remontada por su elenco, estamos ante un claro exponente de aquella dicha que reza que lo peor que puede provocar una obra es indiferencia. Porque no es defendible ni punible, no hay ningún punto en el que alabarla o hundirla, todo se integra en una medianía sin sobresaltos haciéndola funcionar por inercia, como si no tuviera vida. Y una película de este tipo debe insuflar vitalidad de cualquier manera, ya sea a través de la carcajada, la sonrisa, el nervio, la lágrima o el nudo en el estómago.
Nada de ello se siente durante su visionado, ni al finalizar. Desde el título pregonan que “Estamos hechos para entendernos”, pero a veces la cosa no cuaja ni a tiros. En este caso, porque alguien se ha olvidado de cocinar los ingredientes.