Frío como el acero, nuevo lanzamiento de Resen
Frío como el acero (Stone Cold) es otra película que cuenta con una peligrosa pandilla de moteros liderados por un guitarrista invisible (sic) al que da vida Lance Henriksen (interpretando a un personaje llamado Chains Cooper).
Las personas que han conocido a los moteros en la vida real podrán decirle que, en su mayor parte, a menudo son un grupo encantador de personas. Su imagen con su chaleco de cuero y demás aperos es más que suficiente para asustar a algunos, pero desde luego las apariencias engañan. En las películas, sin embargo, es una historia totalmente diferente, y si no que se le pregunten al protagonista del primer Mad Max.
Frío como el acero (Stone Cold) es otra película que cuenta con una peligrosa pandilla de moteros liderados por un guitarrista invisible (sic) al que da vida Lance Henriksen (interpretando a un personaje llamado Chains Cooper). Este entretenido grupo alcanza su grado máximo de felicidad cuando están ganando dinero con las drogas, disparando armas o siendo tan ruidosos y violentos como les sea posible. Por supuesto, con William Forsythe formando parte de la banda, el problema ya estaba casi garantizado (su rostro impenetrable se dejó ver en cintas míticas como La Roca o El color del crimen).
Pero el héroe de la función no es otro que Brian Boxworth (ex jugador de fútbol americano que quiso probar fortuna como actor buscando la fórmula que lo emparentara a musculosos tipo Arnold Schwarzenegger o Jean Claude Van Damme), quien da vida a un policía muy duro que en su próxima misión será el encargado de infiltrarse en la citada banda de motoristas. Tienen casos ya prescitos pero Joe considera que hay que hacer justicia. Para ello llevará a cabo una operación encubierta, ganándose la confianza del líder de la banda sin levantar sospechas. Tendrá que hacer auténticas peripecias para que no le descubran y conseguir su objetivo con éxito.
Traslación de las biker movies (aquel entrañable subgénero de películas que tuvo en “Easy Rider” su epicentro, que llevaron a las pantallas a partir de finales de los 60 el encanto de las desiertas autopistas norteamericanas y sus superlativos habitantes a bordo de Harleys) al cine de acción estereotipado hasta la médula (muy popular por entonces), de incontestable espíritu macarra y fiel a su estilo desde el primer fotograma. Craig R. Baxley (experto en la coordinación de escenas de acción de películas tan populares como “Predator”) dirige con soltura el libreto y sin ningún tipo de pretensión ajena a las de la fidelidad por un estilo de acción que tantas horas de diversión ha brindado a toda una generación, o lo que es lo mismo, aquellos dorados años 80 donde el género gozaba de un exceso y desvergüenza muy añorados desde entonces.
En cuanto a otros aspectos que tienen que ver con la ficha técnica del film, vale la pena destacar que la fotografía corre a cargo del operador polaco Alexander Gruszynski, quien a día de hoy aún sigue al pie del cañón después de haber trabajado en títulos como El guardián de las palabras, Jóvenes y Brujas o Temblores, mientras que la banda sonora fue compuesta por Sylvester Levay, un auténtico mito musiquero de la década de los 80 a reivindicar desde ya que firmó entre otros los soundtracks de Cobra, el brazo fuerte de la ley, Flashdance o El Precio del poder.
Como anécdota final, comentar que en una entrevista, el protagonista del film afirmó que como buen aficionado a la mecánica, él mismo se había construido la moto con la que van dando garbeos de un lugar a otro, ya que dijo sentirse mucho más cómodo que con la que le habían traído los diseñadores de producción. Y es que en los ochenta, los tipos duros imponían su ley a sangre y fuego…