Es la jefa: Un mal negocio
Melissa McCarthy luce esperpéntica en el rol de una mujer que ha ganado un montón de pasta gracias a saberse mover como pez en el agua en el mundo de los negocios. Desgraciada por no haber tenido una infancia feliz, donde pasaba de familia en familia sin encontrar un hogar fijo, se concentró en el mundo de los negocios convirtiéndose en un auténtico tiburón de las finanzas.
Comedia | 99 min. | USA 2016
Título: The Boss.
Título original: A Royal Night Out.
Director: Ben Falcone.
Guión: Ben Falcone, Steve Mallory, Melissa McCarthy.
Actores: Kristen Bell, Melissa McCarthy, Peter Dinklage, Ella Anderson.
Estreno en España: 20/05/2016
Productora: On the Day / Universal Pictures
Distribuidora: Universal Pictures Spain.
Sinopsis
La mujer más rica de América es enviada a prisión al ser encontrada culpable por tráfico de influencias. Tras su salida y lista para renacer como la empresaria favorita de Estados Unidos, se encuentra con que tiene que empezar de cero junto a una antigua empleada suya.
Crítica
Después de ver lo mala que es Es la jefa, Melissa McCarthy tendría que sentarse a hablar seriamente con su marido. ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra?, se preguntarán. Pues bien sencillo. Resulta que el bueno de Ben Falcone, aparte de ser un actor de bastante recorrido (sobre todo televisivo) también se las da de director con resultados bastante mediocres. Y da la casualidad de que cada vez que se pone detrás de las cámaras es para dirigir a su señora esposa, que no es otra que la citada McCarthy, una actriz considerada en la actualidad como la reina de la comedia hollywoodiense, con títulos tan tronchantes como La boda de mi mejor amiga o la más reciente Espías.
Falcone ya apuntó maneras a la baja hace un par de años con Tammy, donde para colmo de males hacía quedar mal hasta a una actriz de la talla de Susan Sarandon. Ahora vuelve a fracasar con Es la jefa, un intento de comedia gamberra que se queda simplemente en gracieta de mal gusto. McCarthy luce esperpéntica en el rol de una mujer que ha ganado un montón de pasta gracias a saberse mover como pez en el agua en el mundo de los negocios. Desgraciada por no haber tenido una infancia feliz, donde pasaba de familia en familia sin encontrar un hogar fijo, se concentró en el mundo de los negocios convirtiéndose en un auténtico tiburón de las finanzas.
El director del film ya apuntó maneras a la baja hace un par de años con Tammy.
Después de pasar una temporada en la trena por un tema de chanchullos económicos (tráfico de influencias) tan a la orden del día empezará de cero en un ejercicio de redención adiestrando a unas pobres adolescentes a la hora de levantar un negocio de venta de brownies de chocolate. La gracia del asunto estriba en ver como las imberbes bien adiestradas van convirtiendo su inocente forma de ganar unos dólares para su viaje de fin de curso en toda una empresa con posibles dentro del mercado, mientras luchan a brazo partido contra la competencia desleal en forma de sus propias compañeras de colegio (sic). Y ahí estará la jefa para enseñarles los entresijos de un negocio con el que conseguir buenos réditos económicos mientras busca con ahínco el cariño y la aprobación que se le resistió en el pasado.
Es la jefa se atraganta en su inconsistencia y falta de ritmo.
Y así como este estupendo alimento de repostería es un tipo de bizcocho que resulta muy suave y sabroso al masticarlo, no se puede decir lo mismo de una película que se atraganta en su inconsistencia y falta de ritmo. Toda la jugada se fundamenta en las dotes interpretativas de una actriz que necesita de un guion sólido para desplegar sus aptitudes. Pero se encuentra demasiado sola en una madeja de clichés bostezantes con los que no se esboza ni una media sonrisa, lejos de una mordacidad pretendida que brilla por su ausencia. Existen momentos incluso de indignación ajena, como cuando utiliza a los pobres niños en diálogos donde se hablan de mamadas, orgías u otras lindezas por el estilo. La falta de sutileza deviene en humor de brocha gorda, tan solo socorrido por algún gag funcional demasiado aislado.
Entre los secundarios que dan cumplida réplica a la capitoste hallamos la presencia de Kristen Bell, por desgracia habitual en comedias de baja estofa. Y para muestra unos cuantos botones en forma de títulos olvidables: Todo incluído; En la boda de mi hermana; Todo sobre mi desmadre; The Lifeguard; Fuga explosiva; Movie 43… Vamos, un currículum para echarse a temblar. También asoma el palmito el bueno de Peter Dinklage, popular por la serie Juego de Tronos, donde da vida a Tyrion Lannister, uno de los personajes principales. Parece que el actor empieza también a labrarse una filmografía que uno no desearía ni para el peor de sus enemigos, con el desastre de público y taquilla que supuso Píxels como punta de lanza. Aquí da vida al villano de la función, un empresario envidioso con ínfulas de samurái que hará todo lo posible para hacer fracasar las transacciones de su oponente femenina.
En definitiva, otra muesca de pretendida jocosidad sin oficio ni beneficio que copará los cines arrabaleros mientras otras obras mucho más dignas se tendrán que conformar tan sólo con el intento de haber sido estrenadas. Y como no con una major como Universal detrás del asunto, para darle más fuerza y choque a una película que tendría que haberse estrenado directamente en plataformas digitales.