La hija de un ladrón
Título: La hija de un ladrón.
Título original: La hija de un ladrón.
Dirección: Belen Funes.
Guión: Belén Funes.
Intérpretes: Greta Fernández, Eduard Fernández, Àlex Monner, .Borja Espinosa.
Estreno: 29/11/2019
Productora: CoMix Wave Films.
Distribuidora: BTeam Pictures..
Sinopsis
Sara (Greta Fernández) ha estado sola toda su vida. Con 22 años y un bebé de seis meses, Sara tiene muy claro lo que quiere: trabajar, recuperar a su pareja y formar una familia normal con su hermano pequeño y el padre de su hijo. Lo único que le impide conseguirlo es su padre. Todo se complica cuando Manuel (Eduard Fernández) quien, tras años de ausencia y una larga estancia en la cárcel, decide reaparecer en la vida de su hija. Sara sabe que él es el principal obstáculo para llevar a cabo sus planes y toma una decisión difícil: alejarlo de ella y de su hermano.
Crítica firmada por Jesús Muñiz-Rimada:
La hija de un ladrón es la ópera prima de Belén Funes, una joven directora barcelonesa procedente de la ESCAC, que ya había dejado constancia de su talento en sus cortometrajes. De hecho, de su primer corto, Sara a la fuga, surge esta primera película que fue seleccionada para la sección oficial del último Festival de Cine de San Sebastián. Un hecho que no sucedía desde La herida de Fernando Franco. Su presentación en el festival salió reforzada por la crítica y por su presencia en el palmarés donde su actriz protagonista, Greta Fernández, se alzó con la Concha de Plata a la mejor interpretación femenina, ex aequo con la veterana actriz alemana Nina Hoss.
“El retrato femenino de la película es a la vez un fresco sociológico de la desgracia".
Algunas películas tratan de encontrar la diferencia, otras buscan la normalidad. La cámara en mano de Funes, se posiciona como testigo del día a día de una mujer joven, Sara, que como tantas, tiene que luchar día a día por sobrevivir. Es una de las personas que forman el grueso de la población desfavorecida, que cuenta los días que quedan para llegar a fin de mes y que tiene que buscar dinero de debajo de las piedras para poder salir adelante, tanto ella misma como su bebé.
Además, la protagonista de esta historia, tiene un hermano en un centro de acogida y una complicada relación con su padre, recién salido de la cárcel. Sara es una chica abandonada a su mala suerte.
El retrato femenino de la película es a la vez un fresco sociológico de la desgracia. La mirada de la directora se sitúa detrás de Sara, caminando silenciosa por detrás, vigilando sus pasos sin cuidarlos ni protegerlos. El desamparo es gris, y no está acusado por tragedias sino por la angustia de la persistencia. El estoicismo seguramente sea el único camino que los personajes de la película pueden recorrer. De un lado a otro, nerviosos por llegar a tiempo, angustiados por el cansancio diario, y aun así aguantando la losa de vivir, sin mucho espacio para soñar porque han saboreado ya demasiados fracasos.
La película ha sido comparada casi por todos con las películas de los Dardenne o los dramas sociales de Ken Loach. Se entienden las comparaciones por el componente social dominante, y la película es a la vez una muestra de la desesperanza y la entereza. La contención de la puesta en escena y la ausencia de diálogos puramente narrativos la convierten en una película que a veces, ofrece una resistencia para que el espectador pueda llegar a la emoción. Quizá su mayor logro es que la humanidad se cuela en todos sus fotogramas, esos que buscan la verdad y la normalidad en vez de la peculiaridad.
Greta Fernández aguanta sobre sus hombros todo el metraje de la película con su mirada triste y cansada. El hastío está defendido desde la mesura y sólo se permite pequeños espacios para la expresividad hasta una escena final de lucimiento que llega en un clímax que sospechábamos que no iba a llegar con facilidad pero que la película guarda como un último noqueo bajo las mangas. Eduard Fernández, interpreta a su padre y hay que destacar los planos que comparten padre e hija en la ficción y en vida real.
Lejos de transmitir de manera más evidente y directa el horror de la situación de pobreza que sufre gran parte nuestro país como lo hacía la estimable Techo y comida de Juan Miguel del Castillo, La hija de un ladrón apuesta por el minimalismo, doliendo de la misma manera.
Aunque como espectador echo de menos entender mejor las heridas, sus abruptos me parecen decisiones valientes y su frialdad es sólo el escudo del desaliento y la soledad.