CRÍTICA DE CINE

A Land Imagined: Paraísos artificiales

A Land Imagined

A Land Imagined
Año
Duración
95 min.
País
 Singapur
Dirección
Guion
Yeo Siew Hua
Fotografía
Hideho Urata
Reparto
Productora
Coproducción Singapur-Francia-Países Bajos (Holanda); Akanga Film Asia, Films de Force Majeure, Volya Films
Género
Thriller | Inmigración
Web oficial
http://www.films-de-force-majeure.com/portfolios/a-land-imagined/?lang=en
Sinopsis
Wang, un trabajador chino que vive en el área industrial de Singapur sufre un accidente en el trabajo y está ansioso por la repatriación. Incapaz de dormir, comienza a frecuentar un cibercafé en medio de la noche. Con la esperanza de encontrar alguna forma de contacto humano en una tierra que lo hace sentir alienado, hace una amistad en línea que termina siendo mucho más siniestra de lo esperado. Cuando Wang desaparece repentinamente, el policía Lok es llamado a investigar la historia descubriendo una verdad inesperada.
DISTRIBUIDORA: Surtsey Films
 
CRÍTICA

Singapur, formada por una isla principal y una serie de islotes, es una diminuta ciudad estado reconocible por sus icónicas imágenes de grandes edificios, cuidados jardines y una limpieza absoluta que se han convertido en la mejor referencia externa de un milagro económico basado en la transformación tecnológica y la innovación, con índices de riqueza o educación que los sitúan entre los mejores del mundo.

A land imagined (2018), el segundo trabajo del director y guionista Yeo Siew Hua, explora esta creación de los paraísos artificiales poniendo el foco no en la representación reconocible de la sociedad del éxito sino en el submundo paralelo sobre el que se sustenta ese modelo económico, en este caso, las grandes empresas encargadas de ganar espacio al mar sustentadas en la explotación de la emigración en condiciones cercanas a la esclavitud laboral. De esta forma no vemos aquí los tópicos reconocibles que identifican a este tipo de sociedades volcadas en la globalidad económica y la imagen de postal turística.

El filme sigue el esquema del género negro, con un policía, Lok (Peter Yu), que investiga la desaparición de un trabajador en la empresa que conquista terreno al mar. Un personaje solitario, al que en ocasiones acompaña un compañero, que emplea las palabras justas y cuya mirada sirve para conocer los entresijos de estas corporaciones donde parece que la luz del exterior apenas llega, la mayoría de las escenas están ambientadas durante la noche, y en la que se denuncia las ínfimas condiciones laborales a las que son sometidos los trabajadores (pagos miserables, chantaje con los pasaportes, escasa seguridad laboral).

Sin embargo, cuando el relato parece encauzado en la investigación, el guion introduce un cambio para centrarse en Wang (Xiaoyi Liu), el trabajador desaparecido. A través de este personaje profundizamos en las raíces de ese intramundo aislado, independiente, en el que se mueven estos hombres, certificando las condiciones de sometimiento y explotación de los trabajadores.

Wang es también un solitario que únicamente mantiene relación con un compañero y con la dueña del cibercafé, que constituye el nexo de unión entre ambas historias. De hecho, será en el cibercafé donde vuelva a aparecer el detective para protagonizar el último tercio del filme en una especie de mise en abyme donde cada historia abre un camino hacia otra.

La película de Yeo Siew Hua tampoco entra —ni le interesa— en dar una explicación definitiva o aclaratoria ante un relato onírico en el que el juego entre realidad y ficción se acrecienta conforme avanza la acción.

La presencia de un misterioso desconocido en el videojuego en el que participa Wang, la desaparición del trabajador de Bangladesh con el que Wang entabla una amistad o los recorridos paralelos entre el policía y el trabajador, son algunos de los elementos que conectan los diferentes relatos que se superponen hasta ocultar la narración clásica dejando paso a una atmósfera que se identifica con ese mundo aparentemente inexistente que hay por debajo de la realidad.

En la recreación de esta atmosfera es fundamental la fotografía del japonés Hideo Urata, de colores brillantes, capaz de jugar con los espacios de esa otra Singapur. El juego con los colores (el rojo) y el uso de la música, así como la importancia de las canciones, remiten al tratamiento formal de cineastas como Won Kar-Wai o David Lynch, ambos interesados también en la recreación de ambientes que se mueven entre la irrealidad y la pesadilla.

En ocasiones este tipo de narrativa termina siendo un entretenimiento ornamental en el que se diluye la tesis del filme; sin embargo, en el caso de A land imagined no solo es capaz de combinar la denuncia de las condiciones de esa economía global que genera una apariencia externa de riqueza —pero que deja fuera de ese sistema a una parte de la población—, sino que también despliega otro tema importante que va unido a este tipo de sociedad: la soledad.

Todos los personajes que aparecen en el filme representan de una manera u otra la soledad. El universo en el que se desenvuelven crea seres individualizados pendientes de su trabajo y en el que apenas hay un resquicio para otras actividades. El ocio está representando mediante acciones que se realizan de una forma solitaria, individual, así el policía corre en la cinta que tiene en casa y el trabajador termina jugando —y relacionándose— con el videojuego de una forma aislada (frente a la pantalla, con los cascos).

Incluso la relación que ambos mantienen con la chica del cibercafé, más cercana la del personaje de Wang, no deja de estar presidida por cierta frialdad, cierto distanciamiento, y solo será en las conversaciones entre Wang y el trabajador de Bangladesh donde podamos encontrar cierta cercanía y sentimiento de amistad.

Los espacios físicos mostrados siguen esta línea con una factoría donde prácticamente ningún trabajador se conoce entre sí, lo que provoca que las personas acaben siendo invisibles (el compañero del policía se plantea por qué hay que buscar a los desaparecidos).

Y también el cibercafé que constituye un receptáculo de seres solitarios cuya única relación es virtual, a través de las pantallas del ordenador. Una denuncia de la sociedad tecnológica que provoca compartimentos estancos que termina afectando al modelo de comunicación entre las personas.

A land imagined es un filme en el que su director apuesta por romper los convencionalismos de género, partiendo del relato detectivesco se aproxima al drama social, a la vez que reflexiona sobre la realidad y la ensoñación (el sueño es el elemento común que une a los principales personajes); y también trastoca los mecanismos narrativos que permiten alterar y jugar con el tiempo de tal forma que se multiplican los puntos de vista.

Yeo Siew Hua traza un camino amplio, abierto, y es el propio espectador el que puede completar o elegir el terreno por el que transita, en un envoltorio formal visualmente atractivo.

Escribe Luis Tormo  Revista Encadenados