CRÍTICA DE CINE

Loving: Retrato íntimo de la historia

La película basada en una historia real y dirigida por Jeff Nichols propone a dos personajes que viven una historia que les rodea de forma íntima, con un punto de vista más cercano a su casa de campo que a la agitación mediática que su caso acabó provocando. 

Drama | 123 min. | EEUU 2016

Título: Loving.
Título original: Loving.
Director: Jeff Nichols.
Guión: Jeff Nichols.
Actores: Joel Edgerton, Ruth Negga, Michael Shannon, Nick Kroll. 

Estreno en España: 20/01/2017 
Productora: Big Beach Films / Raindog Films.

Distribuidora: Vértigo Films.

 

 

Sinopsis

La historia real de Mildred y Richard Loving, una pareja que se casó en Virginia en 1958. Debido a la naturaleza interracial de su matrimonio, fueron arrestados, encarcelados y exiliados. Durante una década la pareja luchó por su derecho a regresar a casa. 

Crítica

Hay personajes de la historia que siempre han inspirado retratos más o menos cercanos a la realidad, rodeados del aura de epopeya que agita los cimientos de la sociedad de su época, seres adelantados a ese tiempo que luchan por marcar la diferencia. Son los biopics que, con desigual fortuna, siempre suenan para los grandes premios, películas que vemos de forma estacional, pero de las que se aleja con gran acierto Loving.

La película basada en una historia real y dirigida por Jeff Nichols propone a dos personajes que viven una historia que les rodea de forma íntima, con un punto de vista más cercano a su casa de campo que a la agitación mediática que su caso acabó provocando. Loving apuesta por sus personajes, y sus sentimientos al paso de una historia de mayor calado que avanza con sus decisiones.

En el centro del retrato

Por encima de todo destaca Mildred, la mujer en la que sin duda se fijó el director para contar la historia, y hacerlo siempre teniendo el ojo en ella. Vemos reaccionar su rostro en los momentos importantes, tomando la decisión de dejar a un lado en muchas ocasiones incluso el elemento principal de la escena, a veces hasta el personaje que pueda estar pronunciando un diálogo, para estar con ella, y comprender mejor el proceso interno que pasa cuando suceden los hechos.

Esta es una película de personas, de momentos pequeños, de relaciones importantes en el ecosistema de cada grupo de personas. Esto se demuestra en el comienzo de casi la totalidad de sus escenas, en las que el director empieza mostrando un detalle, algo más sutil, o incluso un rostro (y, por tanto, un sentimiento) antes de establecer la situación de dicha escena. Vamos de lo pequeño a lo grande, y esto se aplica tanto a las piezas individuales como a la totalidad del puzle. Los hechos trascendentes (que, al fin y al cabo, motivan contar esta historia años después) siempre se narran apoyándose en una base de cotidianidad, de elementos humanos que sirven de pilares y que explican con total detalles cómo se acaba llegando a estos cambios históricos.

Dos personajes, un motor

Los protagonistas absolutos son Mildred y Richard, el matrimonio interracial con el que empieza y termina esta historia. Sin embargo, encontramos grandes diferencias entre ambos, partiendo de una fundamental: ella es el personaje activo, mientras que Richard es pasivo: todo ocurre a su alrededor y no toma la iniciativa para avanzar o cambiar lo sucedido. Éste es un tipo de personaje muy difícil de sostener con interés en el medio cinematográfico, pues la mayoría de historias buscan protagonistas que toman decisiones, que dan puñetazos en la mesa y se enfrentan al resto para lograr su objetivo. Sin embargo, el personaje funciona completamente, y logra una total identificación con el espectador, hasta el punto en que en algún momento la audiencia deseará sacudirle para que reaccione ante las desavenencias que ocurren.

Por otro lado, Mildred sí toma las decisiones que hacen avanzar la historia en sus puntos fundamentales. Desde una posición en teoría mucho más difícil a priori como la de la madre ama de casa de dicha época, es capaz de mover los hechos y tener la iniciativa para ganarse ese papel protagonista que le ofrece Nichols.

Loving alcanza la identificación total con los protagonistas, la narración de una historia en la que se nos monta en el vagón de los sentimientos para ver la locomotora de los hechos, y esa es la experiencia que sólo el buen cine puede conseguir.