Lucky: El ocaso de una leyenda
Esta película es una joya, una rara avis en el panorama cinematográfico estadounidense, un film emocionante hasta hacer saltar las lágrimas al contemplar tanta belleza encerrada en la historia de un hombre anciano, muy anciano, que ha sobrevivido a sus contemporáneos en algún lugar del desierto cercano a la línea de demarcación con México.
Drama | 88 min. | USA | 2017
Título: Lucky.
Título original: Lucky.
Director: John Carroll Lynch.
Guión: Logan Sparks, Drago Sumonja.
Intérpretes: Harry Dean Stanton, Ed Begley Jr., Beth Grant, James Darren.
Estreno en España: 04/05/2018
Productora: Superlative Films / Divide / Conquer / Lagralane Group. Distribuida por Magnolia Pictures.
Distribuidora: Avalon
Sinopsis
En una ciudad desértica desaparecida de los mapas y llena de peculiares personajes vive Lucky (Harry Dean Stanton), un singular hombre de 90 años sin familia que se encuentra en el precipicio de su vida. Un día sufre una pérdida de su control motriz, y después de caer al suelo, el anciano acudirá a la consulta del médico. A partir de entonces Lucky seguirá con sus mismos hábitos y sus costumbres diarias, pero dedicando cada día a disfrutar de su solitaria rutina.
Crítica
Esta película es una joya, una rara avis en el panorama cinematográfico estadounidense, un film emocionante hasta hacer saltar las lágrimas al contemplar tanta belleza encerrada en la historia de un hombre anciano, muy anciano, que ha sobrevivido a sus contemporáneos en algún lugar del desierto cercano a la línea de demarcación con México, donde conviven dos culturas y se dan esos tipos que pertenecen a la sabiduría fronteriza, y solo a ella. Hay algo inmensamente entrañable en ese aparato de radio que solo emite corridos.
Emocionante este canto del cisne del gran Harry Dean Stanton, el inolvidable protagonista de la inolvidable “Paris Texas” (1984) de Win Wenders,
Un hombre de 90 años sin mujer y sin hijos que a fuerza de repetir la rutina cotidiana de los seis ejercicios de yoga matinal con un corrido de fondo, el desayuno en la cafetería, la compra de leche en el supermercado (esa leche que es lo único en su nevera), el crucigrama del periódico y el Bloody Mary vespertino en el bar donde siempre suena Johnny Cash, y donde diariamente discute tras insinuar el gesto de encender un cigarrillo prohibido, se replantea su vida y quiere darle un sentido ahora que se acaba.
Emocionante este canto del cisne del gran Harry Dean Stanton, el inolvidable protagonista de la inolvidable “Paris Texas” (1984) de Win Wenders, fallecido en septiembre de 2017, que es también un homenaje al actor quien, según declaraciones propias, fue secundario en más de doscientas películas, y el primer largometraje dirigido por el actor John Carroll Lynch (“Fargo”, “The walking dead”, “American horror”).
El guión de “Lucky” ha dado a Harry Dean Stanton la oportunidad de ser él mismo, si bien excesivamente delgado y envejecido, fumar sus cigarrillos de siempre, evocar su juventud en Kentucky, donde un incidente a los trece años le llevó después a creer solo en la relatividad de todo (ese “ungatz” repetido en la película, esa forma en que los mafiosos italianos expresan la “inanidad del ser”), en la predestinación, en que el mundo no tiene principio ni fin, que no somos nada y tenemos que vivir el instante siendo siempre nosotros mismos: “Una filosofía heredada de su profundo conocimiento de los textos de la Cábala, el budismo, Eisnstein, Carl Jung y sobre todo Shakespeare, Otelo y Macbeth en particular. Un pensamiento expresado muy abiertamente en el último tercio de ‘Lucky” (Bande-à-part), que a lo largo del día Lucky comparte con diferentes interlocutores, entre ellos un excéntrico deprimido, interpretado por el realizador David Lynch.
Balada existencial, más que testamento añadido a 60 años de carrera, “Lucky” hace complejas las emociones simples y simples los interrogantes complejos” (Cahiers de cinéma). Rodada en cinemascope, “como un western crepuscular”, es la popeya interior de un cowboy que parece llevar toda la vida deambulando por el desierto de Wenders, por ese Oeste que parece inventado por y para el cine, arrastrando una crisis interna que es un enfoque filosófico y emocional de la muerte, con la tristeza de ver que la vida se acaba y la determinación de vivir con plenitud lo que quede de ella.