La noche que mi madre mató a mi padre: Este muerto está muy vivo
Unos cuantos personajes ubicados en un único escenario, en este caso una casa situada a las afueras de Madrid, que se ven abocados a una rocambolesca peripecia cuando uno de sus habitantes aparezca asesinado y nadie sepa quien ha podido perpetrar el crimen.
Título: La noche que mi madre mató a mi padre.
Título original: La noche que mi madre mató a mi padre.
Director: Inés París.
Guión: Inés París, Fernando Colomo.
Actores: Belén Rueda, Eduard Fernández, Diego Peretti, María Pujalte.
Estreno en España: 29/04/2016
Productora: Canal+ España / Ono / Rodajefilms
Distribuidora: Festival Films.
Sinopsis
Cuando una pareja trata de conseguir que un gran actor protagonice y financie su película, se les ocurre la idea de invitarlo a su casa a cenar, pero nada sale como esperan ya que sin previo aviso se presenta el ex marido de la anfitriona de la noche con su nueva pareja. Para más inri, la ex mujer del anfitrión, directora de cine, también está presente en esta loca velada. ¿Cómo acabará la noche?.
Crítica
Hace tiempo que la comedia española transita por derroteros muy alejados de aquellas propuestas basadas en pequeñas piezas teatrales de autores clásicos como pudieran ser Alfonso Paso o Miguel Mihura. Así que resulta extraño atender a este ejercicio a contracorriente que intenta mezclar aquellas comedias castizas con Usted puede ser un asesino a la cabeza y otro tipo de piezas dramáticas internacionales como pudieran ser La ratonera o Un cadáver a los postres.
Unos cuantos personajes ubicados en un único escenario, en este caso una casa situada a las afueras de Madrid, que se ven abocados a una rocambolesca peripecia cuando uno de sus habitantes aparezca asesinado y nadie sepa quien ha podido perpetrar el crimen. El embrollo tiene lugar en el marco incomparable de una cena donde se cruzan esposos, exesposos, queridas y un invitado especial con acento porteño al que unos y otros querrán engatusar para conseguir que financie una película de misterio en la que todos están implicados de una u otra forma. Al tratarse de un proyecto futuro con asesino incluido, todo se alterará cuando uno de los comensales sea envenenado y hayan de buscar al culpable.
El inicio es demoledor: ni los personajes destilan ningún tipo de empatía, ni las supuestas gracias nos hacen reír, ni nada de nada.
Si alguna cosa caracterizaba a aquellas farsas atemporales era un dominio del ritmo y el tempo escénico perfecto, y aquí sin embargo existen demasiadas lagunas tanto de uno como de otro para que podamos estar hablando de una buena película. El inicio en ese aspecto es demoledor: ni los personajes destilan ningún tipo de empatía, ni las supuestas gracias nos hacen reír, ni nada de nada.
El conjunto chirría por todos lados y nos emplaza al peor de los presagios. Pero resulta que poco a poco la trama se va despojando de su previsibilidad, se aposenta y los actores empiezan a encontrarse a gusto en sus respectivos roles, sobre todo cuando deciden entregarse a la improvisación y logran quitarse el corsé de un libreto que rara vez funciona.
Una obra fresca y divertida con un arranque demasiado romo pero que a la postre deparará algún que otro momento hilarante.
Ahí es donde intérpretes de experiencia contrastada tanto en las tablas teatrales como en el género cómico como Eduard Fernández, Diego Peretti, María Pujalte o Fele Martínez elevan el listón hasta desembocar en un auténtico tour de force descacharrante y muy divertido. Es un poco como si al principio todos hubieran decidido tomarse la cosa con indiferencia y desgana, pero que a base de oficio entraran en el juego planteado y empezaran a divertirse arrastrando al público en su peripecia.
Una obra fresca y divertida con un arranque demasiado romo pero que a la postre deparará algún que otro momento hilarante que, para los tiempos que corren en nuestro cine ya es mucho. Lástima del lastre que supone el vaivén de actuaciones más o menos afortunadas. Si antes hemos cantado las excelencias de algunos intérpretes duchos en la materia, también hay que cargar un poco las tintas en los pobres registros alcanzados tanto por la más veterana Belén Rueda como por la emergente Patricia Moreno.
Si bien es cierto que en el caso de la primera hay que agradecerle que se aparte un poco de su ámbito acomodaticio (en casi todas sus películas parece estar repitiendo el papel de El Orfanato que le dio fama), se muestra demasiado exigida ante el ramillete de monstruos de la escena a los que tiene que dar réplica.
En cuanto a Patricia Moreno, bajo riesgo de parecer un tópico, todavía está demasiado verde para rayar a la altura del experimentado elenco que le acompaña, mostrándose demasiado histriónica en un papel que hubiera merecido otro tipo de tratamiento menos exacerbado.
Es lo que tiene el haberse fogueado tan sólo en terrenos catódicos. La televisión no es el teatro, precisamente, y aquí se necesitaba un bagaje importante en número de representaciones acumuladas para levantar un guion que desfallece en demasiadas ocasiones.