El Oficial Y El Espía: Las cloacas a pleno rendimiento
Título: El Oficial Y El Espía.
Título original: J'accuse.
Dirección: Roman Polanski.
Guión: Roman Polanski (Novela: Robert Harris).
Intérpretes: Jean Dujardin, Louis Garrel, Emmanuelle Seigner, Grégory Gadebois.
Estreno: 25/12/2019
Productora: Gaumont / Légende Films / Canal+ / Eliseo Cinema / France 2 (FR 2) / France 3 (FR 3) / RAI Cinema.
Distribuidora: Caramel Films.
Sinopsis
Francia, 5 de enero 1895. El capitán Alfred Dreyfus (Louis Garrel), un joven oficial judío, es degradado por espiar para Alemania y condenado a cadena perpetua en la isla del Diablo, en la Guayana Francesa. Entre los testigos que hacen posible esta humillación se encuentra el coronel Georges Picquart (Jean Dujardin), encargado de liderar la unidad de contrainteligencia que descubrió al espía. Pero cuando Picquart descubre que se siguen pasando secretos militares a los alemanes, se adentrará en un peligroso laberinto de mentiras y corrupción, poniendo en peligro su honor y su vida.
Crítica:
En pleno resplandor del movimiento Me Too y tras nuevas denuncias por violación, podría parecer que Roman Polanski quiera autoproclamarse inocente de unas acusaciones que lo han perseguido a lo largo de más de cuatro décadas, justificándose a través de su nueva película, la cual toma uno de los mayores exponentes de “falso culpable” y perversión judicial de la historia. Y lo hace, pero desde el exterior, desde la decisión de filmar este hecho. Porque, por suerte, la narración de El oficial y la espía no queda empañada por la necesidad de explicarse a modo individual de su director y se consagra absolutamente a su relato, sin interferencias extradiegéticas.
“ El oficial y el espía es un sobrio y riguroso drama procedimental acerca del caso Dreyfus, que sacudió la Francia de finales del siglo XIX ".
El oficial y el espía es un sobrio y riguroso drama procedimental acerca del caso Dreyfus, que sacudió la Francia de finales del siglo XIX por su flagrante exponente de la corrupción político-judicial de un Estado de derecho moderno como el francés, además de su marcado antisemitismo. La víctima falsamente acusada de alta traición fue Alfred Dreyfus, comandante judío originario de la polémica y disputada región de la Alsacia, a quien condenaron por haber entregado documentos confidenciales a los alemanes. En la reclamación de justicia, cuyo cénit fue la publicación del célebre artículo exculpatorio de Émile Zola, “J’accuse”, tuvo un rol esencial Georges Picquart, leal oficial del ejército francés que, al interceptar un telegrama que exime a Dreyfus de toda responsabilidad, pone en riesgo su posición en honor a la verdad. Polanski toma el punto de vista de Picquart, encarnado por un recuperado Jean Dujardin que hace gala de un registro más hierático de manera formidable.
Desde la perspectiva de un servidor a la patria como Picquart, se cocina una intriga académicamente detallada en la que para no desmontar los insostenibles fundamentos de la República, cualquier calumnia amplificada es válida y de muy complicada refutación. Cerebral y fría, tal vez demasiado, la película es un ejemplo de buen savoir-faire cinematográfico al que, sin embargo, se le puede reprochar la poca evolución de algunos de sus personajes ante un hecho tan decisivo y moralmente controvertido. No obstante, Picquart con Dreyfus experimenta un ciclo que lo lleva al mismo punto de inicio, definiendo al general como un hombre loable enfrente de la mentira y la traición, pero un hombre de estado al fin y al cabo, racional y disciplinado.
Más allá del propósito con el que Polanski eligió adaptar la novela Robert Harris, El oficial y el espía funciona como algo más que un relato sobre la búsqueda de la verdad. Es también un cuestionamiento de los fundamentos del Estado de derecho, cuyas instituciones aparentemente legitimadas por los ciudadanos pueden volverse en contra de ellos debido a la acción preservadora del statu quo por parte de unas autoridades sacralizadas. Porque en nombre de la integridad del Estado-Nación se puede sacrificar a cualquier inocente, mayoritariamente perteneciente a colectivos minoritarios o estigmatizados. En esta ocasión, Francia es el estado que hace uso de sus cloacas estructurales para hundir a un individuo vulnerable con el fin de lavar su propia imagen y jamás reconocer sus errores. Pero, a la postre, actualmente este país puede también llamarse España, Estados Unidos, Italia o, en definitiva, cualquier democracia no plena con temor a la desintegración. Una contundente denuncia sin posado aleccionador.