Palm Springs: Tócala de nuevo, Nyles.
Palm Springs
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Título original
- Palm Springs
- Año
- 2020
- Duración
- 90 min.
- País
- Estados Unidos
- Dirección
- Guion
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Andy Siara (Historia: Andy Siara, Max Barbakow)
- Música
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Matthew Compton
- Fotografía
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Quyen Tran
- Reparto
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Andy Samberg, Cristin Milioti, J.K. Simmons, Meredith Hagner, Tyler Hoechlin, Camila Mendes, Peter Gallagher, Dale Dickey, Chris Pang, June Squibb, Erin Flannery, Mark Kubr, Roxanne 'Rocky' Meyers, Tongayi Chirisa, David Hutchison, Aleshya Uthappa, David Philip Reed
- Productora
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Culmination Productions, Limelight, Party Over Here
- Género
- Comedia. Romance. Fantástico | Comedia romántica. Cine independiente USA. Viajes en el tiempo
- Sinopsis
- Cuando el desenfadado Nyles y su reticente dama de honor Sarah tienen la oportunidad de encontrarse en una boda de Palm Springs, las cosas se complican al verse incapaces de escapar del lugar y el uno del otro.
- CRÍTICA
Si uno tiene la suerte de acercarse a esta original propuesta sin saber absolutamente nada de su rocambolesco argumento, algo que por suerte a mí me ocurrió gracias a la cantidad ingente de títulos que se van estrenando semanalmente en las plataformas que ahonda en la imposibilidad por mucho que uno quiera de controlar todo el producto que va aterrizando en los distitnos contenedores audiovisuales, se va a topar con una muy agradable sorpresa. Un alarde de inventiva e imaginación en su puesta en escena que juega con el espectador al engaño proponiéndole una suerte de huida adelante hacia ningún sitio, un punto de partida que a la vez es el punto de llegada... un galimatías alegre con el que deleitarse.
Ni el título que sitúa geográficamente la acción ni los diez primeros minutos de metraje aclaran nada. Es más, juegan al despiste y consiguen que te creas que los tiros van a ir por unos derroteros que para nada atisban el tono inusual que la trama irá adquiriendo. Una celebración familiar, algún invitado desubicado al que parece que la fiesta no va con él, un montón de obviedades que van a saltar por los aires cuando lo irracional empiece a conquistar todos los ámbitos del arco narrativo. Se trata de deconstruir la realidad hasta llegar a un punto en el que las explicaciones, por muy ilógicas que parezcan, se sientan necesarias. Eso ocurre cuando el respetable ya ha perdido completamente la brújula, auqnue gracias a uno de los personajes que se verá abocado a esa absurda espiral se nos empiecen a desentrañar los múltiples secretos que hasta esos instantes se nos esconden.
El punto de partida es un acontecimiento familiar de esos que si uno se los pudiera ahorrar tampoco pasaría nada. Todo parece normal hasta que uno de los invitados, ataviado inusualmente para la ocasión empieza a comportarse de forma inconcebible, cual cuñado que a medio festejo ya ha agarrado una buena cogorza. Pues si no quieres arroz toma dos tazas: por una serie de catastróficas desdichas el individuo en cuestión debe enfrentarse al mismo día una y a la misma celebración una y otra vez, algo así como lo que nos pasa a nosotros con nuestras rutinas de lunes a viernes, pero elevado a la enésima potencia.
Todo irá encajando a medida que la comedia romántica de situación se unte de gags salvajes y mordacidad a prueba de ñoñerías. Cuando se destape la inercia fantástica en la que los personajes principales vivirán en sus carnes su particular día de la marmota ya no habrá vuelta atrás y entraremos en una espiral de desenfreno en la que paulatinamente se irán introduciendo una serie de matices que irán enriqueciendo su desarrollo.
Tomando como base la imperecedera obra maestra de Harold Ramis los hacedores del film nos invitan a dar un par o tres vueltas de tuerca cafres a aquélla insólita situación añadiendo unas gotas de desenfreno deslenguado que en ocasiones parece parido por la mismísima factoría Apatow. Al no ser una obra apta para todos los públicos puedes incluir escenas de violencia y sexo además de moverte por registros mucho más audaces e inventivos. Las diferentes y múltiples lecturas que se deducen del obligado inmovilismo escénico dan cabida a un sinfín de variantes grotescas que lucen más cuando son consecuencia directa de ir puliendo el elemento repetitivo matriz de cada escena, añadiéndo elementos que lejos de sobrecargar secuencias a las que ya hemos asistido con anterioridad le confieren una nueva y muy fresca dinámica.
Si a eso le unimos el estado de gracia de una pareja protagónica que exhala química en cada fotograma; la aportación indispensable de una pléyade de secundarios entre los que destacan sobremanera la aparición de un estelar ,que se prestan al delirio con ritmo de metrónomo y el alarde a la hora de manejar la batuta de un director que mueve sus piezas con seguriad sin permitir ningún atisbo de sobre actuación por parte de todos los participantes de la farsa obtenemos como resultado una de las comedias más endiabladamente divertidas estrenadas en lo que llevamos de año (no es gran mérito viendo que aún estamos en enero pero ahí está el detalle).