¿Qué vemos cuando miramos al cielo?
¿Qué vemos cuando miramos al cielo?
Título original
- Ras vkhedavt, rodesac cas vukurebt? aka
- Año
- 2021
- Duración
- 150 min.
- País
- Georgia
- Dirección
- Guion
-
Alexandre Koberidze
- Música
-
Giorgi Koberidze
- Fotografía
-
Faraz Fesharaki
- Reparto
-
Ani Karseladze, Giorgi Bochorishvili, Oliko Barbakadze, Giorgi Ambroladze, Vakhtang Panchulidze, Irina Chelidze
- Productora
- Coproducción Georgia-Alemania;
Deutsche Film- und Fernsehakademie Berlin (DFFB), New Matter Films, Sakdoc Film
- Género
- Romance. Fantástico. Drama
- Sinopsis
- Una joven pareja decide citarse en un bar tras coincidir diversas veces por la calle. Pero, como en un cuento de hadas, el día del encuentro ambos han trasmutado su apariencia y son incapaces de reconocerse.
- CRÍTICA
Este es un cuento de hadas para adultos, o para niños, o para perros a los que les gusta el futbol. En todo caso es una película para dejarse llevar en el río de un relato contado como el de “erase una vez…” Erase una vez un chico y una chica que se cruzan en la calle y se enamoran. Deciden reunirse al día siguiente en un café al lado de un puente, pero caen bajo un hechizo maligno que hace que a la mañana siguiente amanezcan transformados en otra persona. Incapaces de reconocerse, sin saber su nombre, ambos se buscan y se esperan mientras transcurre un verano de futbol, terrazas, y vida tranquila. Todo esto sucede en una pequeña ciudad georgiana, con un parque, un río y pequeños cafés donde los perros deciden ver el mundial de futbol. En realidad no pasa nada mas en los 150 minutos que dura la narración de una voz en off que nos va contando lo que sucede con Lisa y Giorgi transformados en una nueva Lisa y un nuevo Giorgi.
La ciudad se convierte en el tercer protagonista con sus gentes y sus costumbres y su folklore. Ligera, divertida, alegre, feliz y al mismo tiempo profundamente melancólica, este cuento de hadas maravilloso se disfruta mucho si eres capaz de entrar en las convenciones narrativas del joven director georgiano en las que casi nunca mira al cielo del título, ya que la mayor parte del tiempo los personajes, a medio camino de Keaton y Tati, de Ioselliani y Rohmer, están mirando el suelo. A mí me enganchó desde el momento en el que la pantalla se llena con una imagen del suelo convertido en un fragmento de cielo en su abstracción, cruzado por los pies de un chico y una chica que tropiezan.
El segundo encuentro de Lisa y Giorgi se produce en un cruce donde los vemos de lejos y desde arriba en una imagen nocturna en la que ambos parecen estrellas fugaces, otra vez el suelo como cielo. Y poco después, cuando los amigos de Lisa, el arbusto, la cámara y la cañería, le advierten del peligro que corre, una luz amarilla de semáforo vuelve a ser una imagen de la luna en el cielo nocturno.
Ya no cuento más, porque lo que viene después es un dejar pasar el tiempo, mientras Lisa y Giorgi se buscan y los habitantes de esa hermosa y tranquila ciudad viven su vida, los perros miran el futbol y los niños, esos que abren y cierran la película nos recuerdan que estamos ante un cuento mágico.