CRÍTICA DE CINE

Quién Lo Impide

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Quién lo impide

Cartelera España 22 de octubre  

Título original

Quién lo impide
Año
Duración
220 min.
País
 España
Dirección

Jonás Trueba

Guion

Jonás Trueba

Música

Rafael Berrio, Alberto González, Andrei Mazga, Pablo Gavira

Fotografía

Jonás Trueba

Reparto

Documental, Candela RecioPablo HoyosSilvio AguilarPablo GaviraClaudia NavarroMarta CasadoRony-Michelle PinzaruJavier Sánchez

Productora

Los Ilusos Films

Género
Documental | Adolescencia
Grupos
Quién lo impide
Sinopsis
Quién lo impide es una llamada a transformar la percepción que tenemos sobre la adolescencia y la juventud; la de aquellos que nacieron a principios del siglo XXI y acaban de hacerse mayores de edad; los que ahora parecen culpables de todo a la vez que ven mermadas sus esperanzas. Entre el documental, la ficción y el puro registro testimonial, los jóvenes adolescentes se muestran tal y como son pero como pocas veces los vemos o nos dejan verlos: aprovechando la cámara de cine para mostrar lo mejor de sí mismos y devolvernos la confianza en el futuro; desde la fragilidad y la emoción, con humor, inteligencia, convicciones e ideas. Porque la juventud que nos habla de amor, amistad, política o educación no está hablando solo de lo suyo, sino de lo que nos importa siempre, a cualquier edad. Quién lo impide es una película sobre nosotros: sobre lo que fuimos, lo que somos y lo que seguiremos siendo.
 
CRÍTICA

¿Por qué pienso que es una carta de amor? Porque es una carta de amor a una generación que no ha tenido ni tiene las cosas fáciles. Quién lo impide da voz a los nacidos a principios del siglo XXI, los que tenían, ocho años cuando sus padres se vieron sumergidos en la crisis económica más bestia e inesperada, los que tenían 15 años en el 2016, cuando parecía que por fin el mundo les iba a sonreír, los que tenían 18  o 20 cuando la pandemia y el confinamiento les arrancó definitivamente el porvenir en el que creían iban a poder vivir. Esta generación, tan olvidada durante meses y tan maltratada muchas veces, es uno de los segmentos de la sociedad que más ha sufrido las consecuencias devastadoras de estos casi dos años de maldad covidense. Se vieron obligados a encerrarse cuando mas contacto necesitaban, a comunicarse de forma virtual cuando más necesario era el roce personal, a estudiar sin la complicidad del profesor ni de los compañeros.

No es extraño que hayan salido en tromba cuando han podido, aunque tampoco es extraño que sus trombas se haya aprovechado tanto para acusarlos de irresponsables, como para utilizarlos como caldo de cultivo de la inestabilidad permanente en la que sectores de ese mundo en la sombra quiere que todos vivamos, Pero dejemos ya las generalizaciones para hablar de este estupendo trabajo. Quien lo impide se presenta como un documental, pero no estoy segura que lo sea. O en todo caso, es otra clase de documental. Sus protagonistas son un grupo de chicos y chicas que se interpretan, si podemos decirlo, a sí mismos, tanto cuando lo vemos en su cotidianidad, como cuando representan pequeñas ficciones muy truebianas.

Después de rodar La reconquista en el 2016, Jonás se quedó fascinado por Candela Recio y Pablo Hoyos, los dos adolescentes que interpretaban sus personajes cuando eran pequeños. Y decidió seguir con ellos de una manera inusual. Pero no solo con ellos, también con algunos de los chicos que salían en la película y por extensión con sus amigos y compañeros. Y así nació un proyecto sin nombre ni objetivo claro: seguirlos en su crecimiento durante cinco años, en momentos puntuales, cuando se podía, cuando ellos tenían ganas, cuando él tenía ganas. Poco a poco se fue haciendo el film con ellos y para ellos. Jonás los veía crecer delante de las cámaras, los veía hacerse adultos, y los veía despuntar en distintas direcciones. Y de vez en cuando, les construía pequeñas ficciones de amor, que ellos asumían desde su propia vida, como si de verdad les estuviera pasando aquello que se contaba.

La canción de Rafael Berrio que se escucha en La reconquista acabó siendo el titulo de un film generacional que lanza ese grito de libertad: quién lo impide. Nada impide que los chicos de Jonás sigan adelante. Esto en cuanto a la carta de amor, en cuanto a la primera vez, hay varias cosas curiosas. Con los antecedentes de su padre Fernando y su tío David, Jonás no tenia fácil hacerse un nombre propio en el cine español. Poco a poco, fue encontrando su propia voz a partir de una premisa no enunciada: hablar de su gente, de sus coetáneos, de los que crecían con él. Desde Todas las canciones hablan de mi del 2010 hasta La virgen de agosto en 2019, siempre ha mirado a su alrededor, incluso geográficamente ya que casi no se ha movido del barrio de los Austrias en Madrid. Pero con Quien lo impide, Jonás mira a otra generación más joven, no pueden ser sus hijos, a no ser que fuera tremendamente precoz, Jonás nació en 1981, tampoco sus hermanos pequeños, demasiada diferencia.

Eso le aleja emocionalmente de ellos y eso precisamente es lo que despertó su curiosidad por saber que les pasa, como son, que quieren. En realidad Jonás acabó por descubrir que lo que les pasa, lo que son y  lo que quieren, no es muy distinto de lo que le ha podido pasar a cualquiera entre los 15 y los 20 años en cualquier época. Eso le permite sentirse cerca, pero no igual, Jonás nunca cae en esa falsa idea de “somos iguales”. Quien lo impide también es una primera vez por su formato, el documental más o menos ficcionado, por sus escenarios, la historia se descentraliza en distintos barrios de la ciudad que nunca antes había utilizado, por su duración, casi cuatro horas magnéticas en las que no puedes dejar de mirar, y por su estructura en tres partes distintas, separadas por dos entreactos que actúan como puntos y aparte entre los tres segmentos del film ,que yo me atrevo a nombrar por mi cuenta y riesgo como Todo es posible; Todo es imaginable, Todo es difícil. 

Quien lo impide empieza en el final, empieza con una pantalla compartida con los ocho chicos principales confinados en sus casas durante la dichosa pandemia y a partir de ahí, viaja a un pasado de cinco años atrás que parece de otra era y se proyecta a un futuro que ahora mismo es casi de ciencia ficción. Sin duda un experimento a todos los niveles. En el pase en San Sebastián, donde no hay tiempo para nada y la idea de estar cuatro horas en el cine se hacia difícil, los que asistimos a su primera proyección comentábamos antes de empezar, “veo un rato y me salgo, ya la veré entera cuando se estrene”. Pero no se salió nadie, no se movió ni una mosca, casi ni en los entreactos de 5 minutos. No se fue nadie. Y esa es la mejor prueba de su fascinación.