El regalo: Quien tiene un amigo no tiene un tesoro
Nos hallamos ante un claro ejemplo de horror psicológico interno servido en su máxima expresión. Ese tipo de subgénero de películas de terror en el que la situación doméstica incómoda se va cociendo a fuego lento.
Título: El regalo.
Título original: The gift.
Directora: Joel Edgerton.
Guión: Joel Edgerton.
Actores: Jason Bateman. Rebecca Hall, Joel Edgerton, Allison Tolman.
Estreno en España: 18/03/2016
Productora: Blue-Tongue Films, Blumhouse Productions.
Distribuidora: A Contracorriente Films.
Sinopsis
Las vidas de un joven matrimonio se verán totalmente alteradas después de que un conocido del pasado del marido comience a dejarles misteriosos regalos y se revele un horrible secreto tras veinte años.
Crítica
Nos hallamos ante un claro ejemplo de horror psicológico interno servido en su máxima expresión. Ese tipo de subgénero de películas de terror en el que la situación doméstica incómoda se va cociendo a fuego lento. Se parte de una anécdota, en este caso el encuentro casual con un amigo, para poco a poco, y sin que apenas nos demos cuenta, ir poniendo en escena todos los recursos propios de la paranoia y la incomodidad. La trama nos va envolviendo de fuera a adentro, y cuando nos damos cuenta, ya estamos a merced de la intriga y de los giros de guion más o menos sorprendentes con que el director quiera dejarnos atados a la butaca.
Aquí el paso del ambiente hogareño al hostil está tratado con mucha sutileza, lo que se traduce automáticamente en un aumento por el interés por los vericuetos de progresiva agresividad que va tomando la trama. Lo que parece una reunión de viejos amigos se va convirtiendo en acoso consentido, el buen vecino muta en psicópata y cuando se quiere dar la vuelta al calcetín las consecuencias serán del todo insospechadas.
Aquí el paso del ambiente hogareño al hostil está tratado con mucha sutileza.
Puede parecer que este tipo de historia ya nos la haya contado muchas veces, pero en El regalo, el director y actor Joel Edgerton, que en esta ocasión se desdobla delante y detrás de la cámara (consiguió el premio al mejor actor en la pasada edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges), se toma los suficientes respiros para manejar el suculento cotarro a su antojo.
Su elegancia y gusto por el detalle en la puesta en escena permite que no quede ningún cabo suelto, cuando hubiera sido mucho más sencillo acudir al vademécum del in crescendo chirriante. En este thriller salpicado de algún que otro susto no hay estrés ni situaciones asfixiantes. El miedo se filtra a través de la incomprensión y el descubrimiento de quien es el otro, bien sea por los traumas del pasado o por los egoísmos del presente.
Mucho se ha hablado de su polémico final, de ese giro de guion postrero que unos aplauden y otros abuchean.
Mucho se ha hablado de su polémico final, de ese giro de guion postrero que unos aplauden y otros abuchean. Que cada cual saque sus propias conclusiones, pero lo que queda claro es que una película que es capaz de sorprender hasta su último aliento al menos debe ser vista. Mención aparte merecen los excelentes diálogos, declamados a su vez con una excelente dicción por parte de los actores (algo de lo que no se suele hablar pero que también tiene su importancia a la hora de acrecentar la sensación de pulcritud). Ahí quedan frases del tipo: “es posible que hayas terminado con el pasado, pero el pasado aún no ha terminado contigo”.
El trío protagonista raya a gran altura. Rebecca Hall (quien ya había probado las mieles del terror psicológico en La maldición de Rockford) luce estupenda en ese rol de sufridora continua que tan bien le sienta con su tez pálida y su aspecto de fragilidad total. Recuerda un poco a otras actrices que también bordaron papeles angustiosos como pudiera ser la Shelley Duvall de El resplandor, desplegando una paleta de emociones al alcance de pocos intérpretes.
A su lado el duelo actoral entre Joel Edgerton y Jason Bateman es de los que quitan el hipo. Bateman representa como nadie al tipo corriente, al yerno que toda madre querría para su hija, y es precisamente en su costumbrismo donde nace el caldo de cultivo perfecto para lo ambiguo e inquietante. No diremos más al respecto porque no queremos desvelar más de lo necesario, pero tan sólo diremos que en El regalo las apariencias engañan, y de qué manera.
No cabe duda de que El regalo es una típica (pero no tópica) propuesta de acoso y derribo (vecinal), pero al insuflar inseguridad en todos los personajes se consigue que transitemos por terrenos para nada trillados. Tanto los buenos como los malos podríamos ser nosotros mismos, porque motivos no sobran.
A cualquiera nos podría pasar un caso parecido, y eso acrecienta la credibilidad del conjunto. Y todo explicado con aplomo y sin comisura alguna. Y con una resolución final de las que todavía te acuerdas después de pasados unos días. ¿Qué más se puede pedir?. Se suele decir que la venganza es un plato que se debe servir bien frío, pero aquí se nos trae calentito calentito, pero eso sí, cocinado a fuego lento.
En definitiva, un imbricado juego del gato y el ratón que nos confunde y apasiona a la vez y que satisfará con creces a los amantes de los rompecabezas filmados.