El señor: Memorias de un hombre invisible
En un panorama como el del actual Cine español es de agradecer una propuesta como esta dirigida por Juan Cavestany, nueva figura en el mal llamado Cine low cost y que viene a dar nuevos aires a las tan manidas historias y formas que nos encontramos semanalmente en la carterlera.
El Señor. Comedia, España, 2013, 92 min. Dirección: Juan Cavestany Guión: Juan Cavestany Fotografía: Juan Cavestany. Intérpretes: Luis Bermejo, Paloma Mozo, Tino Martínez
En un panorama como el del actual Cine español es de agradecer una propuesta como esta dirigida por Juan Cavestany, nueva figura en el mal llamado Cine low cost y que viene a dar nuevos aires a las tan manidas historias y formas que nos encontramos semanalmente en la carterlera pero que no ha sido estrenada en cines bajo un circuito comercial sino en Internet, demostrando que otros circuitos de distribución son posibles y que las salas ya no son el único medio para ver una obra audiovisual.
En este caso, un mediometraje que en sus poco más de cuarenta minutos cuenta más que otras obras en dos horas pero que a su vez nos hace replantearnos si el lugar adecuado para una historia de este tipo está en un multisalas como ocurre con otro filme no muy distanciado de este, Diamond Flash (Vermut, 2013) Bajo el amparo de lo digital, el director crea un particular mundo alrededor de la figura del protagonista, espléndido Luis Bermejo, y que a la vez es continuista con esa línea temática sobre la soledad y la figura del hombre que ya habían sido expuestas en anteriores trabajos como en Los Lobos de Washington (Barroso,1999) del que es guionista o la notable Dispongo de Barcos (Cavestany, 2010).
Y como en esta última lo absurdo domina toda la función y convierte la película en una obra teatral, no hay que olvidarse de que Cavestany procede de la compañía teatral Animalario, basada en la repetición constante de ciertos gags y sketches que a veces llegan a cansar, en el uso de unas formas lynchianas que proveen a la cinta un aire de extrañeza y locura en ciertos personajes como en esa misteriosa mujer tuerta que nos hace recordar la misma esperpéntica figura interpretada por Wendy Robie en Twin Peaks y en una muy cuidada atmósfera dónde se le da una gran importancia al sonido, que no a los diálogos ya que pocos son los que pueden encontrarse y a su puesta en escena urbana y cotidiana que genera la incertidumbre de no saber qué pasará con ese pobre hombre que busca un poco de atención.