Shorta. El Peso De La Ley: Situación límite
Shorta. El peso de la ley
- Shorta aka
- Año
- 2020
- Duración
- 108 min.
- País
- Dinamarca
- Dirección
- Guion
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Anders Ølholm, Frederik Louis Hviid
- Música
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Martin Dirkov
- Fotografía
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Jacob Møller
- Reparto
- Productora
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Toolbox Film
- Género
- Acción. Thriller | Policíaco
- Sinopsis
- En la Dinamarca actual, una sociedad multicultural, segregada y llena de tensiones raciales, Talib, un joven inmigrante de segunda generación, entra en coma estando bajo tutela policial. Mientras los agentes de policía Høyer y Andersen hacen una patrulla rutinaria por el gueto de Svalegarden se anuncia la muerte del joven, noticia que desata violentos disturbios en el vecindario, que se convierte en un infierno sin salida para los agentes.
- CRÍTICA
Teniendo todavía muy frescas en la memoria las impactantes imágenes de Antidisturbios es muy sencillo asociar los compases iniciales de Shorta (título que significa Policía en árabe) a la magnífica y encumbrada serie de Rodrigo Sorogoyen. Este prólogo en la comisaria, que nos puede recordar también a cualquier inicio de capítulo de la mítica Canción Triste de Hill Street, con soflama incluída por parte del sargento del grupo en plan "Tengan cuidado ahí fuera", sirve para plasmar en vivo y en directo dos personalidaes antagónicas en las figuras de sendos policía que se van a ver obligados a compartir turno y coche mientras "apatrullan" una ciudad en creciente convulsión y oleada de protestas debido a un acontecimiento violento étnico calcado al que tuvo lugar hace unos meses en Atlanta con el asesinato por asfixia de George Floyd.
El colegueo incipiente entre ambos servidores de la ley irá cediendo paso y finalmente truncándose en un ejemplo de anti buddy-movie a medida que la tensión ambiental externa vaya "in-crescendo". Instalados ya en pleno ojo dle huracán serán víctimas del abandono interesado de sus superiores y sobre todo de la cólera reprimida de quienes les acusan de utilizar de manera demasiado explícita sus fuerzas del orden. Todo este primer vibrante bloque acaece a plena luz del día. Todos se ven las caras y se reconocen con nitidez y tranparencia hasta que se produzca la detención que actúe como detonante del acoso opresivo. A partir de ahí la cámara se instala en el interior del vehículo policial y dejamos de atender al enfrentamiento directo para dar paso a la escaramuza, al ataque sin avisar. Imágenes impactantes que funcionan como perfecta piedra de toque de lo que se avecinará a prtir de entonces.
Como ocurría en otra película referencial para los avispados críticos como Los Miserables de Ladj Ly, quienes no han dudado en establecer "certeras comparaciones" aunque en realidad una y otra se parezcan como un huevo a una castaña, el atosigamiento va conquistando territorio a medida que el improvisado trío protagonista se vea obligado a hacinarse en un edificio colindante donde se dará rienda suelta a la fisicidad más extrema. Es ahí donde empezamos a atisbar elementos de originalidad a la hora de plasmar en imágenes la idea de los directores, ya que se permiten el lujo, en plena efervescencia dramática, de proponer cierta estética en la puesta en escena mediante barridos de cámara en los que cada personaje que aparece en pantalla tiene la oportunidad de expresarse ante ella de manera individual con sus líneas de diálogo perfectamente separdas del resto de los contertulios. El resultado se ajusta sobremanera al estado de indefensión en el que se hallan, interpelando así de manera directa al espectador, quien se siente obligado a verse involucrado. Se agradece la deriva de lo funcional hacia lo autoral, ya que a su vez nos permite como agentes pasivos de la acción participar de un punto de vista colectivo (como suma de individualidades) que nos induce a la reflexión, algo que normalmente no se tiene en cuenta en producciones de esta misma temática donde todo se supedita al barullo y al desorden sin reposo.
El aumento de la presión callejera nos viene apuntado por la aparición esporádica de aparatos tecnológicos que a su vez amparan la contemporaneidad de la acción: noticias en distintos televisores donde se ven barricadas y descontrol que también podrían observar con asomarse al balcón y por supuesto los móviles, esos instrumentos del demonio que nos han convertido en cyborgs y que grantizan que en todo momento la instantaneidad para que todo lo que acontece quede grabado a buen recaudo. Lo atemporal queda arrinconado para dar paso a la rabiosa actualidad. Ya nada se escapa al control del ojo que todo lo ve, aunque en esos momentos la noche caiga sobre la ciudad y el delirio y el salvajismo empiecen a campar a sus anchas propiciados por la confusión de la negritud.
Es en este último tercio del film donde aparecen los momentos más brillantes; aquéllos en los que la capacidad sorpresiva cobra todo el sentido y en los que la búsqueda de refugio pasa de ser una cuestión de mera seguridad a otra de pura supervivencia. Dos feroces combates filmados de manera soberbia sirven como preámbulo de la bifurcación de los antihéroes de la función. Ya nada va a volver a ser igual que antes. El individuo expuesto a una situación límite, tal y como decía el filósofo Karl Jaspers: "proporciona el impulso básico para ganarle el camino al fracaso ... En las situaciones límite, o la nada se muestra o se hace palpable, lo que en realidad es a pesar de y, sobre todo, de la desaparición del mundo". Cuando el status y la comodidad se ve amenazada se reacciona de forma desnuda e imprevisible. Quizás en demérito de la obra que nos ocupa valga la pena resaltar el abuso de soluciones poco elaboradas de guion en las que se fuercen coincidencias dramáticas que garanticen una resolución más buscada que encontrada, o la parición de personajes de última hora a los que se les otorgue una emotividad postiza. Pero son mínimos reproches para una obra de género que juega muy bien sus giros narrativos y que mantiene la expectación hasta el final.