CRÍTICA DE CINE

Siempre contigo: Una historia minúscula de alcance universal

Siempre contigo

Cartelera España 27 de agosto

Título original

Here We Are aka 
Año
Duración
94 min.
País
 Israel
Dirección

Nir Bergman

Guion

Dana Idisis

Música

Matteo Curallo

Fotografía

Shai Goldman

Reparto

Shai AviviNoam ImberSmadi WolfmanEfrat Ben-ZurAmir FeldmanSharon ZelikovskyNatalia FaustUri KlauznerAvraham Shalom LeviOmri LeviAvi MadarRony Gammer

Productora
Coproducción Israel-Italia; 

Spiro Films, Rosamont

Género
Drama | DiscapacidadAutismo
Sinopsis
Aharon ha dedicado toda su vida a criar a su hijo Uri. Viven juntos en una rutina amable, lejos del mundo real. Pero Uri es autista y ya es lo suficientemente adulto para ir a un hogar especializado. En su camino a la institución, Aharon decide escaparse con su hijo y se lanzan a la carretera, sabiendo que Uri no está preparado para la separación. Aunque quizá sea el padre el que no está preparado.
 
CRÍTICA

«Siempre contigo» (Here We Are) es una historia familiar de amor sin límites interpretada por un excelente Shai Avivi (‘Kidon’, ‘Una semana y un día’, Premio al Mejor Actor en la 47 edición de la Seminci), en el papel de Aharon, un padre que ha decidido dejar atrás su vida para dedicarse exclusivamente al cuidado de su hijo autista, Uri (Noam Imber).

Emotiva road movie dramática, por carretera y en tren, que explora la intensa relación que ha llegado a crearse entre el padre -un cotizado grafista que ha abandonado el trabajo- y el hijo –que no consigue enlazar dos frases, le resulta imposible salir de su rutina y está enganchado a su portátil en el que ve películas de Chaplin- hasta el punto de que se han vuelto interdependientes y se ha establecido entre ellos una relación casi sofocante. 

La madre (Smadi Wolfman, ‘Una botella en el mar de Gaza’), que no vive con ellos, ha gestionado la acogida del chico en un centro especializado. Cuando deberían dirigirse al centro para formalizar el ingreso, padre e hijo emprenden una huida desesperada, recorriendo Israel y acudiendo a los pocos amigos y familiares que no comparten las decisiones del progenitor quien –me lo han señalado- presenta todos los rasgos que son habituales en las  madres judías «posesivas y castradoras de sus adorados hijos varones» (para los amantes de las series, un recordatorio de la invisible madre del ingeniero sin doctorado Howard Wolowitz). 

Esta historia, que podría parecer circunscrita a un lugar y una realidad muy concreta, adquiere en el tratamiento cinematográfico una dimensión universal, debido a la sensibilidad y el respeto con que se aborda el tema de la dependencia mutua, ahorrando al espectador la sensiblería fácil y sin más pretensión que hacer un retrato tierno de una relación muy especial padre-hijo, perfectamente interpretada por los dos protagonistas.