CRÍTICA DE CINE

Space Jam: Nuevas Leyendas: El cuponazo (en honor a Andrés Montes)

Space Jam: Nuevas leyendas

Space Jam: A New Legacy
Año
Duración
120 min.
País
 Estados Unidos
Dirección
Guion
Sev Ohanian, Ryan Coogler. Personajes: Tex Avery, Chuck Jones
Música
Kris Bowers
Fotografía
Animación, Salvatore Totino
Reparto
Productora
Warner Bros., Spring Hill Productions, Warner Bros. Animation, Warner Animation Group, Proximity. Productor: Ryan Coogler
Género
Animación. Fantástico. Comedia. Infantil | Secuela. Baloncesto. Looney Tunes. 3-D
Grupos
Looney Tunes (Películas) | Space Jam
Sinopsis
La superestrella de la NBA, LeBron James, se une a Bugs Bunny y al resto de los Looney Tunes en esta esperada secuela.
 
CRÍTICA

Una de las ventajas de que se estrene una película antes en el extranjero que aquí es que si, eres un poco curioso, puedes empaparte de las críticas foráneas (google traductor mediante) y observar con detenimiento o a vuelapluma las opiniones de los sesusdos críticos que nos ilustran con su sabiduría sin par. Así que echando un vistazo a la repercusión de este segundo titulo de Space Jam se ha podido constatar como la mayoría la ha puesto a caer de un burro. Ya de entrada un 4’1 en film affinity y un 4’3 en IMDB es como para echarse a temblar. ¿Qué demonios habrán perpretado estos de la Warner para haber despertado la ira de Khan de los escribas?. Pues resulta que de lo que se queja la mayoría es de que estas Nuevas Leyendas no son más que un ejercicio descarado de onanismo departamental, habida cuenta de que a lo largo de las dos horas de metraje se cacarea hasta la saciedad la grandeza de la distribuidora a través de la presencia en pantalla más o menos acentuada de cada  una de las figuras emblemáticas que han aparecido en sus obres desde su fundación, allà por el 1923 del siglo pasado.

Pues con esos temores fundamentados acude uno al cine pensando en que se va a tragar el pestiño de la década y resulta que tampoco es para tanto. Queda claro que no estamos ante una obra maestra de esas que se han visto a puñados en el recién finalizado Festival de Cannes, pero lo cierto es que si no se profundiza mucho en sus costuras el conjunto es disfrutable e incluso se le puede llegar a encontrar sus virtudes. Que Lebron James no es Joaquin Phoenix ya lo sabíamos de antemano; que la animación de la Warner no le llega a la altura de los zapatos ni a Píxar ni a la emergente Sony es algo que se puede constatar viendo grandezas como Los Mitchell contra las máquinas, y que el guion no iba a exprimirnos el cerebro en demasía lo teníamos claro desde que vimos el trailer oficial apto para todas las edades e incluso para los que aún arrastran el cordón umbilical. Una vez aceptadas esas premisas, lo que nos queda son dos partes descompensadas: una primera en la que se nos plantea una dinámica un tanto simple de problemáticas paterno-filiales y una segunda en la que el despiporre en forma de partidazo de baloncesto deja de lado cualquier premissa argumental para ofrecernos los momentos más divertidos y frenéticos de la propuesta.

Es una pena que la mayoría solo se fije en cosas tan triviales y a la vez divertidas como que entre los espectadores invitados al evento que enfrenta a los buenos contra los malos se encuentren personajes de la casa tan políticamente incorrectos como las monjas de The Devils de Ken Russell o la tremenda banda de violadores de La Naranja Mecánica en luger de mirar cancha adentro y valorar en positivo el alarde de magníficos efectos visuales que se despliegan durante el encuentro. El trabajo de adecuación de los personajes malignos a los jugadores de la NBA y WNBA en los que se inspiran es simplemente asombroso, con ese Klay Thompson líquido a la cabeza de espectacularidad. El ritmo en ese tramo del film es endiablado, y si exceptuamos los instantes de moraleja barata de la socorrida trama es un disfrute que parece no tener final. A fin de cuenta en el tatami es donde Lebron, la verdadera estrella homenajeada desde los títulos de crédito iniciales, se encuentra más a gusto, y no tanto cuando tiene que dar la réplica a unos diálogos que no interesan ni a los propios guionistas ( y eso que son tantos que podrían haber formado su propio equipo de baloncesto).

Todos los que han tenido algo que ver con la producción de esta máquina de hacer dinero han tenido muy claro el pelaje del producto que sacaban a la venta. Que los engolados críticos intenten buscarle los tres piés al conejo de la suerte y no vean ni una cosa buena en este divertimento sin pretensiones dice muy poco de su capacidad de ponerse a la altura de las circunstancias. Ni el Space Jam original era un alarde de inventiva cinematográfica ni su secuela será recordada como una de las cimas de la animación contemporánea; pero de ahí a hundirla en la miseria y el desprecio absoluto quizás tenga su punto de injusticia. ¿Habrá Space Jam 3? Hay va una pista: ¡Anteto, para abajo te la meto!.