CRÍTICA DE CINE

A Stormy Night: Noche de lluvia en Nueva York

A Stormy Night

Título original
A Stormy Night
Año
Duración
76 min.
País
 España
Dirección
David Moragas
Guion
David Moragas
Música
Ángel Perez
Fotografía
Alfonso Herrera Salcedo (B&W)
Reparto
Marc DiFrancesco, Jordan Geiger, Elena Martin, David Moragas, Jacob Perkins
Género
Drama. Romance | Homosexualidad
Sinopsis
Marcos, un director de documentales español se queda atrapado en Nueva York cuando el vuelo de escala que debía llevarle desde Barcelona a San Francisco es cancelado por culpa de una tormenta.
Clausura del D´A 2020
 

Debido a la cancelación de su vuelo por una inminente tormenta de alta magnitud, Marcos, un joven realizador de documentales camino de un festival de cine en San Francisco, se ve obligado a refugiarse en casa del amigo de una amiga en Brooklyn. Este breve confinamiento forzado es la base de la que parte David Moragas para construir un drama queer que, sin embargo, incluye sustanciales elementos propios de la tan denostada comedia romántica que el director defiende a capa y espada: la colaboración entre personajes opuestos –en este caso, cada uno en las antípodas cuanto a visión de las relaciones sexoafectivas-, un detonante basado en la casualidad, batallas discursivas sobre modos de conducta interpersonales herederas de la screwball comedy

Con esta combinación, Moragas crea un encuentro de una noche, extrapolable a un retrato generacional, en el que se ponen sobre la mesa problemáticas habituales con la óptica de la ya tercera década del siglo XXI. La multiplicidad de modelos afectivos i el choque cultural son el fundamento temático de A stormy night, cuya imbricación funciona gracias a la efectiva contraposición del puritanismo americano y la actitud liberal europea. Aunque esto supone un tópico (no olvidemos, el fundamento de la romcom), Moragas va más allá y es capaz de dar la vuelta a la tortilla a sus personajes y enriquecerlos a base de contradicciones que desnudan su verdad.

De línea melodramática, A stormy night consigue no caer en la afectación gracias a sus dosis de humor insertadas en el punto justo, dando lugar a un film fluido como gotas de agua en la ventana que, como sus protagonistas, no se sabe exactamente cuando llegarán a fusionarse o a separarse. Sencilla, pero atinada en sus intenciones, una obra en la que Xavier Dolan –no solo por su trama, también por el ejercicio interpretativo que hace el propio Moragas al asumir uno de los roles protagonistas-, se besa fortuitamente con los diálogos y la referencialidad de Woody Allen bajo la atenta mirada de Jim Jarmusch, sin necesidad de café y cigarrillos.

Una notable puesta de largo que es toda una declaración de intenciones, la cual sortea satisfactoriamente sus difíciles equilibrios entre tener algo que decir sin resultar pretencioso, entre configurar una narración realista sin dispersarse, entre vaciar las emociones sin imposturas. Consciente en todo momento de las necesidades y demandas de la naturaleza del proyecto, un debut nada tormentoso que suscita ansias para futuros reencuentros.