Underworld: Guerras de Sangre: El sentido perdido de una saga
Cuando una productora encuentra un filón casi inesperado en una película que plantea un nuevo mundo, personajes atrevidos y una historia original sus nuevos fans, normalmente, no se dan cuenta del desastre que harán con todos esos valores hasta que ya es demasiado tarde, y han dejado por el camino muchos minutos de metraje y millones perdidos.
Terror-Acción | 91 min. | EEUU 2016
Título: Underworld: Guerras de Sangre.
Título original: Underworld: Blood Wars.
Director: Anna Foerster.
Guión: Cory Goodman.
Actores: Kate Beckinsale, Theo James, Charles Dance, Bradley James.
Estreno en España: 13/01/2017
Productora: Lakeshore Entertainment / Screen Gems / Sketch Films.
Distribuidora: Sony Pictures.
Sinopsis
Nueva entrega de la franquicia Underworld, en la que la vampira Selene (Kate Beckinsale) deberá defenderse de ataques brutales de los dos clanes, el de los Lycans y el de los Vampiros que la traicionaron. Con sus únicos aliados, David (Theo James) y Thomas su padre (Charles Dance), ella debe detener la guerra eterna entre Vampiros y Lycans, aunque signifique tener que hacer un último sacrificio.
Crítica
Cuando una productora encuentra un filón casi inesperado en una película que plantea un nuevo mundo, personajes atrevidos y una historia original (dejando a un lado en este caso litigios legales con un conocido juego de rol de temática similar) sus nuevos fans, normalmente, no se dan cuenta del desastre que harán con todos esos valores hasta que ya es demasiado tarde, y han dejado por el camino muchos minutos de metraje y millones perdidos.
Underworld es una de esas sagas víctimas de su temprano éxito y de la creación de nuevas películas cuyas tramas ni siquiera se contemplaban en las anteriores. De este modo se ha intentado estirar una historia que no daba para mucho más tal y como había sido planteada, creando simplemente un nuevo escenario de peligro al que arrastramos a los exhaustos personajes de la película anterior.
Personajes desangrados, actores extenuados
Con un nuevo antagonista, de nuevo el más invencible de todos los combatidos, y dos protagonistas conocidos (Kate Beckinsale como Selene y Theo James como David) se nos da una premisa en apariencia válida para contar esta nueva aventura. Aunque al principio no se dejen de albergar las esperanzas de un enfoque diferente, pronto la propia película acaba delatándose con diálogos que se repiten constantemente, dedicando la totalidad de estas escenas de diálogo a insistir machaconamente en las premisas que están moviendo las acciones de los personajes.
Los personajes, especialmente los anteriormente conocidos, dan la total impresión de tener en este contexto muy poco nuevo que decir, y la falta de carisma de Theo James apenas puede ser compensada por la fuerza de una Beckinsale a la que se le nota harta de matar hombres lobo.
La lógica de la diégesis
Cuando vemos una película, y más aún una de fantasía, firmamos un contrato con lo que se nos muestra en pantalla: aceptamos las reglas y hechos de este mundo irreal, a cambio de disfrutar en su interior de una buena trama que siga la lógica dentro de sus normas. En Underworld: Guerras de sangre, sin embargo, la carencia total de lógica en varios momentos clave del desarrollo rompe el disfrute de forma irremediable.
La actuación sin sentido de algunos personajes (que, al estar tan poco definidos, tampoco tienen un patrón esperado de conducta) y la sucesión de hechos de forma sospechosamente conveniente (normalmente para que la todo avance hacia el destino que ya se espera) acaban siendo los mayores inconvenientes que impiden hilar el sentido de lo mostrado. Esto oscurece, además, el esfuerzo por mantener la atención con algunos giros de la trama menos esperados y más disfrutables.
En definitiva, Underworld: Guerras de sangre se erige como un producto construido con el único afán de explotar más el éxito de una saga ya rentabilizada, teniendo esta entrega los débiles cimientos de actores y personajes de los que poco más se puede aprovechar, y trampas de guión que juegan a que las cosas sucedan sin justificación, con el único objetivo de cerrar esta nueva línea argumental.
Aunque tiene claro a qué público se dirige, esto no hace sino añadir más gravedad a otro de los puntos negativos de las últimas partes de la saga vampírica: unos efectos especiales poco convincentes, con un uso de un CGI (Computer Generated Image, o efectos creados por ordenador) que se queda bastante corto respecto a otras grandes producciones a las que actualmente estamos acostumbrados, las cuales, en su mayoría, suelen cuidar más los aspectos de la trama para no sacar al espectador del asombro ante una nueva historia.