Veneciafrenia: Como las mejores fiestas
Veneciafrenia
Título original
- Veneciafrenia
- Año
- 2021
- Duración
- 100 min.
- País
- España
- Dirección
- Guion
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Jorge Guerricaechevarría, Álex de la Iglesia
- Música
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Roque Baños
- Fotografía
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Pablo Rosso
- Reparto
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Ingrid García Jonsson, Silvia Alonso, Goize Blanco, Alberto Bang, Cosimo Fusco, Enrico Lo Verso, Caterina Murino, Nico Romero, Armando de Razza, Nicolás Illoro, Alessandro Bressanello, Diego Pagotto
- Productora
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The Fear Collection, Pokeepsie Films, Sony Pictures España, Amazon Studios, Eliofilm, TLM The Last Monkey
- Género
- Terror | Slasher
- Sinopsis
- En la naturaleza existe vínculo indisoluble entre la belleza y la muerte. El ser humano, deudor de su entorno, imita lo que observa. Como mosquitos atraídos por el faro más brillante, los turistas están apagando la luz de la ciudad más hermosa del planeta. La agonía de las últimas décadas ha desatado la ira entre los venecianos. Para frenar la invasión, algunos se han organizado, dando rienda suelta a su instinto de supervivencia. Nuestros protagonistas, un sencillo grupo de turistas españoles, viajan a Venecia con la intención de divertirse, ajenos a los problemas que les rodean. Allí se verán obligados a luchar por salvar sus propias vidas.
- CRÍTICA
Después de estrenarse en el festival más prestigioso del cine fantástico –Sitges–, llega a las carteleras españolas Veneciafrenia, el último trabajo de Álex de la Iglesia. Uno de los rostros más reconocibles del cine de género patrio viaja hasta la ciudad italiana para representar una sanguinolenta pugna entre los turistas y quienes los odian en una despedida de soltera disfrazada de carnaval.
El hacedor de esas joyas llamadas La Comunidad, El día de la Bestia y Acción Mutante suele colmar sus obras de frenesí y de lo atrozmente perturbante. No hay nada normal en sus fobias, todo resulta anómalo y extravagante, siempre se aleja de este mundo educado para adentrarse en lo incorrecto, en lo zafio. Podemos decir que Veneciafrenia sería lo más parecido a una baraja de cartas española, no solo porque toca todos los palos, sino porque empapa de embriaguez al grupo de protagonistas, les emborracha con unas cuantas copas de más, porque saca el filo de las espadas para desangrar a los turistas, porque nos regala momentos vastos envueltos en una gruesa plasticidad y porque no es oro todo lo que reluce.
Aunque lo que brilla resplandece. Su particular factura endiablada y salvaje está presente en una historia convencional, típica. Mezcla lo banal con la fantasía más inmersiva para abrirse en canal y destriparnos las vísceras. Es cruda y superficial, como la carne trémula. Pero le falta un final apoteósico para que la fiesta sea memorable, o por lo menos un cierre coherente con lo acontecido, y es que tanto Álex de la Iglesia como Jorge Guerricaechevarría –coguionista habitual del director bilbaíno– deberían pulir mejor las clausuras de sus historias.
Toda la película se desenvuelve a base de un batiburrillo de toscas casualidades. Nos podríamos excusar en lo extremadamente azarosa que puede resultar la vida, pero estas casualidades son dignas de los mejores slashers. Y es por ello que Veneciafrenia puede desarrollarse de tal manera, pues lo nuevo de De la Iglesia es un cruce entre el slasher más inadecuado –por su formalidad más estilizada y gótica y por su narrativa urbana y contemporánea podemos asemejarla al Fantaterror– y lo puramente arbitrario.
También bebe de mucha parte de su filmografía, mezclando lo terrenal con la fantasía e introduciéndonos un halo de misterio, pudiéndonos llegar a recordar a Las Brujas de Zugarramurdi. Aunque en este caso cambiamos a un taxista y dos atracadores por turistas en busca de la despedida perfecta, una horda de brujas por venecianos disfrazados y un municipio navarro por una ciudad rodeada de agua, compartiendo ambos lugares reclamo turístico.
Y hablando de turismo, el que dirigiese Balada Triste de Trompeta ha querido transmitir su denuncia contra el turismo masivo, ese que destruye poco a poco la belleza de las ciudades a cambio de una juerga autodestructiva –tanto interna como externa–. Para ello, ha querido llenar de sangre y escotazos las callejuelas de Venecia envueltas en un carnaval de emociones, desde el éxtasis y el gozo hasta la desesperación y la resaca. Sí, disfraza de sangría e infortunios una denuncia social que puede no resultar trascendente, ya que aquí retumba más el divertimento más estrafalario que su mecanismo de revelación.
En definitiva, para el que escribe estas líneas, el último largometraje de Álex de la Iglesia es un slasher desvergonzado y resacoso que reparte buena estopa -estimulante cual temazo de los Hombres G- pero que termina descosiendo sus propias vestiduras, pues el mejor filme del director desde Las Brujas de Zugarramurdi no sabe bien cómo atracar. Veneciafrenia sufre de un comienzo gozoso, una paulatina bajona y una mala resaca final. Vamos, como las mejores fiestas.