Siete vidas, este gato es un peligro: Una más de Navidad...pero sin Dickens
Las historias de tipo aleccionadoras, donde el personaje protagoniza una serie de peripecias y se le revela casi en una epifanía la realidad de su existencia, tienen demasiados antecedentes como para que la propuesta pase siquiera a considerarse fresca.
Comedia | 87 min. | USA 2016
Título original: Nine Lives.
Director: Barry Sonnenfeld.
Guión: Matt Allen, Dan Antoniazzi, Gwyn Lurie, Ben Shiffrin, Caleb Wilson.
Intérpretes: Kevin Spacey, Jennifer Garner, Christopher Walken, Ellen David.
Estreno España: 02/09/2016
Productora: EuropaCorp / Fundamental Films.
Distribuidora: DeAPlaneta.
Sinopsis
Tom Brand (Kevin Spacey) es un ejecutivo sin escrúpulos que disfruta viviendo la vida al límite y dedicándose plenamente a su trabajo, aunque su familia no esté muy feliz con ello. Como regalo de cumpleaños para su hija, Tom le compra un gato a Grant (Christopher Walken), un tipo bastante extraño. De camino a su casa Tom sufre un terrible accidente y queda en coma... Al menos su cuerpo, porque su alma quedará atrapada en el gato.
Crítica
Las historias de tipo aleccionadoras, donde el personaje protagoniza una serie de peripecias y se le revela casi en una epifanía la realidad de su existencia, tienen demasiados antecedentes como para que la propuesta pase siquiera a considerarse fresca. El antecedente más conocido de este tipo de historias es el clásico relato navideño de Charles Dickens en el cual el avaro Ebenezer Scrooge es visitado tres veces por los espíritus de los tiempos pasados, presentes y futuro, lo cual lo lleva a noticiarse de lo vacío de una existencia sólo preocupada por el dinero.
La participación de una personalidad como Sonnenfeld permitía esperar algunos giros menos previsibles.
La participación auspiciosa de una personalidad como Sonnenfeld
permitía esperar algunas recreaciones y giros que generaran alguna vuelta de tuerca menos previsible, pero tal cosa no ocurre con Siete vidas, este gato es un peligro (2016). Si bien la película es correcta, está lejos de la calidad de sus producciones anteriores (Los Locos Adams I y II, y la saga de Hombres de Negro).
Si no consideramos esta cuestión, quedan sin embargo algunas debilidades del film que podrían haber al menos mejorado la factura de lo que se ha presentado.
El principal inconveniente es la nulidad de los caracteres psicológicos de los personajes oponentes, cuyo acartonamiento le privan de toda gracia y fuerza dramática. Sabido es que en los relatos populares -sobre todo los infantiles- el carácter del villano es fundamental para sostener dramáticamente el conjunto de las peripecias que debe enfrentar el personaje.
En el film, este rol se adjudica al vicepresidente, en primer lugar, y a los directivos de la empresa, en segundo lugar, quienes en las antípodas de un romanticismo victoriano (del tono del cuento de Dickens) sólo les interesa el rédito y la recuperación con intereses de lo que han invertido.
Pero lamentablemente el personaje villano principal (el vicepresidente) queda completamente desdibujado en su psicología, quedando limitado a una serie de intervenciones sin gracia. No se le puede adjudicar en sentido riguroso una personalidad, y estamos más tentados de creer que es apenas una materialización individual del directorio de la empresa.
En sintonía con esta inasibilidad psicológica del personaje oponente, nos encontramos con los personajes secundarios: la hija, el hijo y las dos mujeres del protagonista (la ex-esposa y la actual). El relato no les ha brindado un material para enriquecer sus personalidades, cuyo resultado es que sus presencias son apenas el paisaje de fondo del único tema al que la película le ha dedicado alguna atención: la peripecia que atraviesa el Sr. Brand.
La única excepción en este conjunto paisajístico es el personaje encarnado por Christopher Walken, el dueño de la exótica tienda de mascotas.
Finalmente, creo que el material de base -aun en la previsibilidad en la que se ha mantenido la propuesta- se prestaba para una profundización de la comicidad, cosa que tampoco ha ocurrido. El resultado es un film que no es del todo cómico o no es suficientemente cómico, ni excesivamente emotivo.