Western: ¿Extraños en el paraíso?
Valeska Grisebach (Sehnsucht) dirige y escribe este largometraje que protagonizan Viara Borisova, Veneta Fragnova, Syuleyman Alilov Letifov, Meinhard Neumann, Detlef Schaich, Reinhardt Weterk y Waldemar Zang, siendo esta la primera película en la que actúan.
Drama | 100 min. | Alemania-Bulgaria-Austria | 2017
Título: Western.
Título original: Western.
Director: Valeska Grisebach.
Guión: Valeska Grisebach.
Intérpretes: Meinhard Neumann, Reinhardt Wetrek, Waldemar Zang, Detlef Schaich.
Estreno en España: 15/06/2018
Productora: Komplizen Film.
Distribuidora: La Aventura Audiovisual.
Sinopsis
Un grupo de alemanes que trabaja en el sector de la construcción, son enviados a un pueblo de Bulgaria que está perdido de la mano de dios. Este lugar desconocido despierta en los hombres un sentimiento de aventura, al que se suman los prejuicios y la desconfianza, además de la barrera que supone el idioma y las diferencias culturales. La situación cambia radicalmente cuando comienzan a ganarse el favor y la confianza de los locales.
Crítica
En pleno proceso de velada recuperación económica y en unos momentos en el que la ola del euroescepticismo continuaba creciendo hasta nuestro día presente, a raíz de la bomba estallada con el sí al Brexit, Valeska Grisebach triunfó en la sección Un certain regard del Festival de Cannes 2017 con este Western. El sencillo título no resulta nada arbitrario, puesto que Grisebach se nutre de estructuras y códigos del género homónimo, a partir de la llegada a un agreste pueblo búlgaro de un grupo de operarios alemanes para levantar e impulsar una central eléctrica.
Los héroes son viejos y están cansados -más psicológicamente de la rutina que físicamente-, y no hay ninguna acción trepidante.
Su llegada, al principio, resultará algo incómoda dado el choque de culturas y la altiva superioridad moral de los germánicos, pero con el paso del tiempo del tiempo establecerán relaciones interpersonales con los habitantes de la villa. Grisebach sigue el esquema westerninano de los forasteros que se asientan en un nuevo paraje, rural y algo tosco, tomando los aires crepusculares de las películas de Howard Hawks. Los héroes son viejos y están cansados -más psicológicamente de la rutina que físicamente-, y no hay ninguna acción trepidante.
El país más rico visita al más pobre de la asociación, pero además le intenta imponer sus reglas en su propia casa. Afortunadamente, Grisebach no es catastrofista y deja un halo de esperanza en la humanidad de sus personajes, quienes terminarán fomentando la convivencia y el respeto entre ellos, sin caer en sensiblerías tampoco. Porque quien salvará Europa serán sus ciudadanos, no su burocracia, instituciones ni despachos.