Crónica del 1º día del SEFF Festival de Cine de Sevilla
Comienza de forma irregular una nueva edición del Festival de Cine Europeo. Empieza un año más el Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF) en su XVI edición y este año comienza más temprano que nunca, pues el primer pase de prensa ha tenido lugar a las diez de la mañana.
Empieza un año más el Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF) en su XVI edición y este año comienza más temprano que nunca, pues el primer pase de prensa ha tenido lugar a las diez de la mañana.
Y este ha recaído en una de las películas más esperadas por crítica y público este año, Madre de Rodrigo Sorogoyen, continuación del cortometraje homónimo nominado al Oscar y ganador del Goya. De hecho, el mismo cortometraje es el inicio de la película donde Elena, una sufridora Marta Nieto ganadora del premio a mejor interpretación femenina en el Festival de Venecia, que perdió a su hijo en una playa de Francia, ahora vive allí en una especie de duelo perpetuo hasta que la casualidad le hace conocer a Jean, un joven de 16 años al que cree identificar como a su hijo perdido.
Si ya el cortometraje no nos pareció digno de ser laureado más allá de la técnica del plano secuencia y que tampoco se explotaba en su totalidad al reducirse a un espacio tan pequeño como un apartamento, la película si llega a interesarnos en su primer tramo con características de película de suspense, con esa persecución escoptofílica y el flirteo de Jean y casi irresponsable comportamiento de ella, nuestro interés decae de forma estrepitosa a partir de una interrupción en la trama y el ritmo venida por la innecesaria escena de un grupo de muchachos y una Elena algo ebria y que nos hace recordar (más si acaba por su forma) sin ningún pudor a aquel despreciable video de la manada en Pozoblanco que se emitió de forma aún más repugnante por todos los medios.
Tras todo esto, Sorogoyen entra en dramatismo más duro con un intenso reencuentro con el padre, la pérdida de la segunda oportunidad amorosa y un alargamiento del final donde necesita explotar y explicitarlo todo en vez de optar por una estructura cíclica que hubiese mejorado el filme.
El primer pase de la tarde ha sido para De Repente, el Paraíso de Elia Suleiman que vuelve a reincidir, como pasó con sus anteriores películas, en el tono cómico para explicar el conflicto de identidad palestino, esta vez también desde fuera con visitas a París y Nueva York. Sin embargo, y pese a algún inspirado momento (esa escena salida de Benny Hill entre una manifestante y la policía) todo nos produce una continua sensación de deja vú.
Además, en esta ocasión Suleiman ha optado por explicitar y dar demasiada voz a sus personajes, perdiéndose con ello esa reivindicación del humor mudo y gestual de Keaton a Tatí que si encontrábamos en sus anteriores películas y que precisamente por ello nos terminaron conquistando.
No deja de ser entretenida pero esperábamos bastante más de un autor que ha demostrado tener una voz propia y original ante la multitud de autores que se repiten en género y temática (la mayoría dramática) ante el conflicto palestino.
Pequeña decepción ha resultado ser también nuestra siguiente película, And Then We Danced de Levan Akin, sobre la problemática de la homosexualidad dentro de la danza georgiana y en una sociedad poco tolerante y que ve como una debilidad cualquier orientación sexual diferente a la heterosexualidad.
Sin embargo, la película transita por cada uno de los tópicos mil veces vistos en este tipo de historias de (auto) descubrimiento sexual y aceptación. Desde las primeras miradas furtivas y la atracción no resuelta (siempre lo mejor por su condición del dispositivo de la mirada), pasando por la felicidad del deseo conseguido, la depresión por la imposibilidad de la relación y descenso a los infiernos (discotequeros) y como no, esa novia engañada y despechada en un principio que termina por convertirse en confidente y compañera de penas aunque se reserva un punto de originalidad en la figura del hermano rebelde pero protector, auténtico catalizador de las emociones y la historia.
Todo esto lastra un filme que lo apuesta todo por la química entre sus protagonistas, unos entregados Levan Gelbakhiani y Bachi Valishvili y a la confrontación de sus cuerpos mediante la exigente danza georgiana, que a pesar de de la fuerza que tienen sus coreografías no son capaces de igualar siquiera la que si tenían esas danzas clásicas y esa transformación corporal de Girl de Lukas Dhont.
El último pase del día llega con Family Romance LLC del incombustible Werner Herzog, coproducción germano-japonesa sobre una empresa nipona que contrata a sus empleados para ejercer el rol de un familiar desaparecido o fallecido para intentar cubrir el hueco que ha dejado su ausencia momentáneamente y siguiendo los pasos de uno de esos empleados, Ishii Yuichi (fundador en la vida real de esta empresa) y su trabajo tomando el papel de padre de una joven.
Desde la extraordinaria Cave of Forgotten Dreams no nos había llegado a interesar tanto Herzog. Pero a pesar de los defectos con los que cuenta esta película (recurrentes planos de drones y músicas horteras) su discurso sobre la soledad, la necesidad del duelo y sobre todo los límites a los que se debe llegar en este desdoblamiento de personalidad nos parecen de lo más estimulantes y se concentran en dos brillantes escenas: en una Ishii entra dentro de un hotel de robots y se fascina por los peces-robots de una pecera en una puesta en abismo de la imitación a la vida y en la segunda, una visita a la funeraria podría dar con la clave de estos límites que se pueden llegar a traspasar.