Crónica del Festival de Cine de Sevilla. SEFF - DÍA 2
Irregular segundo día en el Festival de Cine Europeo, salvado por las propuestas más experimentales
Nuestro segundo día en el Festival de Cine Europeo de Sevilla empieza con La Gomera de Corneliu Poromboiu, que sigue alejado de esa vertiente trágica, descorazonadora y cínica de esa generación de cine rumano a la que pertenece y volver a unos materiales conocidos, los de Policía, Adjetivo pero no para repetir esquemas sino para una deconstrucción consciente de los elementos que han poblado el cine negro desde sus inicios.
Así, en esta historia de policía corrupto que debe aprender el silbo gomero para sacar a un delincuente de la cárcel y que este le lleve hasta un sustancioso botín, no faltará la femme fatale de turno (de nombre GIlda), los mafiosos con lo que es mejor no jugar (estupendo a la par que inquietante Agustí VIllaronga), las persecuciones, huidas y los guiños demasiado explícitos a Ford, Hitchcock y su ducha o De Palma por ese uso grandilocuente de la ópera y los dispositivos de videovigilancia.
La película se reserva además para el final, un romántico y bello final en los Super Árboles de los Jardines de la Bahía en Singapur, en un espectáculo de luz y sonido que nos acompaña hasta el final de los créditos.
Y pasamos de cine negro a un thriller claustrofóbico con Bait del británico Mark Jenkin, en una historia de pesca y tradición en los tiempos de Airbnb y la lucha constante de un pescador contra los turistas que asolan su pueblo impidiendo que pueda ejercer su trabajo.
Lo interesante de la propuesta (de hecho, lo único rescatable de esta) es su formato de 16mm en blanco y negro con el que el director crea unas texturas y unas atmósferas que se van enrareciendo a medida que vamos llegando al final.
Sin embargo, su historia y desenlace (que ya se nos adelante desde el principio) no posee la fuerza suficiente, cosa que empeora la necesidad de Jenkins de poblar el relato de planos muy cortos con los que consigue marear al espectador y que este pierda su atención.
La sesión de tarde es para Gloria Mundi de Robert Guédiguian que más que una película nos trae un panfleto político que podría venir firmado por el partido Francia Insumisa (el equivalente a Podemos en Francia) o también por el binomio de Ken Loach y Paul Laverty por esos vicios de mal guionista que necesita crear un problema en cada escena de la película para resolverlos de muy malas manera en la última.
Así, la historia de esta familia corriente con sus mentiras y secretos (solo nos faltó el personaje LGBTQ+ de rigor para completar el cuadro) a la que el nacimiento de un bebé, la Gloria del título, puede traer cierto rayo de esperanza familiar y metafórica para la Francia que teme ese ascenso de la ultraderecha, no posee ninguna virtud cinematográfica, escudándose solo en su narrativa del miedo y el brochazo gordo de los temas que toca (no se salva ni Uber).
Más aún, el único personaje con el que podríamos empatizar un poco (ese padre ex-convicto dispuesto a todo por su familia) es continuamente saboteado por el director con unos parlamentos que más que reflexión provocan risa y por el uso indiscriminado y mal usado de la música (pobre Ravel)
Nuestra siguiente película pertenece al ciclo que este año le ha dedicado el festival al director y productor Pere Portabella, figura clave en nuestro cine y al que agradecemos este homenaje que además viene con una muestra de películas (producidas y dirigidas por él) restauradas. Esta primera sesión del ciclo ha sido para Cuadecuc, Vampir, obra que fue filmada a la vez que El Conde Drácula de Jesús Franco, a reivindicar a pesar de sus escasos medios como una de las adaptaciones más fieles de la obra de Stoker y que no nos queda duda alguna que Coppola tuvo que ver antes de la suya, que traspasa la línea de lo que podríamos considerar un making-off al uso para convertirse en una película que vampiriza completamente a aquella y le da nuevos significados.
Filmada en blanco y negro en 16mm cuya restauración ha mejorado notablemente su visionado, sus potentes imágenes (¡Ese ventilador de telarañas!) unidas a la ausencia casi total de música crean una atmósfera especial y tenebrosa, antecesora del prólogo de Informe General Sobre unas Cuestiones de Interés Para una Proyección Pública y que convierten a Christopher Lee y Soledad Miranda en unos auténticos e inquietantes chupasangres
La jornada acaba con La Mafia Ya No Es Lo Que Era de Franco Maresco, que con el 25 aniversario de la muerte de los jueces Falcone y Borsellino vuelve a relacionar, mediante un humor explícito y hasta cierto punto cutre, a la mafia con el Estado, usando esta vez a la fotógrafa Letizia Battaglia como nexo conductor
El punto de partida tiene su gracia pero Maresco no puede resistirse a volver a poblar su relato de frikis (siempre lo hemos tenido como el Javier Cárdenas italiano) auspiciados por la inquietante figura de Ciccio Mira y con el descubrimiento de la película -, robaplanos de manual y que transforma la crítica en un relato grotesco