Festival de Cine de Sevilla: Las obras más experimentales y sensoriales salvan el día del desastre
Tercer día en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y la cosa no podría empezar de peor forma. Touch Me Not de Adina Pintilie, Oso de Oro en Berlín y que llegaba al festival con su aura de película rompedora y provocativa, resulta ser una obra vacía, sin el alma suficiente que una propuesta de este tipo necesita para poder empatizar y reaccionar ante sus imágenes.
Tercer día en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y la cosa no podría empezar de peor forma. Touch Me Not de Adina Pintilie, Oso de Oro en Berlín y que llegaba al festival con su aura de película rompedora y provocativa, resulta ser una obra vacía, sin el alma suficiente que una propuesta de este tipo necesita para poder empatizar y reaccionar ante sus imágenes.
Filmadas en ambientes asépticos, como si sus protagonistas fueran ratas de laboratorio con las que experimentar, convierte los problemas y dudas de estas personas en el mero pretexto para mostrar desnudos y sexo explícito, se permite hasta entrar dentro de una sesión de BDSM con todo lujo de detalles que ya querrían haber visto las seguidoras del Señor Grey en sus correrías en la gran pantalla.
Y nos parece de lo más pueril, innecesario e incluso pacato y fuera de tiempo el tener que recurrir al sexo como forma de provocación hacia los espectadores, y más en un festival que ha entregado auténticas obras revolucionarias en ese sentido y que sin ir muy lejos, el año pasado proyecto Vivir y Otras Ficciones de ddd que con las mismas ideas de aceptación sexual y muchos puntos en común con esta obra, sin duda era una propuesta sincera y más dignificadora con sus actores, siendo clara y concisa y no queriendo llamar la atención a cualquier costa.
El mal sabor que nos dejó la película de Pintilie se borró de un plumazo cuando comenzaron los primeros minutos de La Ciudad Oculta, propuesta sensorial de Victor Moreno tras toda la polémica surgida con su anterior documental Edificio España, y que nos sumerge en un viaje por las alcantarillas de Madrid, descubriendo un universo alternativo al que encontramos en la superficie.
Jugando con los códigos de la ciencia ficción y el terror que van desde Alien a Mimic, el uso, o mejor dicho no uso de iluminación, consigue crear todo un abanico de texturas y atmosferas, donde una constelación puede tratarse de una pared de granito y otros minerales.
El gran acierto de la película es dejar que las imágenes hablen por si solas. No hay voz en off explicativa, ni entrevistas a los trabajadores nocturnos del metro o de las alcantarillas, consiguiendo que el espectador quede ensimismado e hipnotizado en un misterio a lo desconocido producido por la oscuridad de esos túneles, siendo también muy interesante una cierta visión ecologista cuando muestra como la naturaleza de abre camino ante las estructuras construidas por el hombre en el subsuelo.
Sin embargo, la magia se rompe cuando el director nos lleva durante unos minutos a la superficie y en ese momento el espectador desconecta, a pesar de que el director vuelve a sumergirse hasta el final y entrega en sus créditos una monster-movie de microorganismos.
El primer pase de tarde es para <3 de María Antón, un proyecto grabado durante tres años en el parque del Retiro en Madrid y que intentan indagar sobre el amor y el deseo mediante unas entrevistas a los viandantes que pasan por el lugar.
Hay muchas películas dentro de este largometraje. Tenemos una historia ficcionada sobre una chica y un chico ligando mediante una app, un bloque de entrevistas a personas anónimas, unos últimos minutos que son más sensoriales aprovechando la noche y tranquilidad del parque e incluso un documental de naturaleza con unos pájaros peleando por comerse una hamburguesa.
No obstante, lo interesante del largometraje no es tanto lo que dicen los entrevistados acerca de su vida amorosa sino más bien los gestos que estos ponen al contarlo como el de una pareja de dos chicos homosexuales que hablan sobre la relación abierta y uno de ellos, aunque aceptándolo, parece no estar muy a favor pero al ser el deseo de su pareja no tiene más alternativa que ceder en parte.
Acabamos el día con Mariphasa de Sandro Aguilar que vuelve al festival tras su paso hace unos años con A Zona. En este tiempo se nota que ha depurado la técnica y trabajado más las atmósferas que genera, pues la película es una sucesión en mejor o peor forma de estas. La narración es prácticamente inexistente y de lo que se trata aquí sobre todo es de experimentar y abstraerse mediante los códigos del género noir y convirtiendo las calles de Portugal en una auténtica pesadilla
Pero a Aguilar le ocurre lo mismo que a otro director similar a él como Grandieux, que malentiende conceptos de abstracción y simbolismo y convierte su obra en un galimatías con muy buena fotografía