NUESTRA PORRA DE LOS OSCARS 2021: Los Oscar no se van. Parte 1
Artículo firmado por Laura Ayet y Aleix Sales
No hay pandemia ni confinamiento posible que vaya a acabar con una gala de los Oscar presencial. Aunque sea con retraso con las salas de cine casi vacías durante un año, el show por excelencia de la Industria del Cine no puede faltar a su cita anual. Manteniendo el formato presencial, esta vez la Academia ha decidido establecer otra sede en Europa para los invitados del viejo continente que no puedan desplacerse hasta Los Ángeles, para que, pese a todo, la gesta de reunir a la flor y nata de Hollywood se mantenga lo máximo posible, pese al virus.
Desde el principio de este año, la carrera a los Oscars ha sido completamente diferente a todos los anteriores. Empezando por el retraso (y posterior cancelación) del Festival de Cannes, la agenda cinéfila se ha visto alterada por los múltiples movimientos de Festivales, vaivenes con las fechas –y formatos de estreno-. Los Oscar han tomado nota de ello y han aplazado su gala hasta dos meses más tarde de lo habitual, a la noche del 25 al 26 de abril.
No solamente han cambiado el día de la ceremonia, también han flexibilizado sus rígidas normas que, si bien hasta estos últimos años eran objeto de polémica, puede que a partir de ahora lleguen a normalizarse. Para empezar, podemos ver en competición películas estrenadas en 2021 –y catalogadas como tal-, como Judas y el Mesías negro (Shaka King), Los Estados Unidos contra Billie Holiday (Lee Daniels) o The White Tiger (Ramin Bahrani), excepción para compensar esos 3 largos meses sin estrenos salas a nivel mundial por el confinamiento estricto. Por otra parte, la dificultad logística de la presencialidad en tiempos de distancia social y aforos reducidísimos han hecho que la Academia deje la cucharita y empiece a comer con los dedos al permitir que cualquier obra estrenada en streaming pueda competir. Esto ha permitido que las plataformas dominen las candidaturas, muchas de ellas adquiriendo films en su catálogo tras la imposibilidad (o poca rentabilidad) de estrenar en salas.
La codicia de las majors de reservarse sus grandes producciones para este 2021 y más allá ha hecho que la cosecha actual vire hacia un cine de carácter más independiente de lo habitual, aunque también ha habido espacio para films de grandes magnitudes con aspiraciones oscarizables desde su concepción, como el Mank de David Fincher. De hecho, la cinta sobre el guionista de Ciudadano Kane ha devenido la más nominada de la edición con 10 opciones a premio. En esta primera entrega de nuestra porra, empezamos por…
MEJOR FOTOGRAFÍA
Joshua James Richards consigue elevar la belleza fotográfica de Nomadland, rozando el trabajo de fuerte componente naturalista de Emmanuel Lubezki en El renacido (Alejandro González Iñárritu, 2015) y tocando con los dedos el nivel del maestro Terrence Malick, mostrando la implacable belleza de la naturaleza durante la odisea de la protagonista. Ha arrasado, salvo en el Sindicato de Fotografía, lo que hace que la sentencia no esté del todo dictada, pero Nomadland es paisaje rural, y su fotografía es eso.
Aunque Nomadland tiene todas las de ganar, no hay que menospreciar la belleza cinematográfica de Mank, que ha encandilado a los cinematographers. Además, la academia adora el blanco y negro, cosa que tampoco haría impensable el triunfo de la película de Fincher. Erik Messerschmidt recrea los años dorados de Hollywood en blanco y negro, aprovechando las cámaras resolutivas actuales. Destacar el paseo nocturno del protagonista Herman J. Mankiewicz con Marion Davies en el glamuroso San Simeon. Estos momentos son los que pueden hacer frente a la aridez del desierto de Nomadland.
Si no estuviera este western contemporáneo como es Nomadland, la rival de Mank (y posible ganadora) serían Dariusz Wolski y Noticias del gran mundo. Un gran dominio de la luz, junto a una captura de paisaje bellísima, haciendo frente a retos (por ejemplo, la escena de la tormenta de arena), hacen de ella una fornidísima candidata que, en otro año, habría tenido mejor suerte.
Igual que en muchas categorías, para un número considerable de los candidatos se trata de su primera nominación al Oscar. Aquí, sólo Phedon Papamichael es el único que ya ha estado una vez nominado, en concreto por Nebraska (Alexander Payne, 2013). Para El juicio de los 7 de Chicago, decidió alargar los planos para poder ver todas las reacciones durante el juicio, y así envolvernos en la atmosfera. Una decisión que justifica la nominación de una fotografía que palidece en virtuosismo estético en comparación con sus compañeras de nominación.
Sean Bobbitt muestra una fotografía potente y resultona en Judas y el Mesías negro, con una paleta de colores saturados para potenciar la trama, junto con fuertes contrastes en los momentos más dramáticos. Consigue avivar visualmente un relato oscuro y algo formulaico, pero Bobbitt ha tenido poca presencia en la temporada y, sumado a sus fuertes rivales, parece que no subirá al escenario.
MEJOR MONTAJE
Para empatizar con el protagonista de Sound of Metal es fundamental entender su punto de vista y despertar nuestros sentidos y sentimientos con él. Mikkel E.G. Nielsen monta las escenas de forma que sus sentidos traspasen la pantalla y consigan el máximo impacto narrativo. Por esto, el film ha conseguido triunfar en los BAFTA o en los Critics’ choice en este apartado, situándolo como favorito de cara el domingo.
Sin embargo, el Sindicato de Montadores dio su premio a El juicio de los 7 de Chicago, lo que da alas a la película de Sorkin, siendo esta su mejor baza para no irse de vacío. lan Baumgarten, Anteriormente nominado por American Hustle (2013), le da dinamismo al juicio intercalándolo con los flashbacks de lo sucedido en la protesta, en un juego temporal tan marca de la casa Sorkin.. Añadiendo imágenes reales en blanco y negro para destacar su veracidad, este contraste atrapa al espectador, cada vez más interesado el relato, junto con la rivalidad de los personajes intepretados por Eddie Redmayne y Sacha Baron Cohen que aumenta aún más la tensión. La robustez del film recae en el guión de Sorkin, cuya construcción depende íntimamente del montaje de Baumgarten. Si uno luce, es gracias al otro y viceversa.
Los hasta ahora mencionados son los máximos favoritos, pero sería injusto no destacar la fantástica labor en edición de Yargos Lamprinos en El padre. En ella, el punto de vista del espectador sea el mismo que el del protagonista, con lo cual se logra entender y empatizar con su estado de salud. La deformación de la realidad muta plásticamente gracias a la herramienta del montaje, estableciendo una narrativa no lineal que pretende desorientar al espectador. No obstante, Lamprinos confunde no por capricho de editor, sino por compromiso con la naturaleza de la obra y, pese a jugar, consigue que las piezas del puzzle resulten comprensivas para la mayoría de espectadores, llegando a un clímax digno del thriller más temible. Lamentamos que tenga unos rivales tan fuertes, pero lo de Lamprimos sería un justísimo vencedor.
Frédéric Thoraval, con su experiencia en los géneros de terror y acción fue elegido muy sabiamente por la debutante Emerald Fennell para Una joven prometedora. Juntos van desvelando lentamente, por capas, el trauma, a diferencia de la narrativa clásica dónde se haría al principio del film o en el clímax a modo de revelación y en la ola de artistas como Phoebe Waller-Bridge. Vibrante y dinámico, una de las claves del éxito de su film.
Finalmente, Chloé Zhao se hace con una candidatura muy decisiva para triunfar en mejor película. Como grandes figuras como Alfonso Cuarón, Zhao se ha atrevido a editar su propia película, dejando un acabado a mitad de drama independiente y documental social, en el filo hilo que separa la realidad de la ficción. Sus presencias anteriores no se han traducido en premios, pero si hay un barrido de Nomadland Zhao podría ganar también aquí, si Sound of metal o Sorkin lo permiten.
MEJOR BANDA SONORA ORIGINAL
Soul es la máxima favorita tras haber barrido en todos los precursores anteriores. Y no es para menos, ya que enamora por las orejas gracias a su contraste entre el jazz de Jonathan Batiste y los ritmos electrónicos de esos ases que son Trent Reznor y Atticus Ross, perfectamente cohesionados con los dos mundos de la película. Parece que está sentenciado, pero el hecho de que Reznor y Ross ya tengan estatuilla por la BSO de La red social (David Fincher, 2010) y el hecho de competir contra sí mismos pueden hacer menguar algo sus posibilidades, aunque no lo creemos. Reznor y Ross vuelven a estar nominados por un trabajo de Fincher, esta vez por Mank, alejándose totalmente de su estilo para abrazar el jazz de la época en la que se ambienta el film. Es un salto al vacío que sale airoso y se conjuga adecuadamente con el film, aunque peca de larga y un tanto monótona, siendo menos atractiva que la de Soul.
Si hay alguien que puede chafar el altísimamente triunfo del trío de Soul es James Newton Howard por Noticias del gran mundo, que aspira a ganar su primer Oscar en su novena nominación. Junto a Thomas Newman, es el compositor vivo con más “factor deuda” tras varias derrotas y su partitura para la película de Paul Greengrass no sería una mala victoria, ya que tiene color suficiente y va más allá de la habitual instrumentación de un western. Narrativamente aporta y es una delicia auditiva, pero su película ha perdido fuelle en la carrera, haciéndose solamente con las nominaciones que eran indiscutibles, todas ellas técnicas. Por eso, dudamos que Newton Howard pueda subir al escenario por fin, y más con el alma de Pixar en la categoría.
La íntima y sencilla partitura de Emile Mosseri para Minari ha conseguido la nominación con total justicia. Es un complemento perfecto a la historia y ha ganado adeptos en todo el mundo por su belleza acústica. No creemos que logre ir más allá, ya que es la menos exuberante de las nominadas y a los Oscar les encanta premiar lo sonoramente ostentoso, pero si Minari acaba resultando una de las favoritas de la noche, no sería tan improbable ver a Mosseri ganando. Sin embargo, insistimos en que Soul lo tiene ganado en un porcentaje altísimo.
Y llegamos a la sorpresa las nominadas. Da 5 Bloods: Hermanos de armas ha tenido el mayor desplome en la carrera, empezando con una presencia fija en las nominaciones de la crítica, un seguimiento medio decente en los gremios, pero una presencia prácticamente nula en los premios de la industria, colándose casi intrusiva en poquísimas categorías. La única nominación a los Oscar para la película de Spike Lee deja la misma sensación de “quinta nominada” para completar el cuarteto. La banda sonora de Terence Blanchard se cimenta en las marchas militares, resultando en una obra reconocible, pero también desnortada en varios momentos (como la película). Por su falta de contundencia frente a las otras y la omisión del film en otras categorías donde tenía potencial, es fácilmente descartable para el triunfo, aunque el haberse impuesto a otras composiciones con un mayor rango de favoritismo como Tenet (Christopher Nolan) o Cielo de medianoche (George Clooney) ya ha sido un buen golpe sobre la mesa.
MEJOR CANCIÓN ORIGINAL
Esta es, sin duda alguna, otra de las categorías más abiertas de la noche. Hay hasta tres favoritas notables, pero es que las otras dos cumplen perfectamente con el rol de “spoiler”. Empezamos por “Speak now”, la composición para One night in Miami de Sam Answorth y Leslie Odom Jr. La canción luce fantásticamente en una secuencia al final de la película, con lo que la hace más memorable para el votante. Su triunfo serviría para recompensar a Odom Jr., quien se ha convertido en el cuarto actor consecutivo en estar nominado también a Mejor Canción, tras Mary J. Blige, Lady Gaga y Cynthia Erivo. De las mencionadas, solamente Lady Gaga se alzó con el Oscar, ya que corrió con la etiqueta de favorita toda la temporada y había estado previamente nominada. No es el caso de Odom Jr., quien ha ganado solo algunos premios de la crítica y nada más, pero “Speak now” no está tan mal posicionada para una victoria, y más siendo la mejor opción para premiar la cinta de Regina King.
La que sí se ha beneficiado de los premios de la industria es “Io Si (Seen)”, única nominación para La vida por delante de Edoardo Ponti. Ganó el Globo de Oro, un precedente que en los últimos ocho años ha coincidido seis veces con la Academia. La canción reúne elementos suficientes para vencer el domingo. Por un lado, tenemos a la eterna nominada Diane Warren en su duodécima nominación. En un año donde no hay una clara favorita y ella misma ha firmado una de sus mejores piezas, la Academia tiene la oportunidad de saldar su deuda con ella. Por otro lado, una estrella como Laura Pausini adaptó la letra de Warren al italiano, por ello comprate créditos. A los Oscar les encanta premiar a grandes figuras de la música, y Pausini es la que cumple con esta narrativa. Desde aquí, nos chiflaría ver a la italiana con el galardón en sus manos, y esta una excusa de oro para que se haga realidad.
La tercera en discordia es “Husavik”, perteneciente a la banda sonora de Festival de la canción de Eurovision: la historia de Fire Saga (David Dobkin). Uno de los guilty-pleasures del año, para nada con pretensión de hacer carrera en los premios, ha sido nominada en la categoría por la que siempre estuvo bajo radar. La canción es power-ballad de fácil escucha, pero de gran importancia emocional en la película, muy bien aprovechada. Como “Speak Now”, goza de lucimiento dentro del film, haciéndola más recordable en su contexto. La película y la canción tienen una legión de fans que la podrían convertir en la ganadora, pero en su contra juega que se perdió algunos precedentes importantes como el Globo de Oro, en una trayectoria sin grandes triunfos. Personalmente, también es una propuesta que nos encantaría ver bajo la etiqueta de “Ganadora del Oscar”, pero la competencia está reñida y, tanto el tema de Warren & Pausini como esta tienen que luchar contra otras canciones en películas que tienen más nominaciones, por lo tanto, más opciones de ser vistas y, en consecuencia, de tener un “efecto arrastre”.
Llegamos dos películas que han estado en los Globos de Oro, pero que tampoco han despertado tanto entusiasmo como las otras. Ambas con reivindicación social en su letra, tenemos en primer lugar “Fight for you” de Judas y el Mesías Negro de Tiara Thomas, D’Mile y la rapera H.E.R., quien posee una cierta popularidad en Estados Unidos. A favor tiene la letra más comprometida y, posiblemente, elaborada de la terna. En contra, que no es un tema tan accesible para los otros, además de sonar en los créditos, por lo que es probable que muchos votantes no le lleguen a prestar atención. En un orden similar, encontramos “Hear my voice” de Daniel Pemberton junto a Celeste para El juicio de los 7 de Chicago, una amable balada sobre la libertad de expresión, la cual acaba constituyendo la canción más discreta de las nominadas, con lo cual sus opciones son muy bajas.
Con este panorama, es complicado adivinar la victoria, pero atendiéndonos a las estadísticas, al factor deuda y a la mitomanía, apostaríamos por Warren & Pausini, seguidos de una compensación de Odom Jr., sin descontar un sorpaso de “Husavik” por la gracia con la que consigue caer a todo el mundo.
MEJOR DISEÑO DE VESTUARIO
Entre las nominadas a mejor vestuario encontramos los tics habituales de la Academia: época, fantasía, exotismo y siglo XX nostálgico. Únicamente falta la cuota de ciencia-ficción. Sin dictamen firme, la que se erige como front-runner es La madre del blues, de cuyo reluciente vestuario se ha encargado la casi nonagenaria Ann Roth. Roth, con un Oscar ya por El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996), no ha tenido que realizar una labor de vestuario muy extensa, ya que la película se desarrolla en su mayoría en el mismo día, con lo cual los personajes se cambian poco de ropa. Dicho esto, la falta de extensión ha sido compensada con unos diseños exhaustivos e impresionantes, con los que caracteriza a sus personajes, desde los suntuosos vestidos de Ma’Rainey hasta la corbata de Levee. Roth se ha hecho con valiosos precedentes como el BAFTA, el Critics’ choice o el Gremio de Diseñadores de Vestuario. Esto, junto a su gran trabajo y la excitación de poder convertirla en la segunda persona premiada de más edad tras James Ivory (por el guión de Call me by your name), le ponen la alfombra a sus pies.
Sin embargo, Emma (Autumn de Wilde) es la alternativa a Roth. Es la cuota de época con un extenso fondo de armario, vestidos coloridos y señoriales que tanto gusta premiar a la Academia. La película ha congeniado bastante con el público en su revisión de la novela de Jane Austen en una nueva clave feminista, seguramente con más aceptación que La madre del blues, con lo cual premiar a Alexandra Byrne sería una manera de agradecer el buen rato a de Wilde. En contra tiene que La madre del blues ha cumplido con la trayectoria que debe esperarse de una ganadora del Oscar.
Con menos ventaja parte el diseño de Bina Daigeler para Mulan (Niki Caro). No obstante, su componente exótico y colorido ha conseguido darle el premio del Sindicato en el apartado de Fantasía-Ciencia Ficción, haciendo de ella una opción a tener en cuenta, pero bastantes pasos por detrás de Roth y Byrne. En la fantasía también se mueve la merecida nominación para Massimo Cantini por el Pinocho de Matteo Garrone. Un vestuario imaginativo que refleja también la pobreza del cuento de Collodi, con lo cual lo hacen también más gris y menos atractivo para los ojos. No tiene opciones, pero es magnífico verlo allí.
Finalmente, Trish Summerville tiene la desgracia de vestir una película con una gran mayoría de personajes masculinos, hecho que le da desventaja frente a sus compañeras al no poder delirar tanto. Sin embargo, Summerville aprovecha el personaje de Seyfried para desplegar su imaginación, del mismo modo viste a los hombres con la impecable elegancia de la época. Si a ello añadimos que Mank es en blanco y negro, la seducción por color brilla por su ausencia, más allá de algunos matices. Por todo ello, hacen difícil que pueda ganar ante otras opciones más golosas, pero el imperioso trabajo de Summerville merece un aplauso por el reto que supone.
MEJOR DISEÑO DE PRODUCCIÓN
Esta es la categoría que evitará el vacío de Mank en los Oscar, ya que la película de Fincher ha cumplido en los premios de la industria, en el gremio y en varias asociaciones de crítica. Va viento en popa, pero es que además de forma totalmente justificada, porque la recreación del Hollywood dorado a lo largo 10 años es formidable en todos sus aspectos: desde la casa donde Mank escribe hasta la imponente mansión Hearst, pasando por todos y cada uno de los estudios de cine, despachos y salones. Una titánica obra que suele encontrar reconocimiento por estos lugares.
No esperamos ningún tipo de sorpresa contra Mank, pero la única que ha mostrado alguna victoria relevante es Tenet, que ganó en el apartado de película de fantasía en el Sindicato. Las obras de Nolan son un tratado de arquitectura contemporánea y Tenet no es menos que eso, ofreciendo algunos escenarios verdaderamente impresionantes para su desarrollo, ya sea el campo de batalla final o el yate de Kenneth Branagh. De forma discreta, La madre del blues se ha hecho con alguna mención de la crítica por sus escasos escenarios, pero muy aprovechados. El ambiente sofocante del estudio es, en parte, reforzado por la hostilidad que despierta su espacio, sin descuidar el rigor histórico. Un western nómada como Noticias del gran mundo consigue con merecimiento su nominación por sus amplios y numerosos escenarios, además de capturar la suciedad y el polvo del oeste americano. En otras circunstancias, podría ganar sin problema, pero la película de Greengrass no ha conseguido amor suficiente por los votantes y se ha ido de vacío por todos los sitios donde ha pasado.
Cierra el trabajo más discreto, pero de grandiosa relevancia como es El padre. La película se desarrolla en su mayoría en un único piso, pero que se va transformando junto a la mente del protagonista, con lo cual la concepción y disposición del espacio juega un papel fundamental narrativamente. Exquisitamente construido, es una obra sutil que no tiene nada que hacer frente a ejercicios más ostentosos, pero la nominación ya es una gran victoria para este tipo de trabajos. Pero lo dicho: Mank es el dueño del premio.
MEJOR MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA
Otra categoría un tanto abierta con una que va en cabeza: La madre del blues. El hecho de haber ganado el Sindicato y los premios de la industria la sitúan en cabeza, además de gozar de un personaje como el de Viola Davis para meterle zaga en su forma corporal. Sin embargo, el hecho de que la obra se desarrolle en un único día -con pocos cambios de maquillaje- y que tampoco presente muchos otros retos nos hacen poner en duda su condición de favorita. Lo cierto es que el mejor de la categoría es el trabajo de Pinocho, sucio, viscoso y con múltiples texturas en sus diferentes criaturas. No ha podido tener tanta presencia como La madre del blues, pero se ha hecho con el Sindicato de Maquilladores a los mejores efectos en maquillaje, cosa que le da aire para un posible y merecido sorpaso a La madre del blues. Esperemos que así sea.
En el resto, está Emma y su notable labor en peluquería; Mank en un trabajo maquillaje y peluquería de época más discreto que los otros, pero fiel a su tiempo y nada que detone; y finalmente la tan comentada exageración de los looks de Hillbilly Elegy. Ninguna de las 3 son obras tan completas como las dos primeras, por lo que dudamos que puedan imponerse a ellas.
MEJOR SONIDO
Si una de las películas nominadas lleva la palabra “sonido” tiene muchas papeleras para ganar. Es el caso de Sound of Metal, que ha arrasado durante toda la temporada en todos los premios. Y su triunfo sería uno de los más rotundos e incontestables de la noche, puesto que el paisaje sonoro del film es apabullante, narrativamente enriquecedor y auditivamente juguetón. Sensorialmente refuerza la empatía con su personaje al percibir sus desajustes auditivos, haciendo de ella un trabajo absolutamente memorable para todo el que vea y sienta la película. Enamorados nos hallamos ante ella.
Sound of Metal lo tiene bastante hecho, siendo esta la mejor posibilidad para que recoja algo el domingo, pero el otro día Greyhound (Aaron Schneider) hizo saltar un poco las alarmas, al imponerse a la película de Darius Marder en el Sindicato de Editores de Sonido. Greyhound pertenece a un género ampliamente vencedor en la categoría como es el bélico, con esos momentos de batiburrillo que tanto gustan a los Académicos. No obstante, el hecho que este año se haya unificado la categoría y no haya distinciones, todo parece indicar que Sound of Metal declinará la balanza, al ser un trabajo más complejo y personal.
Soul es un trabajo en otras circunstancias tendría grandes papeletas, al combinar momentos musicales –de gran atención por parte de los académicos, solo hace falta ver el historial de musicales ganadores-, a la vez que se adentra en mundos oníricos que permiten crear atmosferas únicas e introducir sonidos nuevos.
Cierran la categoría Noticias del gran mundo, repleto de sonidos del viejo oeste y, sobre todo, ambientes naturales con preponderancia del viento y la arena; y Mank, cápsula del tiempo de los años treinta llena de máquinas de escribir, cigarrillos y escenas de baile que le aportan la complejidad del elemento musical. Pero sus opciones son nulas en una categoría muy rica llena de ausencias como Tenet, Nomadland, Cielo de medianoche o El hombre invisible (Leigh Whannell).
MEJORES EFECTOS VISUALES
La filmografía de Christopher Nolan es ya una habitual de esta categoría, saldada con victorias para Origen (2010) e Interstellar (2014). Todo parece indicar que Tenet sumará otro triunfo a Nolan aquí, ya que ha ganado los premios de la industria y varias asociaciones de críticas. Cualquiera que haya visto el film ha podido admirar la virguería técnica que supone, desde el hecho de hacer retroceder los elementos en el tiempo hasta sus set-pieces de acción de altos vuelos como la persecución en la autopista o la secuencia del aeropuerto.
Pero también está Cielo de medianoche, la cinta que arrebató a la de Nolan el premio del Sindicato y la debilita frente a un rotundo triunfo. La película de Clooney comulga con uno de los géneros preferidos de la categoría como es la aventura espacial, y Cielo de medianoche reúne méritos suficientes como para merecer la estatuilla, tanto en sus partes espaciales como en las terrenales. Dicho esto, no es un conjunto que luzca tanto como Gravity (Alfonso Cuarón, 2013), Interstellar o First Man (Damien Chazelle, 2018), con lo cual está por ver si sigue la estela de otras predecesoras.
Parece que la cosa estará entra esas dos, pero no es descabellado pensar en los animales parlantes de El magnífico Iván (Thea Sharrock), otro subgénero predilecto para los diseñadores de efectos, que ha encontrado amor en filmes como El libro de la selva (Jon Favreau, 2016). De innegable calidad, la película tiene en contra esas dos precedesoras más sofisticadas y el hecho que, precisamente, el material con el que lidia ya no supone ningún tipo de sorpresa.
Otras criaturas también hacen acto de presencia –y probablemente nada más-: las de De amor y monstruos (Michael Matthews). Un trabajo laborioso que, en comparación con sus compañeras, en concreto con su rival directo (el gorila Iván), palidece. Cierra Mulán, que se beneficia de sus batallas y los efectos dignos de toda película wuxia, pero generando un conjunto más discreto que los otros, por lo que sus opciones están limitadísimas, pese haber aparecido en los premios del Gremio y los de la industria.
Ya sea Tenet o Cielo de medianoche, está claro que el premio irá para un film que juega con el espacio-tiempo desacomplejadamente.
MEJOR CORTOMETRAJE DOCUMENTAL
Como siempre, los cortometrajes acaban siendo una lotería en los Oscar, ya que es difícil trazar un recorrido al excluirse en la mayoría de precursores. Normalmente acostumbran a llevarse el gato al agua la temática social, la memoria histórica o las historias de personajes, justamente el contenido de que reúnen las nominadas. La aventajada para el triunfo es Una canción de amor para Latasha (Sophia Nahli Allison), al haber pasado por certámenes como Tribeca, Sundance o el Festival AFI. La historia del asesinato de una adolescente afroamericana en 1991 y las posteriores revueltas en las calles de Los Ángeles son plato de buen gusto para la categoría y, en plena reivindicación feminista y de libertades para la población negra, es un relato que va de maravilla.
Otra narrativa que juega a favor es la de Do not Split (Anders Hammer), sobre las protestas de Hong Kong en 2019 y la represión brutal de la policía a lo largo de todas las convocatorias. Este triunfo serviría, por un lado, como toque de atención a una China que actua de forma no-democrática y, por otro lado, una apología de la libertad de manifestación en plenas olas de marchas sociales, como las anteriormente mencionadas. En contra, pues que a pesar de las analogías, Hong Kong siga pillando lejos a los académicos.
La distancia física también es un riesgo que corre Hunger Ward (Skye Fitzgerald), al centrarse en el trabajo de una doctora y de una enfermera en Yemen para evitar que se propague la hambruna en un país desolado por el conflicto bélico. África y sus catástrofes humanitarias siempre han tenido hueco en la categoría, y el documental tiene elementos temáticos que contribuyen a su triunfo, pero el hecho que otras reivindicaciones hayan tomado la pista en los últimos años hacen que, lamentablemente, este continente vuelva a estar en un segundo plano. Y posiblemente es lo que acabe pasando.
Completan la lista dos documentales de personajes ancianos, pero de vida intensa. Colette (Anthony Giacchino) cuenta la historia de una nonagenaria que se enfrenta a los fantasmas de la Segunda Guerra Mundial, momento en el que ella formaba parte de La Resistencia. De valor histórico, vemos reducidas sus opciones porque es una historia que hemos vivido en otras ocasiones, tampoco termina de aprovechar sus posibilidades y por momentos es un tanto sensacionalista. Dicho esto, juega a favor que el antifascismo suele estar a la orden de Hollywood y que parte de los votantes les tocó de lleno el conflicto, ya sea directamente o en forma de consecuencias.
A Concerto is a Conversation es la carta de amor del compositor Kris Bowers a su abuelo Horace, que realiza junto a Ben Proudfoot. Si ha llegado donde está es, en esencia, gracias a la valentía de su abuelo por labrarse un camino, y eso es lo que Bowers agradece en un documental fácil de ver y bonito, que comulga con la reivindicación afroamericana, pero que tal vez sea el que menos calado social desprenda. Aun así, una figura de peso como Ava DuVernay está en la producción, y esto le puede dar una cierta cuerda para sobrepasar a sus competidoras.
MEJOR CORTOMETRAJE ANIMADO
En lo imprevisible de los cortos, diagnosticamos como favorita el corto de Will McCormack y Michael Govier Si me pasara algo, os quiero. A l’abordar la muerte en animación, normalmente se hace desde el punto de visto de un niño que ha perdido a alguno de sus padres, pero este desgarrador corto lo hace a la inversa, plasmando el duelo de unos progenitores ante la ausencia de su hija. Un tema universal, una de las mayores tragedias a las que un ser humano se puede enfrentar, un trazo a lápiz en dos dimensiones precioso, una notable cosecha de premios y una amplia distribución de la mano de Netflix. Todo a su favor.
A nivel de premios la única que le puede mirar de frente es la francesa Genius Loci (Adrien Merigeau), galardonada en festivales de renombre como Annecy, Clermont-Ferrand o Berlín. Sin embargo, se trata de una obra algo más dispersa que la anterior, con lo cual es más complicado que genere consenso, pese a contar con una animación en dos dimensiones resultona.
Yes-people (Gísli Darri Halldórsson) tiene de su lado el hecho que se trate de una historia cotidiana bien sencilla, que ha dado buenas alegrías en el pasado a propuestas como Hair Love (Matthew A. Cherry) y un tono cómico-ligero que puede ganarse el favor de la gente ante tanta intensidad. Aunque no ha tenido un mal recorrido, no goza de la popularidad de las otras.
La coreana Opera (Erick Oh) cuenta con el virtuosismo técnico de estar realizada en 8K y de jugar con referentes culturales como los Renacentistas italianos, entre otros, cosa que le atribuye un valor artístico destacable que se ha visto recompensado en varios festivales internacionales. Sin embargo, es la obra menos narrativa de todas y esto le puede pasar factura.
Finalmente, Pixar suma otra nominación con Madriguera, el simpático corto previo a Soul. Con el sello habitual de la factoría, es decir, comicidad que deriva en una preciosa lección de vida, no creemos que prospere mucho al ser la película de menor duración de las nominadas y al no tocar temas de mayor gravedad como otras presentes. Sin embargo, sin duda estamos ante el cortometraje más nominado de los cinco y puede beneficiarse del voto a Pixar por inercia, sobre todo de aquellos que ni se molesten en ver las otras nominadas.
MEJOR CORTOMETRAJE DE FICCIÓN
Entre las nominadas hay 3 propuestas bien armadas para levantar la estatuilla el domingo por distintas razones, pero es que las 2 de la retaguardia también poseen motivos de peso como para hacerlo. Nuestra apuesta para el triunfo es La habitación del correo porque, simplemente, tiene a una estrella como Oscar Isaac de protagonista, luciendo uno de los mejores bigotazos que se han visto nunca en pantalla. Los cortos con intérpretes reconocidos suelen prodigarse en la categoría como The Phone Call (Matt Kirby) -con Sally Hawkins y Jim Broadbent-, The Shore (Terry George) -con Ciarán Hinds-, o The New Tennants (Joachim Bach) -con Vincent d’Onofrio-. Sin embargo, La habitación del correo no vive solo de la cara de Oscar Isaac. Dirigida por su esposa, Elvira Lind, el mediometraje ahonda en un funcionario de prisiones que se involucra en la vida de un preso por medio de la lectura de sus cartas. Con un breve cuestionamiento del sistema penitenciario americano –al que la cineasta podría haber mordido más-, es una historia que va in crescendo hacia un clímax de simpleza conmovedora, a la que baña un toque humor negro que cobra su sentido al final. Y, por supuesto, un Oscar Isaac comedido da cuerpo al conjunto, elevando un film que conecta fácilmente con todos los votantes, pero que como obstáculo tiene el hecho de no haber ganado nada ningún galardón, en un corto recorrido por festivales.
Por el contrario, la palestina El regalo, de Farah Nabulsi, es la que ha engrosado más su palmarés, obteniendo, entre otros, el BAFTA a mejor cortometraje. Ambientada en Cisjordania, la odisea para ir a comprar un presente en pleno seno del conflicto árabe-israelí es una perfecta mezcla de drama familiar y denuncia social que hace las delicias de los votantes. Tiene muchas papeletas para ganar, pero también en contra que la temática se ha tratado infinidad de veces y que no tiene a Oscar Isaac en pantalla. Pero, objetivamente, es la contrincante fuerte.
Con Sound of metal seduciendo a los académicos, Sintiendo a través (Doug Roland) puede dar la campanada con el encuentro por la noche de un adolescente vulnerable y un hombre ciego y sordo. El cortometraje ha ganado 15 premios internacionales y solamente ha perdido uno –que se quedó en mención-, con lo que el Oscar acabaría siendo un pleno para ella. Como vemos, potencial de ganador lo tiene, pero El regalo tiene una trayectoria más extensa con triunfos estratégicos, y La habitación del correo la popularidad.
Aunque es la que ha tenido la trayectoria más escueta de todas, con solo un premio en su haber, Dos completos desconocidos (Travon Free, Martin Desmond) une bucles temporales y el mensaje del Black Lives Matter. Un cortometraje de premisa interesante, irregular ejecución, en el que la sutileza no es su mayor virtud, pero que liga de pleno con la agenda social, hasta mencionando directamente al mediático caso de George Floyd. En tiempos de corrección política, puede dar el sorpaso, pero le falta un contenido más redondo y la presencia en precursores.
Ojo blanco posiblemente sea la menos favorita de las nominadas al competir con una rival directa como El regalo. El corto de Tomer Shushan, ambientado en Tel Aviv, se mueve en ejes parecidos a los del comentado, esta vez proponiendo una historia de tolerancia entre un israelí y un inmigrante de Eritrea. Ha gozado de un paso por festivales correcto, pero lejos de los triunfos de El regalo o Sintiéndonos a través. Sumado a una temática social no tan en boga como otras aquí presentes, la relegan a un último puesto que, tratándose de los cortometrajes, no acaba significando tanto. Porque nada está escrito.