Los juegos de azar en el cine español
Los juegos de azar no suelen estar muy representados en nuestro cine, pero aún así existen un puñado de películas que se localizaron en el universo de los casinos y demás espacios dedicados a los que quieren probar fortuna en distintas suertes recreativas. Si bien en la actualidad desde casa se puede acceder sin problemas a nuevos casinos en línea, partidas de poker o de bingo y demás entretenimientos virtuales, antes era indispensable la coyuntura presencial para disfrutar de este tipo de diversión, y así nuestro cine acabó por reflejarlo en pantalla.
Dos son las propuestas más peculiares en este ámbito que quedaron grabadas en el imaginario colectivo: la primera, como no, fue aquel bombazo en taquilla que acabó por encumbrar en el olimpo estelar a dos de nuestros cómicos más queridos. Nos referimos, si es que aún queda alguna duda entre los avispados espectadores, a Fernando Esteso y Andrés Pajares, quienes en la seminal Los Bingueros (ésta fue la primera de nueve películas que llegaron a protagonizar juntos), dirigida por el ínclito Mariano Ozores, se atrevieron a dar una vuelta de tuerca al género del destape añadiéndole una muy afilada crítica social que, valga la redundancia, dejaba en cueros la tendencia de nuestra sociedad por abrazar cierto tipo de vicio (solo hay que darse una vuelta los lunes por cualquier puesto de lotería y apuestas del estado para darnos cuenta de que muy poco ha cambiado con los años). Luego le seguirían otros títulos tan populares y a la vez exitosos en cuanto a recaudación se refiere como Yo hice a Roque III; Los liantes; Los chulos, o la más familiar Padre no hay más que dos, pero si se le pregunta a cualquiera que iba al cine en esa época por algún título de su filmografía conjunta, seguro que la gran mayoría acabaría gritando aquellos de ¡BINGO!, con ese abrazo desesperado y pasional en el que los dos españolitos de a pié conseguían convertir sus sueños en realidad.
Otro caso realmente curioso fue el de The Pelayos, dirigida por Eduard Cortés en 2012, celebrada por la crítica con titulares del tipo "el Ocean´s Eleven nacional". El caso de Gonzalo García Pelayo, en el que se basa la obra filmada, y por extensión el de casi toda su prole es cuanto menos muy peculiar: resulta que conoció su momento de fama y gloria allá por los años noventa del siglo pasado cuando desarrolló un método legal para ir consiguiendo beneficios en las mesas de las ruletas de los casinos. La clave estaba en aprovecharse de las imperfecciones que se producían a la hora de fabricar dichas mesas de juego (por milimñetricas que fueran, siempre podía existir un mínimo desequilibrio que hicieran que un número saliera unas cuantas más veces que otro). La cosa no llegó a fructificar y se le acabó prohibiendo el acceso a los recintos, pero a partir de ahí pudo labrarse un oficio de escritor sobre la materia con libros con títulos tan apetecibles y golosos como Apostar para ganar: Todas las claves de los juegos de azar, firmado junto a Pedro García Luaces.
A estas dos producciones que contaron con el favor del público (que no de la crítica, algo que suele pasar demasiado a menudo), hay que añadir otras dos películas que también trataron este peculiar y para quien escribe desconocido universo de divertimento arriesgado: Siguiendo el reguero dejado por la comentada cinta de la dupla Pajares-Esteso en cuanto a pingües rendimientos monetarios se refiere se estrenó Torrente 5: Operación Eurovegas, de Santiago Segura, de la que cabe la pena resaltar el inusual cameo de una superestrella hollywoodiense como Alec Baldwin. También hizo lo propio la adrenalítica Intacto, de Juan Carlos Fresnadillo, que rápidamente se convirtió en un éxito de culto gracias a su trama compleja.