CRÍTICA DE TEATRO

Sorry. Teatro Nacional de Croacia en Zagreb

sorryweb-ficha-TC

Dirección: Bobo Jelčić
Elenco: Jadranka Đokić, Lana Meniga, Melody Martišković, Marko Makovičić, Luka Knez, Lara Nekić, Vid Ćosić, Marin Stević, Alma Prica, Ivan Colarić
Dramaturgia: Mirna Rustemović
Diseño de escenografía y vestuario: Zdravka Ivandija Kirigin
Asistente de dirección: Patrik Sečen
Asistente de dramaturgia: Karla Leko
Asistente de producción: Katarina Krešić

CRÍTICA

Bobo Jelcic estrenó el pasado sábado  “Sorry” en la Sala Roja de los Teatros del Canal, una función del Teatro Nacional de Croacia, ambientado en una pequeña ciudad de Estados Unidos durante los años 50.

El espectáculo, forma parte del proyecto europeo Próspero Extended Theatre, gracias al apoyo del programa «Europa Creativa» de la Unión Europea, que conforman nueve teatros y la cadena cultural ARTE. Próspero pretende fomentar el intercambio y la cooperación artística, con el objetivo de dar forma a la identidad europea y promover una cultura de apertura.

La función está basada en Peyton Place, la novela que Grace Metalious escribió en el año 1956 y que revolucionó la biempensante sociedad norteamericana. La novela permaneció durante 59 semanas en la lista de los libros más vendidos en Estados Unidos.

En ella se cuenta la vida en un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra. El libro de Grace supuso un azote a la moralidad que imperaba en los años 50, destapando las vergüenzas de una nación que empezaba a disfrutar del american way of life, donde todo era idílico.

El coche, los electrodomésticos, la televisión y una casa con jardín formaban parte del ideal de vida de cualquier estadounidense. Debajo del felpudo se escondía el incesto, el alcoholismo, los abortos, los asesinatos y toda clase de desmanes que mostraban el rostro de una sociedad que empezaba a gozar de la ostentación y de una vida privilegiada.

Grace le da la vuelta al disco y nos enseña la cara B de los excesos. Después de la novela, llegaría un largometraje que en España se tradujo como “Vidas borrascosas”, y una serie de televisión con una jovencísima Mia Farrow.

Partiendo de estos mimbres, Jelcic propone una sátira de esa sociedad acomodaticia y adormecida ridiculizando las telenovelas de la época. Con un piano omnipresente situado en un lateral del escenario, las escenas se van sucediendo, aparentemente inconexas. Jadranka Đokić, repite mecánicamente una serie de movimientos cada vez que se sienta y se levanta de una de las butacas que forman parte de la escasa escenografía, hasta que aparece el nuevo director del instituto donde estudia su hija.

Constance MacKenzie, llegado de Norteamérica, con unas ideas revolucionarias con respecto a lo que tiene que ser un instituto, se enamora al instante del personaje encarnado por Jadandra. Juntos componen una de las escenas más memorables, compartiendo un paseo en coche en el centro del escenario.

Los estudiantes del Instituto del pueblo, en plena efervescencia juvenil, celebran una fiesta de cumpleaños. Bailan, algunos se emborrachan y otros se besan, componiendo un fresco alocado e irreverente.

Los personajes interpretan monólogos donde exponen sus miserias a ritmo de piano, evidenciando el trasfondo de un pueblo que es solo la punta del iceberg de una Norteamérica que muestra una cara de pureza e inocencia, pero que esconde una realidad mucho más perversa.

El afán de la señora MacKenzie es que el honor de su hija permanezca impoluto, virgen hasta el matrimonio, mientras que, a ella, sus ardores la conducen en dirección contraria a los deseos de su madre, anhelando ser besada.

Con una estructura de vodevil, los personajes cruzan a la carrera el escenario prácticamente vacío de un lado al otro, destapando sus verdaderas ilusiones a través de lo gestual, sin necesidad de texto alguno, en un trabajo actoral muy meritorio.

Las diferencias sociales entre los personajes, la hipocresía de las relaciones sociales y un puritanismo de base se vislumbran tanto en la elección del vestuario como en la música elegida.

Antonio, el regidor de la compañía, sale a menudo a escena rompiendo la cuarta pared. Allí ordena las luces, elige la música, juega con el telón y nos explica la hoja de ruta de la función, aclarando determinados roles de los personajes y recordándonos que en la localidad donde se desarrolla la acción, se vive y se disfruta la democracia.

En definitiva, una puesta en escena que ha pasado de forma fugaz por Madrid, y que gracias a iniciativas como la de Prospero Extended Theatre nos ha permitido disfrutar de otras propuestas teatrales.

Sorry y la enseñanza de que, en pueblo pequeño, infierno grande.