La Violación De Lucrecia: El feminismo llega a Roma
Ficha Artística
- Dirección musical y clave
- ALBERTO MIGUÉLEZ ROUCO
- Dirección de escena y vestuario
- RAFAEL R. VILLALOBOS
- Escenografía
- EMANUELE SINISI
- Iluminación
- FELIPE RAMOS
- Reparto
- MARÍA HINOJOSA (Lucrecia), CAROL GARCÍA (Colatino), MARINA MONZÓ (Tulia), JUDIT SUBIRANA (Laureta), MANUELA VELASCO (Espíritu de la leyenda de Lucrecia), BORJA LUNA (Sexto)
- CRÍTICA
Es totalmente lícito aceptar que hay algunas culturas que han basado su mitología en la vejación y humillación hacia la mujer, siendo un ejemplo claro la fundación e historia de Roma, primero bajo el mito de Rómulo y Remo y el famoso episodio del rapto de las Sabinas, y segundo con la violación de Lucrecia por Sexto Tarquinio.
Un triste episodio en el que la humillada patricia prefirió acabar con su vida (convirtiéndose en un modelo de mujer perfecta y pura) a mancillar el honor y carrera política de su poderoso marido, Colatino. Según el historiador romano Tito Livio esta violación y posterior suicidio fue la llama que provocó la caída de la monarquía y con ello la llegada de la República romana.
Mitos que fueron dando forma a la gran Roma pero que fueron un auténtico calvario para historiadores como Tito Livio, Suetonio o Dion Casio, que por más que intentaron buscar un fondo noble y heroico a su historia jamás se sintieron muy orgullos de su pasado mitológico basado en violaciones y humillaciones.
Este espíritu crítico y revisionista está muy presente en La violación de Lucrecia, obra que se ha estrenado en el Teatro de la Zarzuela y que se trata de una adaptación de Donde hay violencia, no hay culpa, con música de José de Nebra y con textos de Nicolás González Martínez.
Una zarzuela encargada por el duque de Medinaceli hace 270 años y que se reestrena ahora con un libreto adaptado por Rosa Montero y bajo la dirección musical de Alberto Miguélez y la dirección escénica de Rafael R. Villalobos.
El estreno de La violación de Lucrecia es además un motivo de celebración para los amantes de la lírica, ya que se trata de una obra barroca bastante desconocida del siglo XVIII que se ha representado muy poco pero que consta con una partitura que es una auténtica delicia llena de buenas melodías y maravillosas arias. Es una de las joyas del barroco español.
Ya entrando en faena hay que reconocer que La violación de Lucrecia es una de esas zarzuelas que no dejan indiferentes y que pueden generar bastante controversia entre el público actual. Esto se debe a que Rosa Montero introduce en la historia una protagonista que no estaba en la obra original y con la que se permite hacer un potente alegato feminista y revisionista, el Espíritu de la leyenda de Lucrecia (interpretado por una brillante Manuela Velasco).
Se trata de un personaje que cambia totalmente el sentido de la obra y que introduce un punto muy crítico con lo que está pasando en escena, rompiendo la cuarta pared de manera constante. De esta forma Manuela Velasco irá analizando cómo la mujer ha sido humillada durante la historia y cómo el caso de Lucrecia fue especialmente horrible y condenable.
Como contrapunto a Lucrecia hay que hablar de Borja Luna (único actor junto a Manuela Velasco que no canta) que usando su buena figura y planta lograr crear a un tenebroso y oscuro Sexto. Su trabajo es bueno y en todo momento se le ve muy cómodo en su interpretación.
La versión que presenta Rosa Montero en el Teatro de la Zarzuela es una obra profundamente feminista que conecta de forma clara con las políticas de igualdad y con los movimientos feministas actuales.
Algo que por un lado funciona bien, ya que se le da un nuevo enfoque al mito de Lucrecia, pero que por otro lado se siente algo forzado en algunos momentos que acaban siendo excesivamente adoctrinadores y políticos. Ojo, no hablo de demagogia, pero quizás en determinadas escenas es mejor que el espectador reflexione por si solo a que lo haga de la mano de determinadas consignas ideológicas.
En cualquier caso, las sensaciones finales que deja la obra son positivas y es evidente que se trata de una obra muy cuidada y mimada con un profundo conocimiento de lo que busca poner en escena. En este sentido hay que elogiar la dirección de escena de Rafael R. Villalobos y la escenografía de Emanuele Sinisi que crean un escenario maravilloso dominado por un absurdo cuadro de Rómulo y Remo mamando con una loba muy particular. Todo ello enmarcado en un palacio en ruinas que también en es reflejo de la caída de Roma y de los valores sociales y morales.
Ya en lo puramente musical La violación de Lucrecia es un auténtico lujo. Se trata de una obra profundamente barroca que no puede definirse enteramente ni como zarzuela ni como ópera, siendo más bien un híbrido en el que pueden apreciarse mucha influencia de Mozart y Händel. El reparto encabezado por María Hinojosa Montenegro, Carol García, Marina Monzó y Judit Subirana se luce con unas arias y recitativos absolutamente maravillosos. Se mantienen intactos los hablados originales escritos por González Martínez.
Es una obra musicalmente muy interesante, muy rica en matices, que misteriosamente se ha representado muy poco desde su estreno hace 270 años. La dirección músical de Alberto Miguélez Rouco al frente de su ensemble Los Elementos se muestra acertada y equilibrada en todo momento.
En definitiva, La violación de Lucrecia es una obra muy interesante que recupera una de las piezas claves del barroco español. Sí, es una obra profundamente influida por las corrientes feministas de la actualidad, pero sus excesos y algún que otro error quedan en segundo plano ante una zarzuela llena de amor y pasión por la música.