"Yo controlo, tranquilos"
La arrogancia del ser humano es incorregible. La "torpeza notable en comprender las cosas", primera acepción de la RAE para el término estupidez, se lleva por delante cada año a mucha peña que "controla".
La arrogancia del ser humano es incorregible. La "torpeza notable en comprender las cosas", primera acepción de la RAE para el término estupidez, se lleva por delante cada año a mucha peña que "controla". Hasta las casas de apuestas, esas que recomiendan con un par en sus anuncios televisivos que se juegue con responsabilidad, podrían hacer cada temporada una porra sobre cuántos caerán cazando setas venenosas o desafiando las embestidas del mar.
Como sucede con el vicio del juego o de la droga, a la peña le da por caminar por el filo de la vida con irresponsabilidad. "Tranquilos, que yo controlo", afirma el aficionado a la micología antes de zamparse el último plato. "Yo controlo, tranquilos", predica el hombre que acerca a sus hijos hasta un acantilado para que sientan la fuerza de la naturaleza escenificada en las olas del océano. Un día puede que no pase nada, pero en el alero no es recomendable sestear. "Tranqui, yo controlo", dice el drogota antes de comenzar un viaje con pocas posibilidades de retorno. "Yo controlo, tranquilos", acostumbra a proclamar un borracho antes de meterse en el coche para encarar la curva definitiva.
Un hombre ya ha palmado en en Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo por ingerir setas venenosas y otras dos personas pelean por mantenerse en la lona por el mismo motivo. La temporada de recolección de hongos acaba de principiar. En Galicia mueren al año una o dos personas de media y nueve en el Estado. Casi todos son expertos y se han leído varios manuales que avisan de las especies de riesgo. Casi todos controlan. Es incomprensible que esté prohibido comer jabalí sin un análisis, conducir borracho o drogado y sí puedas merendar setas bajo el criterio de alguien que dice que controla.