El Gobierno de España señala ahora a la presidenta del Parlamento de Cataluña como potencial culpable de los platos rotos de la llamada declaración de desconexión de Cataluña de España. Su portavoz habla de una manera que parece que su equipo tiene tocado al árbitro, el Tribunal Constitucional, cuyas decisiones siempre se dan por sabidas o cuando menos por descontadas, como pasa en la Bolsa con ciertos movimientos.
¿Quienes han gestionado semejante riesgo de choque de trenes en plena oscuridad pueden gestionar ahora la salida del túnel? ¿Son Mariano Rajoy y Artur Mas una solución? ¿O más bien son un problema?
Al menos hasta ahora, el presidente Mariano Rajoy no ha logrado pactar con los nacionalistas e independentistas y, lo que es peor, no ha sabido dirigirse a los catalanes no secesionistas con un mensaje comprensivo de su compleja realidad política. Es más, desde Madrid sigue metiéndose a menudo en el mismo saco a 'los catalanes' como si todos ellos fuesen iguales, cuando no lo son.
Por su parte, el presidente Artur Mas no ha conseguido la victoria de la independencia en 'sus' elecciones plesbiscitarias ni ha gestionado bien la crisis económica, por lo que corre el riesgo de pasar a la historia como el presidente que dividió su país -Cataluña- en dos, inmerso en la corrupción, como Mariano Rajoy. De alguna manera, en su caso también se repite el error de Rajoy, al dejar a una mitad de catalanes sin salida.
Nadie está por resolver el problema, y a unos y a otros les va bien obtener réditos electorales tensando la cuerda
De momento, Rajoy y Mas no se batirán sobre la arena. El primero porque suele esconderse, y el segundo porque ni siquiera tiene asegurado su empleo de presidente, ahora desempeñado en funciones. El 'round' de esta semana se lo han dejado a Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta que en vez de hacer política recita las leyes, y a Carme Forcadell, presidenta del Parlamento de Cataluña, a quien le sentaba mejor organizar manifestaciones independentistas que dirigir una cámara plural en un país occidental.
A fin de cuentas, no es lo mismo ir contra Forcadell que contra Mas. En realidad, se nota mucho que hay elecciones a la vuelta de la esquina, el 20 de diciembre. Nadie está por resolver el problema, y a unos y a otros les va bien obtener réditos electorales tensando la cuerda. Pero ¿dónde está el límite? Parece evidente que esta vez se han escrito guiones de alto riesgo. Otra cosa será la puesta en escena de los guiones adaptados a la realidad política. Veremos.