20.000 Especies De Abejas: La miel que encanta al oso
20.000 especies de abejas
Próximos estrenos España 21 de abril
Título original
- 20.000 especies de abejas
- Año
- 2023
- Duración
- 129 min.
- País
- España
- Dirección
- Guion
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Estibaliz Urresola Solaguren
- Fotografía
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Gina Ferrer
- Reparto
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Sofía Otero, Patricia López Arnaiz, Ane Gabaraín, Itziar Lazkano, Martxelo Rubio, Sara Cózar, Miguel Garcés, Unax Hayden, Andere Garabieta
- Compañías
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Gariza Films, Inicia Films, ETB, ICAA, Movistar Plus+, RTVE
- Género
- Drama | Infancia. Transexualidad / transgénero
- Sinopsis
- Cocó, de ocho años, no encaja en las expectativas del resto y no entiende por qué. Todos a su alrededor insisten en llamarle Aitor pero no se reconoce en ese nombre ni en la mirada de los demás. Su madre Ane, (Patricia López Arnaiz), sumida en una crisis profesional y sentimental, aprovechará las vacaciones para viajar con sus tres hijos a la casa materna, donde reside su madre Lita (Itziar Lazkano) y su tía Lourdes (Ane Gabarain), estrechamente ligada a la cría de abejas y la producción de miel. Este verano que cambiará sus vidas obligará a estas mujeres de tres generaciones muy distintas a enfrentarse a sus dudas y temores.
- CRÍTICA
En los últimos años se ha podido corroborar cómo el Festival de Berlín ejerce de cuna para cineastas femeninas noveles. Por allí han presentado sus óperas primas Pilar Palomero, Alauda Ruiz de Azúa o Carla Simón, quien el año pasado marcó un hito en su trayectoria en el festival al llevarse el Oso de Oro por Alcarràs (2022). Aún con la miel en los labios que dejó este máximo reconocimiento, la Berlinale ha dado otro paso firme con el cine español al incluir en la Sección Oficial el debut en el largometraje, muy meritorio para tratarse de una primera película, de Estíbaliz Urresola Solaguren, 20.000 especies de abejas, la cual, precisamente, tiene mucho en común con el estilo de las precedentes.
Urresola se emparenta con ese cine hecho por mujeres que entronca por la franca sensibilidad de sus historias, el realismo reposado en el que se cuecen los dramas o la atención a los más pequeños detalles con los que engrandecer lo mundano. En todo esto, el film se siente muy cercano, a medio camino entre el carácter observacional de Simón y el hincapié en la trama de Ruiz de Azúa.
En un verano de incertidumbre, la directora vasca ubica el proceso de cuestionamiento y descubrimiento de la identidad de uno –en este caso, Coco, una niña de ocho años a la cual todo el mundo llama Aitor-para empezar a afirmarse como ser, mientras al mismo tiempo su madre experimenta los problemas propios de una generación que vive en la inestabilidad perenne.
20.000 especies de abejas tiene la virtud de encarar una temática de rabiosa actualidad –especialmente acentuada tras los distintos casos de suicidio entre menores fruto del acoso- sin sensacionalismos, ni tremendismos, educando al espectador evitando el panfleto, pero a veces explicando demasiado lo que ya se intuye.
En este aspecto, esto le resta fuerza porque la lleva a excederse en metraje, pero el conjunto deja un regusto muy satisfactorio gracias al buen puñado de secuencias cotidianamente potentes que brinda, como la esencial escena en los vestuarios, que supone el momento de quiebra de Coco y una de las claves de la película, o esa búsqueda que, con solo un cambio de palabra, se torna efectiva.
Además del tacto de Urresola a la hora de enfocar los asuntos, la cinta funciona a mayor escala gracias a su espléndido elenco femenino –los hombres actúan fuera de plano-, encabezado por la niña Sofía Otero, quien figuró en el palmarés del Festival de Berlín por su interpretación protagonista, que aborda un importante reto emocional con la madurez necesaria para entenderlo y la ingenuidad de un infante para ejecutarlo que se requiere; una brillante Patricia López Arnaiz que será una más que probable nominada a los Goya en la edición venidera; Ane Gabaraín en una vertiente más tierna como esa guía en un estío raro; o Itziar Lazkano con su rígido personaje.
La verosimilitud con la que transmiten los lazos familiares entre ellas y los distintos posicionamientos frente a lo que sucede en el clan certifica el ojo de la directora vasca a la hora de dirigir actores, logrando una armonía muy favorecedora en una puesta de largo sólida y enriquecedora. Una estimulante y amargamente dulce nueva parada en la magnífica racha de cine español.