CRÍTICA DE CINE DE ESTRENO EN URUGUAY

La desaparición de Evelyn (Solo Las Bestias): Una calesita de sentimientos insatisfechos

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Solo las bestias

Título original

Seules les bêtesaka 
Año
Duración
117 min.
País
 Francia
Dirección

Dóminik Moll

Guion

Gilles Marchand, Dóminik Moll. Novela: Colin Niel

Música

Benedikt Schiefer

Fotografía

Patrick Ghiringhelli

Reparto

Denis MénochetLaure CalamyDamien BonnardNadia TereszkiewiczBastien BouillonValeria Bruni TedeschiJenny BellayFred UlysseDavid FaureJuliet Doucet

Compañías

France 3 Cinéma, Haut et Court, Razor Film, Canal+, Ciné+

Género
IntrigaDrama | Secuestros / DesaparicionesHistorias cruzadas
Sinopsis
Una mujer desaparece. Después de una tormenta de nieve, su coche es descubierto en una carretera en dirección a un pueblo remoto. Mientras que la policía no sabe por dónde empezar a investigar, cinco personas parecen estar ligadas a la desaparición. Y cada una de estas personas tiene su propio secreto que ocultar.
 
CRÍTICA

Interesantísima narración, varias subtramas convergen en una idea central, lo místico alcanza a la práctica “civilizada”; más allá de tradiciones ancestrales, los espíritus se manifiestan en la acción humana. Un rompecabezas que abre y cierra sin permiso, de lo que sucederá nada sabemos, las intuiciones resbalan, el filme nos traslada a situaciones inesperadas.

 La película es una adaptación de la novela homónima de Colin Niel, publicada en 2017, donde lo que parece importante se desvanece, cede espacio a una explicación que incorpora circunstancias varias hasta cerrarse sobre sí misma. La acción eficiente de los espíritus parece contribuir a colaboraciones tan involuntarias como ajenas al resultado final. El azar, plagado de fantasías, pretende resistir una realidad ausente de contención afectiva.

Evelyn desaparece, la región inhóspita se abre a los extremos del camino, allí permanece su auto; el filme nos traslada hacia situaciones que involucran, tanto la infidelidad, como el lesbianismo, la soledad y la falta de afecto.

El trayecto es camino en medio de la nieve, lo vemos en forma permanente. Una historia coral que nos pone sobre aviso acerca de la debilidad humana, afectos fantaseados por perdidas, emociones aplastadas por la necesidad económica. Estas, y otras ideas, resuenan, repican paralelamente en las conciencias.

Para thriller es muy suave, le falta contundencia, no hay suspenso, sí algo de intriga que se va apagando con el desarrollo de la historia. No obstante, sorprende lo inesperado, lo creativo, la lógica atada a situaciones orgánicas, en tanto articulación complementaria conformadora de una estructura que alude a las fuerzas del universo como responsables en la complementariedad de las acciones. Historias atadas terminan convergiendo elegantes ante la sorpresa. Es el azar, Papa Samou nos instruye, la casualidad está salvada, ni un cabo sin atar, todo se fundamenta por dos vertientes: la tradición y la necesidad de fantasear con lo deseado. La naturaleza humana fomenta interconexiones que no podrían ser de otra manera; la pasión, el deseo, el éxito económico, el prestigio; se refugian en distorsiones tan comunes como necesarias. Es en lo que se fundamenta la creencia, motor indispensable a intentos que generan realidades, solo existentes en los personajes.

Alice y su invención de un Joseph interesado en ella, Michel y “Amandine”, amor virtual a expensas de la extorsión, Armand sumido en la importancia de lo material, Marion y el amor imaginario. Por último, Evelyn, y su “inaceptable” representación de lo real, sucumben en forma de símbolo sutil. No obstante, ella será quien mejor se maneje con el principio de realidad, la tiene clara, va a contrapelo del mensaje, estamos en un contexto donde todos necesitan creer en lo más conveniente. La vulnerabilidad posibilita el desengaño y la extorsión, Michel se involucra en una fantasía de la cual no podrá salir.

Serie de desencuentros donde priman la decepción y el deseo. El filme adolece de profundidad psicológica, la construcción de los personajes se moviliza en función de una trama que intenta esparcir dudas; las hipótesis se entretejen en cambios de dirección  que desacomodan y mantienen en vilo. Aunque sin la potencia de un thriller agudo, Seules les bêtes consigue generar cierta expectativa.

Los sentimientos resisten ante la carencia, no se dejan intimidar por el miedo y la muerte. El dinero es papel secundario en mentes frías que entienden lo que  conviene y operan con decisión; Monique jamás abandonará a “su blanco”. Guillaume aprovechará la desaparición para llevarla a su furtiva propiedad oculta en la naturaleza, sin fantasías sentimentaloides, la convicción refuerza la decisión.

El montaje resignifica, frustra, tira abajo hipótesis lógicas en medio de procesos comprensivos. Es el mérito del filme, una estructura que busca sorprender; lo logra al principio, cuando el foco está puesto en el ermitaño Joseph, adulto solitario enredado en sus propias fantasías. Luego, sobrevendrá un giro que lo irá alejando de la trama hasta desaparecer de la escena. Es el extremo del deseo confuso que integra la fuerte impronta de una madre muerta. Sueños que apelan al cadáver como fetiche consolador de soledades incomprendidas. Alice vendrá a satisfacer sus propios deseos; con la excusa de hacer el bien al prójimo, descargará sus tensiones sexuales confundidas en sentimientos tan necesarios como inapropiados.

Un cajón de sastre llena de vida la esperanza, ilusiona las almas en medio del  inconfesado deterioro. Michel tendrá su amor cibernético, azares de la globalización que involucran  penurias económicas enlazadas a destinos idealizados. Armand, el sueño en camiseta, un ordenador será su herramienta en medio del trasiego cotidiano, mientras las redes sociales alimentan fantasías de un porvenir garantizado por los espíritus.

Marion y Evelyn  protagonizan otra historia, descubrimos el talento de Nadia Tereszkiewicz, personaje tozudo en sus intentos; el “amor” incomprendido, no correspondido, desnuda debilidades de una mentalidad adolescente.

Son algunos de los trazos más interesantes del guion, permiten inferir comunidades, no estereotipadas, basadas en la experiencia cotidiana de la vida. Algo que resuena al sentido común de los mortales por fuera del deseo; realidades observables en experiencias posibles; un aliciente a la percepción sin distorsiones.

Ficción cinematográfica, nos pone a punto en medio de la moda de entramados tendenciosos; figuración entre límites de realidad, un como sí que desnuda sin saberlo, el privilegio es para el avezado espectador en su intento de esclarecer y esclarecerse en el proceso.

El amor fou pulula por doquier, es leit motiv en su doble acepción enrabada, tanto a locas fantasías, como a desniveles censurables por valoraciones prejuiciosas.

 El dinero ejerce desde un papel secundario, mediador que contrapone a la “cordura” del poder, maquinaria encubierta, materialidad consciente que en sentido neutro no incrimina. Monique, Guilleume, Evelyne; personajes que regulan el deseo, lo administran en función de realidades. Divisiones, al margen de lo fantástico, se nutren de lo posible en función de billetes de intercambio, los sentimientos no abruman; el poder es controlado por una concepción. La moneda protege del desvarío, solo si se la identifica en su función mediadora, los afectos no intervienen, solo así, la necesidad y el deseo serán considerados satisfechos. Labor utilitaria, favorece la relación costo beneficio atada a extremos que la comprenden de buena manera; la pobreza de Monique y la riqueza de Guillaume saben completarse sin apelar a fantasías románticas.

El erotismo se expande, en múltiples gradaciones ante la cámara, para delinear cuatro historias competentes en la formulación de encuentros deseantes de lo ilusorio. La cámara recrea distancias que simulan diferencia en la realidad e intensidad ante la experiencia. Desde un plano en profundidad de campo, hacia una habitación donde Alice cabalga sobre Joseph, hasta la farsa necesaria que discurre en un chat de la web, pasando por el intenso encuentro entre dos lesbianas, para culminar en el furtivo affaire insinuado en ausencia de un adinerado burgués. Ante todo, Evelyn será la bisagra, el conector participante, responsable de toda la historia, en tanto excusa para una narración derivada en diferentes instancias. Sin llegar a ser un Mac Guffin hitchcockiano, opera como responsable en buena parte de lo que acontece o, al menos, funciona como excusa integrada por y para el relato.

Los contextos gélidos y tropicales señalan alternancia de circunstancias forzadas por experiencias de éxito unilateral: Alice y Michel viven fantasías diferentes cimentadas sobre una misma realidad, el hastío matrimonial es obviado. Circulación de momentos cotidianos que devienen matrices de explícita incomunicación; el calor de Mali agobia la indisciplina de un conjunto de jóvenes estafadores de baja estofa, el empecinamiento es abusivo, la escasa credibilidad se agota en maniobras fortuitas; lugares comunes necesarios a la trama.

Un filme disfrutable de principio a fin, con actuaciones que responden a la intensidad emocional requerida.